Desde hace unos años vengo asistiendo a la Comisión Plenaria que anualmente, y tal como establecen los estatutos, convoca la FEREDE. Nada tengo que objetar al trabajo de la Ferede, que considero realiza de una manera digna, teniendo en cuenta como nos tratan la mayoría de las instituciones y organismos oficiales, los cuales en muchos casos olvidan que tenemos derechos, que nos corresponden constitucionalmente, y no “migajas” o concesiones que graciosamente nos regalan.
Una vez dicho lo anterior
hay algo que no me gusta en cuanto a la elección de los miembros de la Comisión Permanente (*) y es que observo una cierta endogamia en la elección de sus miembros y aunque es cierto que son elegidos en votación por los que asisten a la plenaria, me parece que
hay un cierto acuerdo entre los miembros de la Permanente para a la hora de las votaciones apoyar a un “candidato oficial”, que o bien ya ha estado en la Permanente, en una o en varias ocasiones anteriores, o pertenece a una de las llamadas “grandes familias denominacionales”. Basta para ver si esto es así o no con echar un vistazo a las diferentes Permanentes habidas hasta la fecha.
Respetando el número de iglesias o congregaciones de cada “familia denominacional”, y los derechos en base a ese número que cada una de ella considerase que pudiera tener, resulta que en la práctica la “Comisión Permanente” no es en realidad una representación del pueblo evangélico en general sino de los grandes grupos de iglesias y que en la misma, a lo mejor, no se encuentran los mejores, sino aquellos que representan los intereses de dichas iglesias, que pueden o no coincidir con el resto de las iglesias libres o no adscritas a dichos grandes grupos.
En la reunión de la Comisión Plenaria del año 2011 el número de votos representado fue de 1310, de los cuales 830 correspondían a seis de las llamadas “grandes familias denominacionales” y solo 480 al resto. En la de este año el número de votos representado fue de 1244, siendo similares los votos de las seis “grandes”, con lo cual su peso es aún mayor.Y si para elegir en primera votación son necesarios dos tercios y en segunda mayoría absoluta no hay más que echar cuentas y darse cuenta de quien domina la Plenaria. Eso unido a la dificultad que tienen muchas iglesias para estar presentes en la Plenaria, debido a que se encuentran fuera de Madrid, dificultad que no tienen la mayoría de las “grandes familias denominacionales” ya que o tienen algún representante en la capital o les es posible enviar a uno de ellos, hace que en la práctica sean las iglesias grandes las que estén representadas en la asamblea.
Para muestra basta un botón. En la última plenaria, celebrada el pasado día 6 de Marzo, un miembro saliente de la Permanente, perteneciente a uno de esos grandes grupos de iglesias, dice: “Que sería deseable que hubiera una rotación de los miembros de la Permanente para que hubiera una mayor participación de las diferentes iglesias”. Pero a la hora de proponer a un nuevo miembro para la permanente, propone como vocal a un miembro, saliente de dicha Comisión Permanente que ya ha estado cuatro años y ¡que casualmente es de su mismo grupo de iglesias!, y lógicamente salió elegido (sic).
Creo que algo debería cambiar, si queremos que en verdad los que estén en la Comisión Permanente de la Ferede lo estén por sus propios méritos y no por pertenecer a tal cual grupo eclesial. Que quede claro que con esto no quiero decir que los que están no tienen méritos, a muchos los conozco personalmente y doy fe de ellos, pero a lo mejor si hubieran sido miembros de alguna pequeña iglesia, por desgracia, no estarían ahí.
Tenemos que entender que la Ferede no es la proyección del poder de nadie. Que nadie puede creerse con más derecho que otros a considerarse como los representantes legítimos del “genuino” cristianismo evangélico español.
Personalmente quiero que quienes nos representen lo hagan a título individual y no bajo las directrices o intereses de ningún grupo de iglesias o de iglesia en particular. La Ferede es de todos, de los de antes y de los de ahora. De todos aquellos que independientemente de la iglesia o denominación a la que pertenecen quieren servir a todo el pueblo evangélico en la defensa de sus derechos.
No sé cómo, aunque a lo mejor podría aportar algunas ideas, pero
ha de arbitrarse un nuevo sistema para que la elección de aquellos que nos representan sea realmente representativa del sentir de la mayoría de las iglesias miembros de la Ferede, que casualmente en número superan al conjunto de de las iglesias que constituyen las llamadas “grandes familias denominacionales”.
Jesús Manzano Martínez es Presidente del movimiento Iglesias de Cristo y vocal de la Junta Directiva del Consejo Evangélico de Madrid
(*) Equivalente a la Junta Directiva de Ferede
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