Cuando hablamos de violencia contra la mujer ya no llega con hacer declaraciones enfáticas en contra de esta lacra, hay que implicarse e intervenir. Como iglesias evangélicas debemos entrar en acción. Los agentes pastorales no pueden ser meros consejeros de oración, sino involucrarse como agentes de cambio en sus comunidades, siendo factores de sanidad y restauración, con todas las herramientas que la Palabra de Dios nos da y las leyes nos otorgan como ciudadanos.
No es suficiente con gritar, no es suficiente con tener pena y dolor… hay que denunciar, hay que arriesgarse y estar con los débiles, en este caso, las mujeres oprimidas, maltratadas, asesinadas.
Como agentes de la pastoral también tenemos la responsabilidad de concienciar, formar y de prevenir a través de la enseñanza y el ejemplo. La clave somos cada uno de nosotros, no hay que mirar a otro lado, cada uno puede hacer algo positivo en contra de esta barbarie que atenaza a nuestra sociedad.
Muchos esperan cosas imposibles de hacer para una mujer maltratada y como pastor@s, consejer@s y amig@s debemos conocer sus puntos débiles para no quebrarlas con nuestras demandas
; personalmente me pareció muy útil y me ayudó, un documento editado por la UVIFA(Unidad de Violencia Familiar de la Policía) que transcribo a continuación.
8 COSAS QUE NO PUEDES ESPERAR DE UNA MUJER MALTRATADA
¿Es lógica la forma en la que actúa la mujer maltratada? No, las formas en las que una mujer maltratada actúa no son lógicas a la luz de quien no está siendo maltratada… claro que no, pero
¿acaso es lógico ser maltratada? ¡Nada en su vida tiene lógica!
El contexto de la mujer maltratada es ilógico. No es que la mujer maltratada actúe ilógicamente, es que su contexto es ilógico. ¡Es todo una gran injusticia! ¿Cómo podrías esperar que actúe del mismo modo lógico que tú crees que debiera actuar cuando no eres tú la que sufre la ilógica situación de maltrato?
La mujer maltratada vive en otro mundo, con otros principios, con otras “leyes de la gravedad”, otras realidades diferentes a las que a ti te parecen lógicas.
1. No esperes que te llame cada día, ni cada semana, ni nunca… aunque prometa hacerlo.
La mujer maltratada no podrá llamarte, su maltratador la vigila y está atento a cada llamada de teléfono, escuchando y
controlando. Aún cuando éste no esté, ella no tendrá libertad de llamarte pues se sentirá humillada y temerá complicar más las cosas, tanto para ella como para ti.
2. No esperes que te conteste a todas tus llamadas…no puede.
Y cuando contesta no es con libertad, cuando te dice “estoy bien” no te dice la verdad, nunca está bien. Cuando tenga voz ilusionada y feliz recuerda que sólo es una tapadera, no es libre. Cuando te hable susurrando por miedo a ser escuchada y no consiga hablarte más de dos minutos
(tal vez mientras su maltratador está aseándose) no te desesperes, simplemente no tiene otro remedio, bastante hace y arriesga ya con dedicarte esos segundos y esas pocas palabras
.
3. No esperes que la mujer maltratada salga a hacer amistades… o a pasar tiempo contigo.
No puede, seguramente lo intentó muchas veces, pero no puede. No puede porque su maltratador le aísla, criticará cualquier detalle de todas y cada una de sus amistades, le seguirá por la calle, a veces incluso a escondidas para misteriosamente encontrarse con ella cuando más libre se siente y así sin palabras recordarle “tenga cuidado, yo estoy aquí y en todos lados”. Uno de los mayores fuertes del maltratador es su poder para aislar, para convertirse en el ser omnipresente sin el cual nunca pueda salir a ningún lado, con el que siempre deberá contar y buscar agradar.
4. No esperes que la mujer maltratada muestre interés en pasar tiempo contigo.
Ni debes sentirte herida si crees que ha perdido interés en ti porque no es cierto. Simplemente ocurre que ahora mismo le supondría una confrontación. Debes insistir, si hoy no contestó tu llamada, ni esta semana, ni este último mes… insiste. Ella quiere contar contigo especialmente si te ha confesado su situación. Cuando se esconda de ti sé paciente, recuérdele todas las semanas que estás ahí para ella y perdona las veces que aparenta no apreciar tu amistad. Ante su maltratador debe dar la imagen de no tener interés en tu amistad. Es una mujer sin libertad, no puede decirte “ven a tomar un café”. Técnicamente claro que puede hacerlo, pero sólo técnicamente puesto que la realidad es que ella no vive la realidad que tú conoces o que ella misma a veces cree tener.
5. No esperes que le ponga límites a su maltratador.
No puede, por la propia esencia de su relación es ella la que tiene los límites, ella no puede decir “
ya basta“, “
fuera de casa“, “
si quieres esto tendrás que ayudarme“. No es lógico, ella no está en posición de dialogar, ni mucho menos de exigir, sólo está en posición de someterse. Es una mujer maltratada.
6. No esperes que la mujer maltratada pida ayuda.
¿A quién va a pedirlo? Primeramente lo pedirá a su familia y si éstos no reaccionan y no le creen, ¿a quién pedirá ayuda? Si su familia le niega ayuda no tendrá a nadie a quien recurrir pues la mujer maltratada es una mujer aislada, se siente avergonzada, incomprensiblemente culpable, y humillada por todos cuanto le negaron su ayuda. ¿A quién acudirá? Seamos realistas, no puede acudir a nadie y si puede será demasiado grande su sentimiento de honor y humillación como para poder hacerlo.
7. No esperes que sea dueña de lo suyo, ni aún de aquello que le regalas.
La mujer maltratada no es dueña de nada, sólo puede serlo en papel, en la teoría… pero no en la práctica. Puede tener muy presente que ella es la que ha comprado la casa, el coche, la televisión, la revista, o lo que sea… puede decirte “es mío, no es suyo”. Y es cierto… pero sólo en teoría, reclamar lo suyo sólo supondría mayores problemas para ella. Si le regalas algo asume que será de su maltratador, y con suerte lo compartirá un poco con ella.
8. No esperes que sea feliz cuando esté libre de su maltratador por unos días.
Serán sus mejores días en mucho tiempo, lo disfrutará y deseará que nunca acabe… pero su felicidad no es completa pues sabe que los días pasan y pronto volverá a estar con su maltratador. Incluso durante su descanso ella estará pendiente de sus mensajes y llamadas, sintiéndose culpable por cualquier cosa que él le diga estar sufriendo a su causa.
La violencia de género es un problema complejo, sin embargo no sobrepasa los recursos y dones que tenemos en la iglesia local. La falta de recursos no puede ser impedimento para los esfuerzos de una iglesia. Si bien las iglesias no pueden practicar todo (pocas están calificadas como para hacer una terapia completa, por ejemplo) se pueden hacer varias cosas que ayudan muchísimo en el proceso, por ejemplo:
Concienciarsobre la violencia de género y violencia familiar. No necesita ser un programa extenso o exhaustivo. Muchas iglesias encontraron que con sólo un par de presentaciones da suficiente posibilidad de mejorar la concientización de la gente sobre el problema.
Enseñar a los miembros sobre cómo relacionarse: técnicas de la comunicación, resolución de conflictos, solución de problemas, manejo de las tensiones
Hablar de la violencia desde el púlpito, abriendo la puerta para que la gente discuta el problema y explore las formas de prevenirlo. La simple mención del tema desde el pulpito le muestra a la gente que el abuso es un problema que la iglesia necesita encarar seriamente
Supliendo las necesidades básicas de la familia.
Reforzando la dignidad de las personas abusadas.
Estando a disposición durante la crisis.
Creando grupos de apoyo.
Y un sin número de acciones creativas que cada iglesia, por pequeña que sea en número, puede desarrollar si se implica en la protección y restauración de las maltratadas.
LAS IGLESIAS DEBEN MARCAR LA DIFERENCIA
Creo firmemente que la violencia de género puede ser prevenida cuando las iglesias asumen el problema responsablemente, cuando comprenden sus múltiples dimensiones, y cuando usan una variedad de intervenciones para detener el problema antes que se desate la crisis.
Juan y María, una joven pareja con pocos amigos y poco dinero, se encontraban desahuciados. Juan había perdido recientemente su trabajo, y por su pasada historia de alcohólico le era difícil la posibilidad de un posible nuevo empleo. Una tarde, muy frustrada, María golpeó a su pequeña hija de cinco años en la cara. La siguiente mañana, un vecino notó un gran hematoma debajo del ojo de la niña y le preguntó qué le había pasado. Cuando la niña dijo: «Mi mamá me pegó», el vecino llamó al teléfono del menor. Como resultado, una trabajadora social del gobierno comenzó a investigar a la familia.
Después de escuchar los problemas de Juan y María, los líderes de una pequeña iglesia comenzaron un esfuerzo de un largo año para restaurar a la familia. Una hermana e la iglesia, fiel cristiana, ofreció su hombro para que María pudiera llorar. También comenzó a ayudarla en ciertas cosas de las tareas del hogar. Otra madre se ofreció para cuidar a los cuatro niños una vez por semana, de esa manera María pudo comenzar a tener tiempo para sí misma. Un miembro de la iglesia que era obrero de la construcción habló con su capataz y le consiguieron trabajo a Juan. La pareja también fue invitada a participar en grupos de hogar donde encontraron apoyo natural y espiritual.
Al finalizar el año, la trabajadora social emitió un informe diciendo que Juan y María podían tener la custodia incondicional de los niños. Ella indicó en su informe que la pareja había elevado el nivel de sus habilidades como padres por encima de lo esperado y que el riesgo de posible abuso era muy bajo en ese hogar.En su informe, mencionó todo el trabajo que la iglesia había realizado para llegar a este punto.
Para saber más:
GUÍA DE ACCIÓN PASTORAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO.
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