Pocas veces tantas iglesias evangélicas de España habíamos estado inmersas en un mismo proyecto evangelístico. Mi Esperanza lo ha conseguido y lo hemos hecho sin saber cuáles iban a ser los contenidos de los tres programas de media hora ni la cadena de televisión que los iba a transmitir. Como españoles y evangélicos a veces somos demasiado duros con nosotros mismos, pero esta alianza conjunta es un síntoma muy positivo de pueblo unido, más unido de lo que a veces pensamos.
Por supuesto, esta adhesión generalizada al proyecto también ha sido propiciada por la confianza generada por los coordinadores de Mi Esperanza, hermanos que durante años han demostrado públicamente su excelencia e inquebrantable servicio al Señor.
UN CANAL POLÉMICO
En el momento en el que escribo (24 de noviembre) los coordinadores del proyecto aún están en negociaciones con diferentes cadenas y en busca de una plataforma multicanal para emitir Mi Esperanza para toda España. Pero
a menos de un mes para la emisión hemos sabido que la única cadena de alcance nacional que ha aceptado retransmitir los programas como publicidad ha sido la controvertida Intereconomía. En su propia televisión, el grupo Intereconomía anuncia su periódico La Gaceta (con el mismo logotipo que el de la televisión) con el lema escrito y audible de “
orgulloso de ser de derechas y orgullosos de ser católicos”, un ideario que obviamente no ocultan y que exponen igualmente en sus contenidos televisivos, como no podía ser de otra manera.
Hay evangélicos que simpatizan con buena parte de los valores de Intereconomía y hasta la consideran su emisora favorita. Otros, por el contrario, la contemplan como una televisión excesivamente manipuladora y extremista en pos de un ideario que en absoluto comparten, razón por la que se ha levantado un gran revuelo entre algunos evangélicos.
Es cierto que entre algunos a quienes invitaremos a ver el programa Mi Esperanza habrá un rechazo inmediato nada más oír el nombre de la emisora. Es una pena, y doy por sentado que la mayoría hubiéramos preferido una cadena menos “señalada” socialmente para invitar con mayor facilidad a todo tipo de gente, pero a veintidós días para la emisión de la campaña estas son las circunstancias.
UN EVANGELIO CONTRACORRIENTE
En cuanto a nuestra actitud como pueblo fundamentado en Las Escrituras
considero que no entenderíamos qué es la predicación del evangelio si consideramos que Cuatro, La Sexta, Telecinco, Veo7, Dinsey Channel o la que sea son un marco más apropiado para anunciar las buenas noticias que Intereconomía. No digo que menos como tampoco digo que más.
Para empezar, dudo mucho que desde una perspectiva evangélica podamos afirmar categóricamente que la manipulación ideológica (me pongo en boca de quienes así lo piensan) o el insulto en Intereconomía es algo mucho más execrable que, por ejemplo, ingresar dinero gracias a espectadores influenciables que llaman al Tarot, algo que ocurre en casi todas las cadenas. Estoy seguro de que entre quienes se oponen a que Mi Esperanza aparezca en Intereconomía abundan quienes por otro lado se sienten orgullosos cuando un cristiano escribe sobre Dios en periódicos seculares. Sin embargo, en este caso parece no importar tanto que estos medios se financien gracias al negocio de la prostitución tal y como vemos en los anuncios de gran parte de la prensa ¿Es la explotación sexual un asunto más tolerable que el esperpento ideológico (según quien así lo ve)? ¿O es porque en la calle la ideología política es un tema mucho más sensible que consumir prostitución? Y si la pluralidad ha sido otro de los puntos candentes en este tema ¿Cómo definimos –de nuevo me refiero a la luz de La Biblia- a las cadenas que se niegan a emitir el “producto” de Mi Esperanza ni siquiera como publicidad pagada por encima de precio de mercado?
Si optamos por metemos en el barrizal de un análisis de cada uno de los contenidos de los medios de comunicación la cosa se complicará bastante e irá más allá del Tarot, la tendenciosidad política, la manipulación o la explotación sexual. Mejor no tirar de esa manta porque ni llegamos a nada y porque nos equivocamos de camino. El punto no es ese sino el hecho de que ninguna cadena, como tampoco nuestras propias iglesias o nuestros hogares, son en sí mismos foros dignos de anunciar la obra redentora de Cristo ¿O acaso hemos olvidado que Jesús definió como “
malos” a los discípulos que él mismo escogió (Lucas 11, 13)? Es por lo todo lo que significa La Gracia de Dios y la condición humana por lo que veo complicado elaborar un ranking de plataformas aptas para la predicación que sitúe a unas emisoras a la derecha y otras a la izquierda, y lo digo como alusión a Mateo 25: 33, no como izquierdas o derechas políticas.
Si sólo Intereconomía se ha ofrecido para emitir los programas de Mi esperanza debemos dar gracias por ello.Esto será mejor que decantarnos en exclusividad por una difusión minoritaria como es colgar los programas en una web evangélica o repartir DVD en las iglesias. Estas ideas están muy bien como complemento y alternativa, pero es obvio que Mi Esperanza tendrá una difusión mucho menor si renunciamos a su emisión en una televisión de gran audiencia dentro de la TDT como es Intereconomía.
Si se confirma que esta cadena va a ser la única opción televisiva para Mi Esperanza, seguro que muchos hermanos no acudirán a la televisión para ver los programas con amigos, y en muchos casos esto será lo mejor. No hay que hacer un mundo de esto y no creo que debamos considerar como la peor de las tragedias de la historia de la evangelización española el decirles a nuestros amigos que en lugar de ver estos programas por la televisión lo haremos finalmente en DVD o por Internet. Debemos cuidarnos muy mucho de que con todo este agrio debate no sea el enemigo quien finalmente se lleve el gato al agua, con perdón del símil.
Por otro lado, quizás Dios tenga un plan para muchos espectadores de Intereconomía aunque algunos no contásemos con ello. Quizás el mensaje va a dar su fruto en unos espectadores más preparados para recibir el mensaje de salvación y que si no fuese por esta cadena nunca verían Mi Esperanza.
Los designios del Señor son inescrutables y la Palabrade Dios apunta a que no debemos desperdiciar ningún foro ni puerta abierta ¡Todo lo contrario!Pablo no lo tenía planeado, pero no titubeó cuando Dios le abrió la posibilidad de usar el paganizado areópago de Atenas como plataforma para una mayor difusión del evangelio. Jesús no se pensó dos veces si debía compartir, o no, mesa con publicanos, aunque no a todos los religiosos les pareció bien. Cristo no hizo acepción de audiencias y predicó sin complejos en una sinagoga dirigida por extremistas fariseos al mismo tiempo que –por otro lado- sufrió las difamaciones y prejuicios por ser amigo de libertinos pecadores y publicanos. Si Pablo o Jesús caminasen entre nosotros hoy… ¿Se opondrían a que las buenas nuevas se anunciasen desde Intereconomía, Al Jazeera, Buenas Noticias TV o el canal Play Boy?
Si quieres comentar o