Una de las figuras más vilipendiadas dentro y fuera del mundo cristiano ha sido la del reformador alemán Lutero. Para muchos se quedó corto en sus reformas y animó la persecución contra los judíos y los anabaptistas, para otros fue un monje sensual y carnal. ¿Cuál es la verdadera personalidad del reformador protestante?
Lutero es sin duda un personaje complejo. Su personalidad y educación, su carácter y temperamento, abren muchas luces y sombras en su vida y obra. Hijo de un “triunfador” que se había hecho así mismo, con una madre poco cariñosa y cercana, Lutero tuvo una personalidad fría y defensiva. Su profundo miedo a la muerte y la sensación de que nunca cumplía las expectativas de su padre, le hicieron un joven temeroso y taciturno. Estudió derecho por imposición paterna, pero un encuentro fortuito con la muerte le aproximó a la Iglesia y se hizo monje.
La Orden de los Agustinos, en la que ingresó Lutero, era sin duda la más evangélica y bíblica de las órdenes religiosas católicas.Su fundador, San Agustín, había sido una apologeta y lector incansable de la Biblia. Allí recibió Lutero una educación teológica adecuada y se convirtió en profesor de Biblia en la Universidad de Wittemberg.
Wittenberg era una pequeña ciudad de Sajonia que poco o nada tenía que ver con los grandes centros culturales del resto de Alemania o Europa.
El príncipe Federico era un hombre supersticioso y ambicioso, pero detrás de su fachada de altanero y orgullo, se escondía una persona profundamente sensible al mundo espiritual.
Cuando la venta de indulgencias llegó a Sajonia, Lutero ya había descubierto a través de la Biblia los principios básicos de su predicación. Se sentía en paz con Dios, tras haber descubierto que la salvación no se alcanzaba, que era un regalo divino. Ese regalo no era gratuito, Jesucristo había pagado con su vida para salvar al hombre, ocupando su lugar en la cruz.
La venta de indulgencias enfurecieron a Lutero por dos razones: eran un engaño y eran un abuso.
Desde el primer momento Lutero se convirtió en la voz de los sin rostro.De las miles y cientos de miles de personas que soportaban la explotación y abusos de la nobleza y de la iglesia, que lo único que querían de ellos era su fuerza de trabajo y su dinero.
¿Por qué hizo esto Lutero?Martín Lutero pertenecía a esa clase privilegiada. Su posición era acomodada y su educación profunda, pero no soportaba que la iglesia fuera utilizada para enriquecer a unos pocos en detrimento del pueblo.
Lutero quería que el Evangelio que le había salvado a él, llegara a toda Alemania y a todo el mundo.
Sus escritos sacudieron a la vieja Europa del siglo XVI. Destruyeron los principios medievales, machacaron los dogmas de una iglesia alejada de las Escrituras. Un hombre contra un Imperio y la Iglesia más poderosa de la Tierra. Parecía una lucha desigual, pero cuando los hombres obedecen a Dios, como dijo John Knox: “un hombre de Dios siempre está en mayoría”.
¿Por qué debemos seguir levantándonos los protestantes hoy en día?
Debemos denunciar todo aquello que se dice en nombre de Dios y no está en las Escrituras: Paganismo ritualista, intermediarios entre Dios y los hombres, absoluciones plenarias, la necesidad de las obras, la riqueza de las iglesias, el odio al prójimo…
La labor debe hacerse hacia dentro y hacia fuera. Muchos preferirían el silencio a al murmullo de la multitud, la penumbra a la luz deslumbrante de Cristo. Lutero fue la voz de los sin rostro, seamos nosotros el eco de las palabras que en estos días retumban en las paredes de Wittemberg hacia el mundo: “El justo por la fe vivirá”.
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