El hombre imperfecto de los Boston Celtics

El jugador de baloncesto Gerald Green fue escogido en el draft de la NBA por los Boston Celtics.

Fue campeón de mates en el partido All América 2005, y todos pensaban que sería uno de los primeros del draft, pero tuvo que conformarse con salir elegido en el decimoctavo lugar.

Puede que influyese el hecho de que le faltaba medio dedo en una mano debido a un accidente que sufrió cuando era pequeño. Algunos debieron pensar que no estaba suficientemente preparado.

Es una de las frases que más veces he escuchado en los últimos años: «Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos». A veces me parece que muchos viven bajo esa filosofía e incluso defienden que es verdad y que la Biblia la apoya. No es cierto, diga quien lo diga.

La Biblia nos enseña que Dios ayuda a los que no pueden hacer nada, que él está al lado de los necesitados, de los incomprendidos, de los débiles, los que se saben solos, de los pobres en espíritu, de los que creen que no pueden dar un paso más.

De los que sienten desde lo más profundo de su corazón que le necesitan.

La Biblia nos enseña que Dios ayuda a los que se arrodillanporque saben que no pueden hacer nada sin él. Dios está más cerca de nosotros cuando lo único que podemos hacer es alzar nuestras manos a él casi con desesperación.

Los que se creen perfectos (¡o casi perfectos!) son los que más lejos están del Señor. Los que se señalan a sí mismos como buenos, comparando su «santidad» con los defectos de los demás, no comprenden nada del carácter de Dios y viven radicalmente separados de su amor, ¡mucho más de lo que piensan!

La Palabra de Dios nos recuerda una y otra vez que Dios resiste a los orgullosos, pero derrocha su gracia con los humildes.

Dios lo hace de una manera incondicional. Él se da por completo. Quiere ayudarnos, nos escucha, y espera que le pidamos; de la misma manera que a nosotros nos encanta que nuestros hijos se acerquen para que les ayudemos.

Dios desea ayudarte, no necesitas hacer nada. No tienes que aparentar nada, solo tienes que descansar en él.

«Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada» (Santiago 1:5). El oficio de Dios es dar. Él es el amor en esencia, y siempre está bendiciendo a todos.

Dios da de una manera limpia, sin segundas intenciones, como a veces hacemos nosotros. Sigue dando aunque vivamos de espaldas a él; da porque ama. El regala sin reproche, es decir, sin echarnos nada en cara (¡aunque seamos desagradecidos!).

Simplemente quiere que le creamos. Necesitamos vivir por fe, tenemos que aprender a descansar en su Palabra: la base de cualquier relación es creer lo que la otra persona dice.

Cuando escuchamos al Señor, tenemos que creer lo que nos anuncia ¡La duda es una ofensa al dador! Es un insulto a quien nos ama, porque pensamos que no puede, no quiere o no sabe darnos lo que le pedimos. ¡Tenemos que confiar en Dios! No se trata de nosotros, sino de su poder.

¡No lo dudes! Dios ayuda a... todos los que se dejen ayudar.