Todos los sistemas filosóficos y religiosos que ha creado el hombre surgen de esa búsqueda de sentido que para muchos se torna indescifrable.
Una diferencia vital entre los seres humanos y los animales es que éstos viven, pero aquéllos, además de vivir, saben que viven y saben que han de morir. De este doble conocimiento que el ser humano tiene es de donde surge la búsqueda de un significado, de un sentido de la vida y de la muerte.
Necesitamos encontrar respuestas para poder explicarnos a nosotros mismos por qué y para qué estamos aquí y por qué la vida acaba en muerte. Y no vale cualquier respuesta, porque sólo la respuesta verdadera puede suministrarnos el reposo auténtico. De lo contrario quedaremos en un estado permanente de agitación o de evasión engañosa.
Todos los sistemas filosóficos y religiosos que ha creado el hombre surgen de esa búsqueda de sentido. Pero muchos han llegado a la conclusión de que la vida y la muerte son un enigma indescifrable, un misterio, que no puede resolverse. No hay respuesta y lo que hay que hacer es vivir el hoy, sin pensar más allá. Otros consideran que dicha búsqueda es una tortura inútil, porque un destino ciego maneja los hilos y por tanto es en vano intentar comprender.
El existencialismo fue una de las corrientes filosóficas que tomó como bandera el desentrañamiento del enigma, de ahí la reflexión de Albert Camus: ‘Pienso que el sentido de la vida es la cuestión más apremiante.’ Pero también, desde siempre, ha habido quienes han tomado la postura hedonista de Eurípides: ‘Breve es la vida y debemos pasarla lo más agradablemente que se pueda y no con penas.’ No han faltado los que han llegado a la conclusión de que la propia existencia del hombre es un absurdo, como Gabriel Marcel: ‘La vida es una lucha contra la nada.’ Ante la realidad inescapable de la muerte el pesimismo de Heinrich Heine emerge en toda su fuerza: ‘La vida es una enfermedad, el mundo un gran hospital y la muerte el médico que nos cuida a todos.’ Pero también está el cinismo de Woody Allen: ‘No es que tenga miedo de morir. Lo que no quiero es estar allí cuando ocurra.’
Un ideal, un dirigente o un movimiento han sido y son las referencias a las que muchos se aferran, creyendo que allí está por fin lo que tanto habían buscado. Sin embargo, con el paso del tiempo, la decepción hace acto de presencia, al constatarse que a los sueños humanos les pasa lo que a Ícaro con sus alas de cera cuando quiso acercarse al sol. El acendrado ideal era mero fuego de artificio; el carismático dirigente tenía los pies de barro; el luminoso movimiento era más eclipse que luz.
También hubo personajes en la Biblia que se hicieron las mismas preguntas que los demás seres humanos. Por ejemplo, el autor de Eclesiastés elabora su obra a partir del sinsentido que le encuentra a todo. Ese sinsentido tiene tres razones principales: La falta de satisfacción verdadera en lo que hace, la incertidumbre sobre el más allá y las injusticias incomprensibles de la vida. Job también se hace muchas preguntas, que brotan a consecuencia del sufrimiento personal por el que está pasando. ¿Cómo encajar dicho sufrimiento con una finalidad y un propósito? ¿Cómo conciliarlo con la justicia y la bondad de Dios? Ambos personajes, el de Eclesiastés y el de Job, se debaten entre la pregunta y la certeza. Es normal, porque después de todo ellos vivieron bajo una dispensación en la que la luz y las sombras rivalizaban entre sí por prevalecer.
Pero cuando nos adentramos en las páginas del Nuevo Testamento descubrimos a un personaje que afirma taxativamente haber encontrado el significado de su existencia. Lo dijo de esta manera: ‘Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.i’ Frente al escepticismo de siempre, que duda por sistema que pueda hallarse alguna certeza en la que poder apoyarse, este hombre rotundamente declara que sí la hay. Frente al materialismo ramplón, que circunscribe la existencia a lo que hay aquí abajo, este hombre proclama nítidamente que la muerte es una ganancia. Frente al idealismo filosófico, que se pierde en conjeturas abstractas, este hombre anuncia confiadamente que el sentido lo ha encontrado en una persona específica, persona que se convertirá en el centro y motor de su vida.
Hay tres partes en esa declaración solemne. La primera es ‘para mí’, la segunda ‘el vivir es Cristo’ y la tercera ‘el morir es ganancia’. ‘Para mí’ significa que ese sentido es algo intensamente personal, algo que forma parte de mi experiencia; no una experiencia discontinua o intermitente, que va y viene, sino de una experiencia mantenida y aumentada con el paso del tiempo. ‘El vivir es Cristo’ significa que Cristo es absoluto y total en la vida, no habiendo hueco para rivales ni competencias. Ese absolutismo y totalidad tiene un nombre: Señorío. ‘El morir es ganancia’ significa que lejos de ser una pérdida irreparable, si muero salgo ganando. Hay una conexión íntima entre las tres partes y un orden lógico entre ellas. La segunda y la tercera sólo se pueden proclamar si existe la primera. La tercera sólo se puede proclamar si existen la primera y la segunda.
La vida tiene sentido y la muerte también… Para todo aquel que, como para Pablo de Tarso, Cristo es su Señor y Salvador.
i Filipenses 1:21
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o