El momento más difícil para un deportista, no es la derrota o el fracaso, sino la decisión de dejar de competir.
Cuando las fuerzas se van acabando y la técnica por sí misma ya no nos puede seguir sosteniendo, hay que decir adiós, y eso no siempre es fácil. El luchador
Rudolf Gardner, medalla de bronce en los JJ.OO. de Atenas (2004) lo hizo de una manera original: tomó sus zapatos de competir y los dejó en el centro del tatami. Se alejó llorando.
El momento más difícil en la vida de una persona no es la derrota o el fracaso, sino e fin de la vida. Prácticamente nadie puede tomar esa decisión... aunque hay "señales" que nos anuncian que ese día se acerca. Perdemos nuestras fuerzas, nos enfermamos con más frecuencia, aparecen canas en nuestros cabellos, dejamos de ver con precisión, nos cansamos mucho más a menudo... y todo parece ir mucho más aprisa de lo normal.
Job lo describió con una frase genial: “Mis días son más ligeros que un corredor; huyen, no ven el bien.” (
Job 9:25).
Utilizó el símil de un corredor, porque cuando van pasando los años nos damos cuenta que ya no "medimos" los días, sino que se escapan de entre nuestras manos. Miramos hacia atrás y volvemos a vivir situaciones del día de ayer... que realmente han ocurrido hace muchos meses.
Por eso necesitamos aprender a vivir. Siempre que leemos una frase así, creemos que tenemos que mirar hacia el presente y el futuro, pero no es cierto. Para aprender a vivir también tenemos que mirar al pasado, tenemos que saber perdonar.
Una de las mayores amarguras en la vida de mucha gente es no haber sabido perdonar.Miran hacia el pasado y se encuentran con personas que les han hecho daño, y eso les atormenta. Aprender a vivir significa dejar en el pasado lo que ha ocurrido en el pasado. Nadie tiene derecho a amargarnos la vida para siempre. Si has sufrido daños (¿Quién no?) el sufrimiento no se aliviará con el recuerdo permanente.
Pero perdonar nuestro pasado es también perdonarnos a nosotros mismos. Dejar a un lado las malas decisiones que hemos tomado: rectificarlas en lo que podamos, y olvidar lo que es imposible de resolver. Perdonarnos a nosotros mismos es no repetirnos una y otra vez qué hubiera ocurrido si hubiéramos hecho lo que no hicimos. Sea una cosa o la otra, nadie sabe qué hubiera pasad. Nuestros días pasan rápido, no los pierdas recordando lo que ya no tiene remedio.
Dios restaura nuestro pasado. El es el único capaz de hacernos olvidar nuestros errores, porque Él mismo los olvida. El ser más perfecto que existe es capaz de olvidar lo que hemos hecho mal para restaurar nuestra vida ¿Queremos seguir recordándolo nosotros? No mires hacia atrás si no es para agradecer y aprender. No vivas obsesionado/a con el "Y si..." Aún en la base de nuestros errores, Dios es capaz de construir días llenos de gracia. Si no hubieras vivido lo que has vivido, no serías quién eres hoy. Todo mereció la pena, aunque ahora no lo entendamos.
Descansa en Dios. Agradécele su cuidado y pídele sabiduría para aprender de los errores del pasado... y en ese momento, olvídalos. Aprender a vivir es también saber perdonar como Dios nos perdonó a nosotros.
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