Dones sacrificados

Dicen las Escrituras que el Espíritu del Señor sopla donde quiere y como quiere. Dicen que reparte sus dones como bien le parece.

Dicen que para él todos somos iguales y que no hace diferencias entre hombres y mujeres. Lo dicen y así lo creo y siento.

En mi opinión no existen dones naturales y dones divinos, para mí todo don proviene de Dios.

Existen dones propios que resultan invisibles para quien los posee, personas ajenas al don que ejercen con belleza y los demás disfrutan.

Están los dones que son evidentes para todos, quienes los poseen son conscientes y quienes están a su alrededor así los reconocen.

Florecen los dones que una persona puede tener y no todos perciben, quizás porque no los necesitan en esa época y no prestan atención. Hay parcelas para ejercer ciertos dones y otras donde por falta de reconocimiento se ven relegados en el interior del alma, ocultos.

Los salones eclesiales en los que se disimulan son frecuentes. Hay dirigentes que se hacen llamar "don" Fulano o "don" mengano para controlar sin control, deciden los que valen y los que no. Cierran las puertas ajenas con llave para que no salgan a la luz. Matan el don de la libertad.

Pena da saber que hay dones sacrificados porque se consideran a las personas que los poseen no aptas para servir al Cuerpo de Cristo.

Normalmente en estos salones cerrados de mente a cal y canto existen, en su mayoría, mujeres. Están arrinconadas sin poder compartir con otros los regalos del Espíritu.

A veces se arriesgan a mostrarlos en la clandestinidad porque les es imposible ocultarlos del todo, ¿quién podría tapar lo que Dios muestra? Si lo hicieran, si lo hacen, morirán espiritualmente.

En las congregaciones conviven mujeres que sólo pueden servir a otras mujeres. Esto es bueno, no obstante, los hombres se privan de los beneficios que Dios propone para la vida de los suyos. Desechan la obra del Señor y admiten sólo una parte, una minoría ya que el gran porcentaje de los bancos en las iglesias lo ocupan las mujeres.

Concluyo afirmando que a estos dones que unos intentan sacrificar se les puede combatir con el magnífico don de la risa porque Dios nos ha concedido diferentes dones, conforme a lo que quiso conceder a cada uno. Y si Dios nos ha concedido el don de profecía, hablemos según la fe que tenemos; si nos ha concedido el don de servir a otros, sirvámosles bien. El que haya recibido el don de enseñar, dedíquese a la enseñanza; el que haya recibido el don de animar a otros, dedíquese a animarlos. El que da, hágalo con sencillez; el que ocupa un puesto de responsabilidad, desempeñe su cargo con todo esmero; el que ayuda a los necesitados, hágalo con alegría. Rom 12, 6-8