Lo último que debes hacer es votar

Estamos en el último día de campaña y el lema de nuestro día de reflexión debería ser: “Lo último que tienes que hacer es votar”. Y con ello no quiero sugerir que no se deba votar, sino que votar debería ser el último de los pasos de un proceso de actuación de un cristiano en la esfera de lo público. Algunas cosas a considerar:

1. El lugar de un cristiano no es la Iglesia sino la sociedad. Nosotros no pertenecemos a este sistema estructurado orientado al mal, al que la Biblia llama el mundo. Pero nosotros sí pertenecemos a otra cosa distinta que es la sociedad. Sociedad y mundo no son lo mismo. Tanto cristianos como no cristianos pertenecemos a la sociedad, pero los cristianos somos llamados a no pertenecer al mundo, de hecho Cristo murió para que fuésemos libres de él. Sabiendo eso, también es importante entender que hemos sido enviados a ese sistema, hemos sido enviados al mundo. Un cristiano acude a los cultos a alabar al Dios que merece toda alabanza junto con otros cristianos y a capacitarse para la tarea que Dios le dio de ser sal y luz en el mundo, la Misión de Dios.

2. Como cristianos somos llamados a llevar el evangelio a cualquier realidad afectada por el mal. Eso incluye todas las esferas de la sociedad, la cultura, la economía, la marginalidad, las adicciones, las finanzas, etc. Eso es acción política y debe ser hecha en el lugar en el que Dios nos ha puesto y con las herramientas con las que nos ha dotado. Hemos de ver nuestros trabajos, nuestras iglesias, nuestras relaciones como instrumentos para llevar el evangelio a cada capa de la sociedad.

3. El sistema político actual está montado para que los ciudadanos nos convirtamos en votantes. Eso nos hace útiles durante un día y prescindibles durante cuatro años. Somos un mal necesario, alguien a quien seducir en campaña, para luego ser ignorados hasta la próxima cita electoral. La abstención no preocupa, ni siquiera el día después de las votaciones, aunque los índices de abstención sean escandalosos. Debemos rechazar ese cambio ontológico de ciudadano en votante. Los cristianos somos ciudadanos todos los días y queremos hacer muchas más cosas que votar. Por ello votar es lo último que queremos hacer, después de haber intervenido activamente en la sociedad cada día y sin dejar nuestras convicciones más profundas. Creemos que el evangelio provee del marco de referencia más claro y lúcido para interpretar la realidad y actuar en consecuencia.

4. El único contrapeso que existe en una sociedad democrática al sistema de partidos, parapetados detrás de sus estructuras poco penetrables, es la sociedad civil organizada. Esta sociedad civil organizada está formada por asociaciones culturales, ONGs, entidades deportivas, comunidades de fe, etc. Dista mucho de ser perfecta, hay muchos otros intereses detrás, está afectada por el mal también, pero sigue siendo el mejor contrapeso contra la fuerza del Estado, contra las estructuras de los partidos que instrumentalizan el Estado y las instituciones. Debemos recordar que los Derechos Humanos o Derechos Fundamentales aparecen para defender a los ciudadanos, al individuo, contra el poder de los Estados, contra la razón de Estado, etc. Por ello es importante que actuemos como sociedad, que actuemos conjuntamente con otros, que, aunque sea circunstancialmente, comparten objetivos con nosotros durante un trecho del camino. El evangelio no es para encerrarlo, sino para soltarlo. El evangelio tiene un poder transformador desde el interior de la persona a la sociedad circundante, cosa que ninguna ideología ha conseguido jamás.

Que tu participación social no comience y acabe con tu voto. Sino que tu voto sea un paso más, un argumento más, de esa interacción con la sociedad. Que tu voto no sea decidido con los criterios gastados de una política agotada, sin argumento, sin ilusión. Sino que sea el aire fresco de un nuevo Reino que ya aparece por el horizonte. Y si aún no has leído Vota Sabiamente 2015, no dejes de pasar por la web de la Alianza (www.aeesp.net) y descargártelo.