No se recuerda, en nuestro país, un evento evangelístico tan bien diseñado y tan concurrido como el Festival de la Esperanza de Barcelona, y mucho menos una respuesta tan masiva al llamado.
Después de tantísimos detalles organizativos y de todo el colosal esfuerzo realizado por parte de tantos voluntarios y de la inmensa mayoría del liderazgo de las iglesias evangélicas de Cataluña, además de diferentes lugares de España que acompañaron este evento con gran tesón, damos gracias a Dios porque la puesta en escena y los programas realizados durante los dos días del Festival fueron, en líneas generales, impecables; aún tratándose de una macro organización como lo fue este magno acontecimiento de Barcelona. Sin embargo, lo realmente importante fueron las más de mil setecientas decisiones de fe contabilizadas y otras muchas sin concretar que probablemente superarán las dos mil. La asistencia acumulada y datada por el personal del mismo Palacio fue de casi veintiocho mil asistentes al evento, incluso hubo miles de personas que no pudieron acceder al recinto debido al completo total del aforo.
El ambiente, tanto en las gradas como en el escenario y aun entre bastidores, fue realmente vibrante y en diversos momentos altamente emocionante, tanto por la buena música tan bien interpretada por los artistas invitados como por el magnífico coro gospel de quinientas voces que con sus cantos hicieron estremecer a un Palacio lleno hasta la bandera.
Algunas de las primeras impresiones y lecturas que podemos hacer de este acontecimiento son las más destacables, porque otro tipo de consideraciones importantes todavía podrían ser un tanto prematuras. La primera reflexión concluyente es que la convocatoria del Festival superó con creces todas las expectativas y, muy especialmente, la enorme cantidad de invitados que acompañaban a los creyentes pudiendo disfrutar de un ambiente musical inigualable y de unos testimonios vivenciales realmente impactantes.
Lo segundo ha sido la respuesta de centenares de personas al llamado del Evangelio en la voz de Franklin Graham; esos momentos fueron especialmente importantes por la simplicidad del mensaje y su impacto directo en la conciencia de aquellos que respondieron a una llamada al arrepentimiento de los pecados y a la fe en Jesús.
Lo tercero más significativo, ha sido la amplia unidad de visión y de acción por parte de una inmensa mayoría del liderazgo de Cataluña y muy especialmente de Madrid, que también ha venido acompañando muy de cerca todo el proceso de preparación de la campaña.
Al finalizar el evento, Mariano Blázquez -secretario ejecutivo de Ferede- nos declaraba que el boquete que se había producido en el mundo espiritual era enorme y que la magnitud y el alcance de lo acontecido en Barcelona todavía no se podían evaluar a fondo, pero preconizaban un efecto importante para el conjunto de nuestro país en los próximos tiempos. A su vez también Guillem Correa, secretario general del Consell Evangèlic de Catalunya y presidente del comité organizador, nos declaraba que en todos sus años de experiencia en grandes eventos, no había visto ni vivido algo como lo que estaba sucediendo estos días en el Palau.
Mientras, otros muchos pastores y líderes de diversos lugares de nuestra geografía nacional coincidían en decir que no se recordaba, en nuestro país, un evento evangelístico tan bien diseñado y tan concurrido como el Festival de la Esperanza de Barcelona y mucho menos una respuesta tan masiva al llamado evangelístico como la que se produjo este fin de semana pasado en la ciudad condal.
En medio de los rumores de amenazas terroristas y también de la indiferencia de los medios de comunicación generalistas de la ciudad, una vez más hemos sido testigos de que “no es con espada, ni con ejército, sino con Su Espíritu, dice el Señor…” y, de esa manera, es como se ha producido el impacto espiritual vivido en Barcelona los días 1 y 2 de mayo.
Se percibe en el ambiente un cambio de ciclo en la historia de la Iglesia Evangélica Catalana y, por supuesto, también un cambio de tendencia espiritual en todo el Estado español. Somos muchos los que creemos que nos encontramos ante nuevos tiempos y nuevos desafíos.
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