Historias ataviadas de papel

Contemplo lo que me rodea. Las cosas que pasan desapercibidas, los ojos de quienes miran sin ser mirados, las cuajadas gotas de recuerdos que a menudo me visitan y me estrechan entre sus notas del ayer.

A veces me sorprendo a mi misma entonando algún que otro poema que olvidado deje crecer entre mis ansias ingenuas de adolescente, una cancioncilla torpe de mujer encarcelada entre un sin fin de dudas y que a fuerza de imaginar un mundo diferente luchó cual rebelde sin causa en la difícil empresa de la vida.

Hoy deshojando el pasado encuentro esos libros leídos y me sobrecoge el dulzor amigo de los días pretéritos. De aquellos momentos que encauzados entre ilusiones crearon algunos de mis sueños, unos se han cumplido, otros sólo los he soñado, pero lo cierto es que aquí estoy y aunque con algunos años más, admito tener ese mismo sentir que en su día me coronó y que hoy me ofrece su repique de alegría.

Hoy desempolvo los libros leídos en mi adolescencia, historias sencillas de seres anónimos que pasaron a engrosar una larga lista de amigos.

Los libros han sido para mí navíos en los que hacer vertiginosas travesías, conocer lugares exóticos, adentrarme en corazones ajenos.

Los libros, pequeños mundos de papel que te invitan a soñar.

Hoy en día ver a un niño, niña leyendo me sigue pareciendo una escena maravillosa, una escena que me rescata del presente y me vuelve a llevar al pasado para reencontrarme con la niña que fui, ese párvulo ser que descubrió en los libros un mundo diferente.

Puede que con el paso del tiempo, que nos olvidemos de los más delicados e insignificantes detalles.

Puede que el aire que nos envuelve se vuelva frío y nostálgico, que sopesemos las razones del porqué vivir y hallemos al final la cruda realidad de un mundo demasiado trágico para tantas ganas de soñar.

Todo ello puede ocurrir, mas hemos de ser fuertes y no ceder a nuestras ganas de conquistar, dejar a un lado la pereza y arremeter con valentía ante todo lo que nos rodea, sólo así lograremos regalarles a quienes fingen ser fuertes nuestra torpe mano plagada de humanidad para que se agarren con fuerza y así enseñarles una forma sencilla de vivir.