El símbolo de la Cruz en Marcelo de Cauquenes y Pablo de Temuco

¿Cuál cruz es la que queda? No es una pregunta retórica, máxime cuando acaban de aquietarse las procesiones y los miles de cofrades han guardado sus hábitos hasta la próxima Semana Santa. ¿Quedan, realmente, esas hermosas cruces con sus Cristos bien tallados en maderas policromadas? O, por otro lado, ¿queda la Cruz que la genuina fe cristiana ha tallado en el corazón de cada creyente?

Esto fue lo primero que pensé el pasado mes de noviembre, cuando me encontraba en Lima para acompañar a mi padre en el tránsito final de su existencia. Me llegó un correo electrónico, con la petición de escribir un pórtico o unas líneas para el libro que estaba preparando un joven escritor pero viejo poeta, de origen chileno, a quien hace años conocí en Salamanca mientras realizaba sus cursos de doctorado en Literatura Hispanoamericana y quien, desde hace algún tiempo, vive en Estonia: el mundo está cruzado por antípodas que se unen, de tanto en tanto.

Este poeta al que mucho quiero es Marcelo Gatica, quien participó en el XIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos organizado por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes y que en 2010 se dedicó al poeta portugués António Salvado. En las primeras páginas del manuscrito venía, a modo de inscripción, una posible respuesta, pergeñada por Gatica: ‘Sin la cruz Jesús/ sería un bello astronauta en tiempos/ de tierras planas.// Con la cruz/ abrió la bóveda celeste/ de nuestros corazones en tiempos/ de maquinarias y espejismos’.

Y, a pesar del desasosiego carnal y emocional, mi espíritu me impulsó a adentrarme en el manuscrito, pues era una ofrenda dedicada al Cristo nuestro. Y ya, más sosegado, constaté que estaba ante un libro mixto (poesía y fotografía). Más aún, estaba ante un libro de fotopoesía de dos creadores, tan hermanados en su fe cristiana, que habían querido entrecruzar sus textos y fotografías para donar un solo cuerpo. El otro artista es Pablo Gutiérrez, también chileno, físico por la Universidad de Chile y quien estuvo por Francia realizando estudios doctorales.

En Lima, con mi padre en las últimas, pude escribirles unas líneas cargadas de sinceridad y de admiración por su Cruzada de amistad que ya dura varios lustros; por sus propuestas en torno a la simbología de la Cruz que siempre será la puerta de entrada para llegar al Amado galileo, El que nos queda en el corazón luego de las puestas en escena. Este pequeño texto lo remití a Estonia, para que sea reenviado a Chile, donde la imprenta lo agregaría a su libro: ‘He aquí a dos que miran (y sienten) el perfecto legado del Traspasado. Y más que cielo o tierra, más que imagen o verso, lo suyo es Pasión que alumbra la órbita sombreada de la Cruz, aquella que muchos realmente no perciben, más atentos a los ayes y los amenes. Sí, escriben y captan aquello que marcan sus ojos o el Espíritu, pero en realidad son dos luciérnagas al servicio del Ojo y del Hijo. Sí, son cristianos, pero también donan ofrendas de calidad: hay Poesía cuando Gatica se pronuncia; hay Visión en los instantes perdurables atrapados por Gutiérrez. Todo se entrecruza en lo extenso del Misterio, en lo profundo de la Cruz: Marcelo de Cauquenes y Pablo de Temuco enlazan arte y amistad, Evangelio y vida de ahora mismo. Celebro su propuesta y simbología. Y lo hago porque no están rezagados del Verbo’.

Pues el pasado miércoles, desde Tallin, llegó a mi domicilio de Tejares el libro ya salido de imprenta: ‘Crucial’ (Ortiga Ediciones, Santiago, diciembre 2014, prólogo de Stuart Park, pp. 96), lo tengo entre mis manos (y ante el ojo de la fe). Es la primera ´criatura’ nacida del entrecruzamiento de Marcelo Gatica y Pablo Gutiérrez. Un Pablo que dice: ‘Caminar por la cruz significa/ cobrar aliento:/ avanzar porque la cruz existe,/ y permite volver al Padre’. Un Marcelo que añade: ‘Hay apariencias que/ no son apariencias/ Sino espejos/ que nos recuerdan/ nuestra/ naturaleza.// La silueta de la cruz/ ha permanecido tallada/ en el barro/ como el ascensor/ de nuestro despegue cotidiano’.

Ellos volvieron al barro, a la calle, para sí rozar el cielo. Por ello las fotos de paisajes rurales y urbanos que son metáforas de la Cruz y del Cristo que ha estado y estará entre los que más lo necesitan.

(Marcelo Gatica y Pablo Gutiérrez forman parte de GBU Chile, y este libro tuvo su germen en una exposición itinerante que hicieron, hace años, en centros universitarios y otras instituciones de su país)