Al levantar la vista y ver la mucha gente que le seguía, Jesús dijo a Felipe:
—¿Dónde vamos a comprar comida para toda esta gente?
—A mí no me preguntes, respondió Felipe, tú eres el maestro, piensa un poco, invéntate algo, lo que sea.
—Tienes razón. Será mejor que improvise. A ver, a ver...
—Ni siquiera doscientos denarios de pan bastarían para que cada uno recibiese un poco, dijo Felipe, y sonrió sarcásticamente echando una mirada a la multitud.
Entonces otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, que también se había dado cuenta de lo que ocurría, dijo:
–Mirad, a decir verdad, por ahí anda incordiando un niño presumiendo de que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es esto para tanta gente?
Entonces, Jesús, alzando sus ojos al cielo, vio una luz y dijo:
—¡Ya está!, creo que lo mejor que podemos hacer es asumir el problema. Separemos los cuerpos de las almas y demos a cada parte lo que necesita. Así lo solucionamos y hacemos que quede precedente para todos aquellos que, a lo largo de la historia, quieran seguirme. Tomad nota: Al cuerpo, lo que es del cuerpo y al alma, lo que es del alma. ¡Traed esos panes y peces!
Pero Andrés tenía sus dudas y continuó:
—¿No será mejor decirle al muchacho que se vaya corriendo, no sea que ante esta provocación, se le avancen, le roben lo que tiene y al llegar a su casa con las manos vacías, la madre le dé, además, una paliza?
Jesús respondió:
–¡No jorobes, Andrés! Mejor haced que todos se sienten. Empecemos con la separación. Se está haciendo tarde, no perdamos más tiempo. Felipe, las almas a la derecha y los cuerpos a la izquierda, ¡ya!
Había mucha hierba en aquel lugar, y se sentaron. Eran unos cinco mil cuerpos con sus respectivas almas. Jesús tomó en sus manos los panes que tenía el muchacho, y después de dar gracias a Dios los repartió entre los cuerpos que estaban sentados a la izquierda. Hizo lo mismo con los peces, dándoles todo lo que querían. Cuando estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:
–Recoged los trozos sobrantes, para que no se desperdicie nada, quizás mañana volvamos a necesitarlos. ¡Vamos, rápido! ¿no veis que estorban?
Ellos los recogieron, y llenaron doce canastas con los trozos que habían quedado de los cinco panes de cebada. Los peces se consumieron todos.
Las almas que estaban a la derecha, por un lado, estaban asqueadas viendo el apetito desmesurado de los cuerpos, pero, por otro lado, se asombraban al ver esta señal milagrosa hecha por Jesús, y decían:
–Verdaderamente este es el profeta que había de venir al mundo para salvar lo etéreo.
Al ver Jesús la alegría que las almas sintieron y que ya estaban preparadas para recibir su mensaje, volvió a llamar a Felipe y le dijo:
—Di a los cuerpos sentados a la izquierda que pueden irse. Quiero empezar con mi predicación.
Vuelvo a pedir perdón por el atrevimiento anterior, pero resulta curioso oír referirse a las almas que pertenecen a una congregación. Parece que de las personas sólo es importante la parte invisible, que lo demás no cuenta o es pecado.
Una se atreve a deducir que hay quienes creen que el alma está hecha por Dios y el cuerpo por el diablo. Sé que esas no eran las maneras de Jesús ni el evangelio que predicaba.
He aquí algunas preguntas que se me vienen al contemplar algunas circunstancias:- ¿Convertir almas o personas?
- ¿Compartir la vida cristiana con personas o con almas?
- ¿Se encarnó Jesús?
- Jesús ¿sólo sanaba almas?
También me pregunto si para entrar en algunas iglesias hay que dejarse el cuerpo fuera.
Si quieres comentar o