No podemos olvidar la minuciosa aportación de Manuel Filgueira Arias a la biografía del General Labrador, que igual que Matamoros años antes, supuso en despertamiento de la conciencia nacional hacia las libertades. Dice este autor: “Si significativo es que los heraldos del evangelio vengan a Ferrol a cara descubierta y, en cierta forma alegórica, “por mar”, sigue ahora maravillándonos el que del seno de la Marina surja este hombre de alta graduación militar, creyente andaluz, aunque con una fe “amortiguada” –según propio testimonio- hasta que un incidente ocurrido el día 7 de enero de 1902 hace resurgir su fe y valentía manifestados años atrás”. Destaca en su biografía que Labrador “entre los siete u ocho años se quedó huérfano, no quedándole hermanos. Entonces estuvo bajo la tutela de un pariente, también de pocos bienes, que le dedicaron al trabajo manual. Cuando cumplió los 16 años dejó la casa de su pariente y se puso a vivir solo, trabajando como carpintero de ribera”. “Se casó y, al poco tiempo, creyó que Jesucristo era su salvador por medio de otro Condestable, llamado D. José de los Santos Romero, a cuyas órdenes estaba. Después de casado y con hijos, y visto que los alumnos de la Academia de Oficiales de Artillería de Marina eran externos y que disfrutaban de un sueldo, aunque modesto, se propuso llegar a oficial de Artillería, poniendo toda su confianza en Dios Todopoderoso, el cual le ayudó como verá más adelante el lector –dice Filgueira-.
Nos interesa la estancia en El Ferrol que ha estudiado cuidadosamente este autor porque nos remite a los primeros pasos de las congregaciones del XIX: “Aunque D. Juan Miraz, en su “Compendio Histórico de la Iglesia Cristiana Evangélica de El Ferrol”, dice que D. Juan Labrador vino al Ferrol en 1884, es probable que no lo hiciese hasta finales de 1886 o entrado el año 1887. Asimismo, siguiendo el relato de los “Datos biográficos”, vemos que en 1893 se encuentra en el Arsenal de la Carraca (San Fernando) durante la Guerra de Melilla. También permanece en Cuba “durante todo el tiempo de la guerra, en el Arsenal de La Habana”, hasta que en 1898 regresa a España repatriado. No podemos conocer la fecha en que de nuevo se incorpora a la Base del Ferrol. Lo que sí sabemos, por su mismo testimonio en una declaración con motivo de un posterior proceso en el año 1913 en San Fernando, es lo siguiente:
“1ª. Que desde que profesa la religión cristiana evangélica hasta que tuvo lugar la fiesta del patrón del Ferrol, que no recuerda si fue la de 1901 o la de 1902, asistió a
todos los actos del culto oficial a que le mandaron, incluso al mencionado, haciéndolo siempre involuntariamente, aunque su fe estuviese amortiguada, como lo estuvo a veces; entendiendo que, formando parte de una corporación oficial, podía asistir a los actos religiosos de que se trata sin faltar a los deberes que su religión le impone. Pero en la fiesta de referencia oyó decir al predicador que primero debían obedecerse las leyes del Papa que las del Estado, principio publicado en algunas pastorales de obispos, ocurriendo al poco tiempo hechos que avivaron su fe; y, sin poderlo remediar, creyó firmemente desde aquella época que no debía asistir a más actos religiosos que a los cristianos evangélicos; y no asistió, unas veces porque lo han dispensado a su petición, y otras por desempeñar destinos, también a su petición, en los cuales no precisó asistir a actos religiosos.
Según el testimonio de D. Jorge Davis al respecto:
“En 1902 D. Jorge Chesterman desde La Coruña visitó en la cárcel de Santiago a un joven recluta, José Graña, de Marín, convertido en Estribela. Fue procesado y condenado a seis meses de reclusión por rehusarse a hincar la rodilla en el acto de la elevación de la “hostia”. Le llevaron maniatado a la cárcel de La Coruña. Leyendo
de esto en El Ferrol, en los periódicos, el Teniente Coronel D. Juan Labrador, creyente (de Andalucía), fue compungido de corazón viendo la fidelidad de Pepe Graña; le visitó en La Coruña, y le abrazó en la celda, y oraron juntos al Señor. Ahora tuvo D. Juan Labrador que sufrir pena de “arresto menor”. Pero se llevó asunto a Madrid y, al fin, tanto él como Pepe Graña fueron puestos en libertad”.
“El ejemplo del mozo de tal manera le aumentó la fe a D. Juan que ya no ocultó más su luz. Su testimonio avivado resultó en la salvación de otros oficiales en El Ferrol. Por medio de D. Juan Labrador se convirtió el Capitán de Infantería de Marina D. Manuel Jordán. Los dos hablaron con sus compañeros, y se convirtieron el Capitán D. Generoso Ares, el Teniente Eduardo Arias, el Condestable Mayor D. Adriano Rivera y otros militares, como el Sargento de Música D. Domingo Baamonde. Éstos pedían tratados a Madrid, y los repartían andando por las aldeas de la comarca, hablando de Cristo a las almas. D. Juan Labrador sufrió perjuicios en su carrera, pero fue fiel”.
Este autor también hace partir la formación de la iglesia local de El Ferrol desde 1902, por medio del testimonio recuperado y valiente de D. Juan Labrador y otros.
DON JUAN LABRADOR - PRIMER PERIODO DE LA IGLESIA FERROLANA
No dejan de tener suma importancia para el historiador el detalle de la formación de las iglesias evangélicas nacido de fuentes primarias, como es el caso que reproducimos seguidamente.
“Cotejando los datos existentes, hemos de intercalar aquí –siguiendo un orden lógico- el relato dejado por D. Juan Miraz en su Compendio manuscrito sobre el “Primer período de la Iglesia”. Si bien el Sr. Miraz parece situar estos hechos alrededor del año 1885, inmediatamente después de la llegada de D. Juan Labrador al Ferrol –que él dice ocurrir por el año 1884-, la cual ya hemos situado, como fecha más temprana, a final de 1886 o en 1887. De todas formas, nada se sabe de las actividades evangelísticas del Sr. Labrador en Ferrol anteriores a 1902, como también queda dicho más arriba.
Estando, por tanto, suficientemente informado el año en que comienzan las actividades evangelísticas de la naciente iglesia (1902), nos parece muy interesante el relato del Sr. Miraz, de cuya veracidad no dudamos, ya que seguramente coincide con lo que otros habrán oído sobre el amanecer de la iglesia del Ferrol. Oigámosle:
“Sus primeras actividades se desarrollaron en casa de un activo y sencillo matrimonio creyente en el Señor que, por entonces, vivían en el lugar llamado “La Malata” –muy cerca de donde está instalada actualmente la zona de la Feria de Muestras y de Industrias Navales. Algunos recordamos donde estaba situada esta casa, por hallarse en la bifurcación de las carreteras que derivan hacia La Cabana y Serantes-. Al lado de esta casa había una tienda de ultramarinos y carnicería que también tenía un anexo donde despachaban bebidas y refrescos. Recordamos esto por la sencilla razón de que con frecuencia se paraba allí, pues su paso era obligatorio al ir andando hacia La Cabana y La Graña. Por estas circunstancias, o tal vez por otras, había amigos y simpatizantes que tenían la oportunidad de oír las palabras de vida eterna, ya que regularmente se hacían cultos familiares en casa de este amado matrimonio. Será bueno decir que este hermano en Cristo pertenecía a la Armada Española como técnico de velamen. Sentimos muchísimo desconocer los nombres de tan destacados creyentes, toda vez que en su casa tuvieron lugar las primeras “andadas” de la iglesia local ferrolana. Damos muchas gracias al Señor porque sabemos que sus nombres están escritos en el libro del Cordero de Dios y de la vida eterna. Conocemos otros varios detalles de estos buenos hermanos por su fidelidad en anunciar el reino de Dios y su justicia, sabiendo que su trabajo en el Señor no fue en vano. Parece ser que cuando fue jubilado este fiel siervo del Señor, él y su buena esposa se fueron para su tierra natal, Cartagena”.
Ya sabemos por el escrito de D. Jorge Davis que D. Juan Labrador y otros compañeros convertidos “pedían tratados a Madrid y los repartían andando por las aldeas de la comarca…” D. Jorge Chesterman visitaba a este grupo desde La Coruña, desarrollaba labor evangelística y se reunía por las casas para predicar el evangelio y adorar al Señor como iglesia.
El primer Consejo de Ancianos de la naciente iglesia ferrolana, según lo consigna el señor Miraz, estaba formado por D. Juan Labrador, D. Manuel Jordán y otros durante el “Primer Período”, que situamos entre 1902 y 1905. (No se conoce la fecha exacta en que D. Juan Labrador fue trasladado a Madrid).
Al escribir esto me es muy difícil el poder plasmar el sentimiento con que los miembros de aquella primera congregación hablaban de D. Juan Labrador, que ellos pasaron a otros, los cuales nos lo han contado a nosotros. El rostro de aquellos hermanos resplandecía cuando evocaban las primeras jornadas de la iglesia en Ferrol; ellos tenían en mente a un hombre en particular: D. Juan Labrador. Y nunca se separaban, al mencionar a este hombre creyente, sus méritos y alta graduación militar de su fidelidad como cristiano; siempre iban juntas sus virtudes cristianas y su personalidad militar.
Cuando abrimos el antiguo libro de membresía de la iglesia, encontramos en su encabezamiento: “D. Juan Labrador – Teniente Coronel”; y, en este tenor, se siguen registrando los otros cinco militares, apareciendo al lado del nombre su graduación militar.
“Cuando esta pequeña comunidad, esta “manada pequeña”, puede contar como miembros de la naciente iglesia local a estas seis personalidades militares encabezadas por D. Juan Labrador, su oprimido corazón y su moral como persona humana se ensanchan y en su rostro aparece una dulce sonrisa en recuerdo de lo que Dios quiso hacer en los comienzos de la obra aquí en Ferrol”. De no mediar otro destino entre la salida de Ferrol y el traslado a San Fernando en 1912, resultaría que el Sr. Labrador abandonó Ferrol en 1907; permaneciendo, por lo tanto, en esta Plaza –con algunas ausencias- durante 20 años.
La “Revista Cristiana” de 1914 pretende sacar unos datos biográficos de Juan Labrador que no fuesen laudatorios y que diesen noticia escueta de los acontecimientos del proceso surgido al entonces Coronal Labrador.
Decía el artículo que
Cita este artículo de Revista Cristiana al aperecido ya en “Ejército y Armada” donde entre otras cosas dice:
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i La obra evangélica en Ferrol. Manuel Filgueira Arias 1985
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