De frente y con mentiras

Nos vimos de frente, al final de uno de esos encuentros en los que, algunos, tocados por el Espíritu Divino, nos sentimos movidos al perdón y a la reconciliación.

Yo fui una de esas que abrió su corazón de par en par para dejar entrar el deseo de ser buena persona, condescendiente con los demás.

Tal sentimiento de euforia, pues daba saltos, me llevó a acercarme a ella para preguntarle si le pasaba algo conmigo. Hacía tiempo que no nos comunicábamos. Se había vuelto muy rara, había dejado de hablarme y de tratarme de la misma manera que lo había estado haciendo durante años. Ya no salíamos juntas. Ya no nos llamábamos por teléfono... Ya no nos contábamos nuestros secretillos. Ya nada de nada.

Me besó y dijo que se encontraba bien, que era feliz. Pero no la creí. He dicho que me había sentido tocada por el Espíritu Divino y sé que no decía la verdad. Ella se ido alejando de mi amistad. Y punto.

A fin de cuentas, si no quiere ser sincera conmigo, allá con su problema. Tampoco hice nada del otro mundo. Total, por cuatro desplantes de nada que le di...

No creo que, por mi parte, fuera tan significativo lo que hice. Cuando venía a verme yo no le abría la puerta; cuando me telefoneaba y aparecía la identificación de su número, no atendía la llamada; cuando me hablaba delante de otras personas, le daba desplantes; cuando me la encontraba en la calle, yo cruzaba de acera para no hablarle.

Yo soy así, y ya sea ella o Perico el de los Palotes, tienen que aceptarme y comprenderme con verdadero amor del Señor. Lo dice la Biblia. No hay que tomarse las cosas tan a pecho, ni darle tanta importancia. Nadie es perfecto, ¡válgame Dios! La vida es bella, las cosas se toman de otra manera, ¿no es así?

Sin embargo, el Espíritu Divino me tocó en aquella ocasión y no quise dejar pasar la oportunidad de descargar mi conciencia.

Y repito, al preguntarle si le pasaba algo conmigo, va, la tonta, y me dice que no le pasa nada, ¡cómo si yo no supiera que está rara! ¡Anda, que si llego a saber que me iba a responder así..., se le habría acercado quien yo sé! ¡Encima que voy de frente y me humillo!

¿Pero quién se habrá creído que es? Cuando me la encuentre de nuevo, por mucho Espíritu Divino que me toque, ésta se va a enterar...