¡Ay el reloj!

Otras veces, a mi reloj biológico humano le da por despertarme media hora antes que mi reloj a pilas. Seguramente mi hora cerebral no está sincronizada con mi despertador de mesilla, o que están enemistados, o que se hacen la competencia... No sé que hacer.

En ocasiones he intentado atrasar mi reloj cerebral y no he podido, entonces he desconectado mi despertador a pilas y llego tarde a cualquier sitio. Creo que el problema es que entre ellos no se ponen de acuerdo, y me levanto con dolor de cabeza.
En fin, como digo, estamos sujetos al reloj, o a los relojes, el biológico y el de pilas, porque estamos sujetos a horarios.

Sin embargo, hay un grupo de criaturas humanas privilegiadas que han logrado desconectarse de ambos. No cambian las pilas gastadas del despertador y no oyen el timbre biológico. Estos son los impuntuales.

Además, tienen un don especial que todavía no logramos resolver los que hacemos uso del reloj biológico y el reloj a pilas. Es lo siguiente: Por ejemplo, si el culto del domingo es a las 10:30, ellos llegan por costumbre a las 11 en punto. ¡Admirable! No usan el reloj pero tienen un cronómetro fascinante y raro. Saben que esto último ocasiona dudas a los otros, o sea, a nosotros, los que funcionamos con los dos relojes y para consolarnos y no pensemos que se trata de una mera falta de respeto, ¡líbrenos Dios de llegar a tal conclusión!, suelen dar alguna razón evitando así que nos volvamos locos cavilando en cómo ellos, los otros, los sin reloj, pueden llegan siempre con los mismos minutos de retraso a cada encuentro.

Para evitar cualquier mal pensamiento por nuestra parte, cargan el muerto a otra persona, animal, o cosa con excusas bastante peculiares, más bien de película de ciencia ficción, todas las catástrofes les pasa a ellos y cuentan sucesos así de misteriosos al que coincide a su lado en el banco, que, aunque no pregunte, es la persona más adecuada:
-El autobús no pasó (Si algún día se encontrara el lugar donde reposan tantos autobuses que no pasan...).
-No me despertaron a tiempo esta mañana (Normalmente hay alguno de los que usa reloj que olvida la obligación de despertar al que tiene prisa).
-Tuve una llamada de teléfono justo antes de salir (Por si quien lo llamaba lo estaba viendo por algún agujerillo, tuvo que atenderla para no quedar mal).
-He pinchado (Al no haber más explicación, aquí entra cualquier tipo de pinchazo)
-Nadie me ha recordado que hoy es domingo (Estos son los que aparte de no tener reloj, perdieron la cabeza un día de aquellos).
-A mi reloj de pulsera le ha fallado el mecanismo (Al no funcionar, se le ha incrustado en el brazo como un hueso y ha tenido que ir a urgencias).

Y así nos conforman, nos convencen, nos tranquilizan...

Lo más gracioso es la manera que tienen de llegar: desaforados, tropezando con los bancos cuando divisan un hueco libre, la cara roja como un salmonete y..., hablemos claro, los ojos aún pegados por el sueño.

¡Ay el reloj!