Sin embargo, van pasando las horas y aquí sigo, vivita, coleando y con los ojos como platos, así que aprovecho y te hago una nueva petición. Y van dos:
Dios mío, pon un negro en mi vida. Porfi, uno de esos que, aunque no le veo ningún parecido con
Obama, los que entienden dicen que es clavadito, pero reducido a muñeco de 36 centímetros de estatura. O sea, dicho de otra manera, Señor, un Obama reconvertido de frasco de colonia a perfume. ¡Hay que ver en qué poca cosa quedan los políticos cuando los transforman en monigotes! Deseo el original, mi Dios, made in Germany. Cuestan 139 euros, y tú puedes. Salen 50 euros más barato que la miniatura de
Angela Merkel.
Es que donde nos pongamos las mujeres..., ¿verdad, Señor? Sinceramente y con el corazón en la mano te digo que ya no puedo conformarme con tener su nombre y el de
Hílary en la sopa mía de cada día. Lo quiero ahora, para que esté, como tú, siempre presente en mi vida. Vivirá sobre el televisor de la cocina, fíjate, para que no haya riñas con las réplicas del
Papa Benedicto XVI y del
Dalai Lama que viven juntos en la vitrina de la salita.
Aprovecho este momento, Señor, para darte, una vez más, las gracias por todo lo bueno que ocurre en mi vida: El complejo de incompetente que tenía, se me ha quitado a los quince días de estar tomando
All Brand, tal y como dice el anuncio. Es más, las fotocopias han dejado de importarme. La línea corporal la llevo bastante recta desde que bebo
Buckler 0,0. Conduzco como tú mandas y, además, no necesito hacer gimnasia. La cerveza me tiene en forma. Cuánta más, mejor. Pierdo 2 kilos por hora.
Como por arte de magia, el más pequeño de mis niños, ha dejado de mancharse con barro cuando hace deporte al aire libre. Le compro
Actimel todos los días. Las madres, bien lo sabes, queremos salud para ellos y eso repercute en el fango. De un tiempo acá, se defiende mucho mejor en las peleas que surgen entre sus compañeros de clase, desayuna cada mañana
Cuétaras Flakes, los cereales más bestias.
En cuanto a mis niños mayores, las compresas
Ausonia me ayudan a explicarles, mejor que nadie, cómo tienen que declarárseles a las muchachas.
Y algo importante: He dejado atrás el histerismo desde que uso
Wip Expres. Ahora me río de las manchas.
¡Qué más se puede pedir de la vida cuando la prensa del corazón y los anuncios publicitarios te la hacen más fácil cada día!
Y hablando de anuncios, también sabes, Señor, ¡qué habrá que tú no sepas!, del tema de las
65 horas de jornada laboral que la Unión Europea está difundiendo a los cuatro vientos.
¡Vamos!, el asunto está como para que se me quiten las ganas de escribir tonterías. Con tanto trabajar, no me va a quedar tiempo para llevar de paseo hasta la vitrina a mi muñeca de todo a cien, Amy Winehouse. Hace días que está ansiosa por cantarle Rehab a la réplica de Benedicto XVI en presencia del Dalai Lama. Caprichos de la niña. Ni enfrentar los 36 centímetros de Obama con corbata azul a mi muñeca Nancy que ahora llamo Hilary. Ni comprar dos Angela Merkel al precio de una en las rebajas. Ahora, cuando se aprueben las 65 horas, lo mejor que puedo hacer es aumentar mi porción diaria de All Brand y comerme yo todas las Cuétalas Flakes.
En cuanto a las declaraciones de mis hijos a sus novias, que se las apañen directamente con Ausonia. No estaré para nada ni para nadie. Solo para esas 65 horas semanales. Transfórmame, Dios, como a Bea y haz que los descansos sean tan frecuentes como los de Camera café.
Otra petición, si no es mucho abusar. Y van tres:
Visto ya el horizonte de la tierra prometida, Señor, ¿podrías hacer conmigo como con Moisés?
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