Se equivocó la paloma

Si alguien vive sin futuro y de repente se le abriese una puerta... ¡UNA!, ¿no intentaría salir hacia la luz por ella? ¿Sería criticable si una mujer se estuviese ahogando y se agarrara, para salvarse, al único tronco que pasa a su lado en los momentos difíciles, transformándose en una tabla de salvación que, bajo promesa, le garantiza que la va a conducir a la orilla de la felicidad más cercana?

TUS OJOS ABIERTOS AUTOR Isabel Pavón 22 DE MARZO DE 2007 23:00 h

Cuántos intereses creados alrededor de la mujer, cuánto negocio sucio, cuánto maltrato...

Una chica rumana de 22 años ha intentado liberarse de sus compatriotas arrojándose desde un undécimo piso. Como una paloma, quiso echarse a volar. Sus 5 secuestradores la tenían allí enjaulada, con las alas cortadas, sin documentación, constantemente vigilada, y sólo podía salir cuando era trasladada como carne fresca que iba a ser vendida en el mercado (un bar de carretera), para ejercer la prostitución.

La chica llegó a España cargada de sueños dentro de una pompa de jabón, esperanzada en la falsa promesa que le hicieron: Un trabajo legal y estable. Mas “se equivocó la paloma. Se equivocaba. Por ir al norte, fue al sur. Creyó que el trigo era agua. Se equivocaba”. Pero al instante de su llegada, la pompa de ilusiones explotó y se dio de bruces contra la realidad. “Creyó que el mar era el cielo; que la noche, la mañana. Se equivocaba”.

La han convertido en un trapo demasiado sucio al que han golpeado con palos, amenazado, y maltratado psíquicamente.

La joven vio una oportunidad de huir arrojándose por el balcón. “Que las estrellas, rocío; que el calor, la nevada. Se equivocaba”. Llevaba tres meses sin que nadie enjugara sus lágrimas. “Que tu falda era tu blusa; que tu corazón, su casa. Se equivocaba”. Vivía con una única obsesión: Huir, huir, huir... aunque fuese hacia la muerte, ¿no es la muerte, en casos así, una liberación? ¿Lloraba mientras sus alas rotas surcaban el aire? ¿Qué sentía?

¿Cómo se puede vender a alguien y vivir a su costa? ¿Cómo pueden los hombres que acuden a este tipo de establecimientos comprar esta mercancía conociendo su situación, su procedencia? ¿Cómo se puede tener el estómago tan duro para consumir este producto? ¿De qué lado están sus corazones? Lo sé. Son demasiadas preguntas.

Una muchacha joven ha caído, como tantas otras, en manos de gente destructora. “(Ella se durmió en la orilla. Tú, en la cumbre de una rama)”.

Que Dios se apiade de los culpables, no sé si alguien más podrá hacerlo.

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