Huella que hizo historia

Cada ser humano emprende al nacer una procesión única. Un “paso” que puede ser corto o largo; sin embargo, lo importante es que encuentre pronto el Norte hacia donde dirigirse, calzarlo con un material seguro y fuerte: la fe (convicción de lo que no se ve).

En nuestro siglo XXI puede parecer ridículo ser creyente con Norte fijo. Por eso hemos de abrazarnos a la esperanza que tenemos para no abandonar la Dirección que hemos elegido: Jesús. Su Pasión, Muerte y Resurrección celebramos estos días.

Los que creemos en Él, sabemos que Su sacrificio, fuera de todo festejo, es la solución a nuestras vidas. Su Huella, hizo Historia.

Somos libres de elegir el destino hacia donde encauzar nuestra existencia. Seamos conscientes también de las consecuencias en las que dichas elecciones desembocan.

Jesús, es Uno, aunque multitud de sucedáneos paseen nuestras calles vestidos de diferentes formas y colores. Vino para entregar su Amor a este mundo repleto de huellas sin Norte. Huellas que van de acá para allá, de izquierda a derecha o caminan en círculos; y nos mostró la Senda, que no es otra que creer que murió por todos. Que resucitó al tercer día, con el fin de que los que andan sin rumbo fijo, si le siguen, resuciten también y formen parte de Su Gloria.

Jesús dejó las huellas de sus pies bien marcadas. No las busquemos en rastros de cera adheridas al pavimento; ni sobre el oro o la plata que repujan los tronos. Busquémoslas en Su Palabra de Luz, la que revela los enigmas que la presenta la vida. Esa es nuestra fiesta.