Exacto. Se les llaman elementos innovadores. No es verdad. Son elementos transgresores. Uno de ellos es la música. A principios de este verano que ya ha transcurrido tuvo lugar en Madrid un llamado
Festival Luis Palau. Los organizadores dicen que asistieron 35.000 personas. Se suponía que se trataba de una campaña evangelística, destinada a alcanzar a los no creyentes con el anuncio de salvación en Cristo.
Hubo mucha música. Grupos musicales, intérpretes en solitario, canciones aflamencadas con letra religiosa, orquestas. Los asistentes cantaban, se excitaban, aplaudían, alzaban las manos. El gozo del Señor, decían, los inundaba, los desbordaba, el Espíritu Santo los transportaba.
No opino.
Días después hubo un concierto musical en el estadio Calderón, propiedad el equipo de fútbol Atlético de Madrid. Se juntaron 50.000 personas. Las reacciones de estas personas ante los grupos musicales que animaban el festival eran idénticas a las que asistieron a la convocatoria de Palau: saltaban, se movían, levantaban las manos, reían, aplaudían, se abrazaban. Estaban llenos de gozo, decían.
Pregunto: ¿El gozo de los asistentes a la reunión evangélica era gozo del Señor y el de la gente en el Calderón era gozo del diablo? ¿Una era la alegría del Espíritu y la otra era la alegría de la carne? Algunos de los que estuvieron con el pastor evangélico, ¿no irían días después a escuchar al cantante de rock? ¿Tanto nos cuesta admitir que la música en sí misma, sea pagana o religiosa, suele provocar las mismas reacciones en quienes la oyen? La chispa que hace que el rock gire ¿no será la misma chispa que enciende a los asistentes a una reunión evangélica?
De ninguna manera, que se me lea bien, que no se me malinterprete, de ninguna manera este artículo es una crítica a Luis Palau. Para nada. Tan sólo estoy expresando mi desacuerdo con algunos métodos modernos de evangelización. Conozco personalmente a Luis Palau. He asistido a algunas de sus campañas evangelísticas. He visto a éste hombre de Dios agarrando en sus manos la Biblia abierta y denunciando con poder la realidad del pecado y llamando al arrepentimiento. He visto a centenares de personas avanzar hacia la plataforma donde él se hallaba orando. Iban compungidas, tocadas, llorando, implorando ayuda espiritual.
¿Qué ha hecho a Palau cambiar el mensaje? ¿Quién le ha engañado- también a él- con esa historia de que hemos de adaptar la predicación a los tiempos modernos? Qué hemos de utilizar los medios y los métodos que el mundo de hoy nos brinda.
¿Seré yo el pretérito, el fosilizado, el momificado, el anticuado, el ultra, el conservador que no sabe interpretar el signo de los tiempos?
Perdón, perdón por estas referencias personales, que escribo sólo a modo de ilustración: acabo de regresar de México y de Cuba. En Campeche prediqué cinco noches en una campaña evangelística y tuvimos 39 conversiones. Sin un solo instrumento musical. En Matanzas prediqué a 260 jóvenes llegados de varios rincones de la isla y 12 de ellos se decidieron por Cristo. Sin una sola nota musical.
Cuento esto para desmentir a quienes dicen que si no les damos música, la gente no acude a las convocatorias evangelísticas. ¿Qué ocurría en la España evangélica desde la segunda reforma al final del siglo XIX hasta hace unos pocos de años? ¿No se convertía la gente sin música? Más y mejor que ahora. Más porque ahí están los números. Mejor, porque respondían al llamado de la predicación bíblica, no al rock cristiano que se está imponiendo en las iglesias.
Sé perfectamente que estoy jugando con fuego. Que el tema de este artículo desagrada. Lo lamento. Pero siento que he de gritar estas cosas. No ofendo a nadie.
Concluyo: El pasado mes de julio el diario madrileño
EL PAÍS contaba el atentado terrorista contra hoteles situados en las playas de Sharm el Sheij, en Egipto. En medio de la confusión del momento, para calmar el pánico, el director de un hotel ordenó al jefe de la orquesta allí instalada: “Pronto, música, más música”.
Pues eso: a quienes vienen a nuestras iglesias para alimentarse de la Palabra de Dios, démosles música, más música, si es que no sabemos qué otra cosa darles.
Si quieres comentar o