El nombre de Darryl Strawberry tal vez no le diga nada a muchos, especialmente si no son aficionados al beisbol. Pero él fue en los años ochenta una de las estrellas de ese deporte en Estados Unidos, consiguiendo con su equipo, el New York Mets, algunos de los más preciados galardones de la liga profesional de beisbol.
Strawberry formó parte del conjunto que en 1986 ganó el campeonato World Series en una legendaria confrontación con el Boston Red Sox. En total los logros de este deportista suman cuatro anillos World Series, ocho All-Star Games y 355
home run balls. Sus ganancias ascendían a varios millones de dólares.
Sin embargo, Strawberry comenzó a hundirse en el abismo de la adicción a las drogas y pronto se encontró enganchado a las mismas, hasta el punto de perderlo todo, incluido su matrimonio, acumulando deudas por un monto de 3 millones de dólares. Llegó a convertirse en un vulgar ratero, a fin de sostener su vicio.
Para salir del hoyo en el que había caído acudió a un centro de desintoxicación en Tampa, donde conoció a Tracy, quien había estado enganchada a la cocaína, al crack y a la metamfetamina, pero que una semana antes de conocerle a él había entregado su vida a Jesús.
Hubo un flechazo entre ambos, pero el antiguo campeón de beisbol no podía dejar su adicción. Era más fuerte que él. Una y otra vez le decía a ella: "Quiero emborracharme y drogarme. No quiero que tengas nada que ver conmigo. Soy peligroso. Mi vida es un caos. Soy un desastre." Durante días desaparecía del centro, deambulando por las calles en busca de la droga imperiosa. A pesar de sus muchas caídas, ella no se desentendió de él, yendo en su busca y trayéndolo una y otra vez al centro. En tales circunstancias ella arriesgó mucho, porque le suponía ponerse en contacto de nuevo con ambientes en los que la tentación acechaba por doquier. En sus propias palabras, todo aquello le resultó ser "un infierno viviente."
Un día Tracy le dijo que se marchaba a Missouri, a su hogar, y que si él realmente la amaba, si estaba comprometido a dejar su adicción y volverse a Cristo, podía irse con ella, viviendo en el sótano de sus padres.
Fue el punto de inflexión en su vida.
En la localidad de St. Peters se involucró activamente en una iglesia evangélica, sintiendo que ahora tenía una misión que cumplir, mucho más grande que todos los éxitos que en su vida pasada había conseguido. Darryl y Tracy se casaron y con el paso del tiempo comenzaron un ministerio entre los drogadictos y marginados, cuyos frutos son patentes en las muchas vidas que estaban arruinadas, pero que han sido transformadas por el evangelio de Jesucristo.
Ahora Darryl Strawberry es un hombre nuevo, que quiere emplear el resto de su existencia hablando de su pasión y compartiendo el amor que hay en su corazón con otros; una recompensa que supera a todo lo conseguido en su etapa de estrella del beisbol.
Puede entender a los que han caído bajo, porque él ya estuvo allí, pero también puede hablarles de quien es poderoso para salvarlos, porque él mismo ha sido salvado por él.
Todo esto es maravilloso y para todos aquellos que hemos conocido el evangelio nos resulta familiar, ya que esa buena nueva no tiene que ver solamente con alguien que pasó por esta tierra hace dos mil años, sino con alguien que continúa, hasta el día de hoy, salvando de la catástrofe y restaurando a una nueva vida a hombres y mujeres por el poder de su Palabra.
Pero lo asombroso para mí es que todo este relato y testimonio se encuentra en la edición internacional del 19 de julio de 2013 del periódico USA TODAY, creo que el de mayor tirada de Estados Unidos. En un reportaje a cinco columnas, titulado 'Strawberry encuentra su verdadero llamamiento', que ocupa las tres cuartas partes de la sexta página y acompañado por dos fotografías de Darryl Strawberry, una en sus tiempos de gloria deportiva y otra con su esposa Tracy, el periodista Bob Nightengale desgrana el pasado y el presente de este personaje, de forma realista y fidedigna.
Acostumbrado como estoy a que en películas, noticias, artículos, series y documentales todo lo que tenga que ver con el cristianismo y sus representantes aparezca en tantas ocasiones ridiculizado, sesgado y desvirtuado, el reportaje de este periodista me fue como un oasis en medio del desierto.
Es cierto que no faltan escándalos en las filas cristianas, que enseguida encuentran eco en los medios, pero no es menos cierto que hay mucho digno de reconocimiento en las mismas, aunque esto es casi imposible encontrarlo publicado. De ahí mi admiración por la crónica de Bob Nightengale y por el director del periódico USA TODAY, al atreverse a publicar algo con semejante contenido.
Porque si hacemos caso al tratamiento habitual de las noticias nos veremos abocados a hacernos estas preguntas: ¿No hay ningún cristiano que crea que la Biblia es fuente final de autoridad espiritual y moral y a la vez sea medianamente inteligente y que haga algo bueno? ¿Todos, sin excepción, son imbéciles, fanáticos, aprovechados o fariseos? ¿En ninguna parte existe alguno que se salve de la quema? Es muy sospechoso este terminante criterio para condenarlos a todos, sin juicio previo.
El reportaje de USA TODAY lo han leído cientos de miles de personas en todo el mundo.
Tal vez a alguna le haya servido para buscar y encontrar al Salvador de Darryl Strawberry. Sólo por eso ya merecía la pena publicarlo.
Puede leer aquí (en inglés) el artículo de USA TODAY sobre Darryl Strawberry
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