Uno de los términos que posee la lengua hebrea para expresar una de las múltiples variedades que lo malo tiene es la palabra 'avon, que procede de la raíz 'ava, cuyo significado básico es doblar, torcer. Un ejemplo literal y no teológico en la Biblia sería el que nos proporciona el siguiente pasaje: 'Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando enlutado todo el día.'
[i] La palabra que se ha traducido como 'encorvado' es la que estamos considerando.
Pero más allá de su sentido físico,
el vocablo tiene su aplicación en el terreno de lo moral y concretamente en el de la conducta, las intenciones y el tratamiento de la ley y la justicia. Y aquí es donde adquiere su importancia primordial, al transmitir la idea de deformación, tergiversación y retorcimiento. Es decir, que a algo recto se le somete a violencia hasta que deja de serlo y se convierte en algo torcido o pervertido. Naturalmente eso implica que el ejecutor de tal acción previamente tiene una voluntad de esa clase. Con lo cual llegamos a la conclusión de que una norma o una legislación puede ser todo un modelo de rectitud y, sin embargo, ser trocada, por la acción de una mala voluntad, en algo falseado. Esta disposición a lo torcido que hay en el corazón humano para, a su vez, torcer lo que es derecho, es la que está expresada en la siguiente declaración: 'Pequé y pervertí lo recto.'
[ii], donde el verbo pervertí es la traducción de la palabra procedente de la raíz hebrea
'ava.
Naturalmente esa tendencia a retorcer se difunde a todas las facetas de la existencia, no quedando esfera de la vida sin perturbar por la misma, de ahí que se dé en el ámbito privado y también en el colectivo, expresándose igualmente en los conceptos más fundamentales que sustentan una civilización.
Uno de esos conceptos fundamentales es el que define que el matrimonio es cosa entre hombre y mujer. Pues bien, la consigna es que todos nos pleguemos a la torcida noción de que tal concepto es restrictivo y, por lo tanto, ha de ser más incluyente, hasta admitir que el matrimonio es también propio de personas del mismo sexo. Los que previamente ya tenían su corazón torcido en esa dirección, han conseguido que su retorcida tesis haya sido dada por buena en distintos ámbitos institucionales, gubernamentales, eclesiásticos y sociales, de manera que se muestra al matrimonio exclusivo entre hombre y mujer como un "modelo restrictivo".
Naturalmente la elección de esta expresión no es casual, ya que la palabra "restrictivo" tiene que ver con lo limitado y estrecho, lo cual está muy cerca de lo intransigente e intolerante, que es el calificativo preferido a ser aplicado a todo aquel que no se someta a ese tortuoso concepto de matrimonio.
Claro que
el uso de la expresión "modelo restrictivo" es parcial y por lo tanto interesado. Y si es parcial e interesado se sigue que la propia elección del término ya está enturbiada por lo que es sesgado. Pues ¿por qué no poner otros conceptos importantes bajo el mismo foco de "modelo restrictivo"?
¿No es un modelo restrictivo, por ejemplo, la noción de honradez? Es evidente que es una idea muy limitada, ya que supone el ajuste a una determinada línea de conducta muy estrecha, regida por la transparencia, la honestidad y la rectitud. ¿Puede haber un modelo más excluyente de honradez que ése? Parece que no. Ahora que algunas personas de notoria importancia en España están bajo sospecha por haber manejado de forma delictiva grandes cantidades de dinero, ¿no se podría realizar una revisión del "modelo restrictivo" de honradez, que hasta ahora ha estado vigente? Tal vez deberíamos tenerlo en cuenta, ya que se ha aplicado tal revisión a la noción de matrimonio.
El concepto de fidelidad es muy rígido también, porque demanda una reciprocidad que ha de someterse a un patrón de conducta muy determinado, en el que la lealtad mutua ha de presidir cualquier relación. Tal vez deberíamos abandonar este "modelo restrictivo" para tomar otro que sea más flexible, en el que se incluyera el engaño y la traición, por ejemplo, en las relaciones humanas, para darle una holgura y amplitud a la fidelidad, que ahora mismo no tiene.
Otra idea angosta que podríamos revisar y ampliar es la de verdad. Aquí nos encontramos ante algo tan sumamente reduccionista que haríamos bien en poner fin a su hegemonía cuanto antes. Porque de esa manera tendríamos una capacidad insospechada para movernos en el terreno de las medias verdades e incluso de las mentiras abiertas disfrazadas de verdades, lo que nos proporcionaría un sinfín de beneficios. En la vida judicial, política, empresarial y familiar, en definitiva, en todas las esferas de la existencia, merecería la pena que ese "modelo restrictivo" de la verdad, consistente en la coincidencia entre principios, pensamiento y acción, fuera desechado para siempre.
En fin, la lista de revisiones sería interminable, porque en la misma habría que incluir los términos confianza, respeto, ley, bondad, igualdad, libertad, justicia, etc., que son restrictivos todos ellos.
La empresa es descomunal, pero si tenemos en cuenta que ya hemos sentado un precedente con el "modelo restrictivo" del matrimonio y si tomamos conciencia de que tenemos la capacidad para retorcerlo todo, como indica la palabra hebrea
'avon, podremos pronto conseguir el objetivo final.
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