Mediante el mismo se incluye a todas aquellas unidades familiares que, por diversas circunstancias, están en situación de precariedad y riesgo de descomposición, al faltar ingredientes esenciales para su normal funcionamiento. A veces esa carencia procede de imponderables externos que se han cebado con tal familia, pero otras veces procede de los propios miembros de la misma, que la han provocado o acentuado.
En cualquier caso, lo cierto es que a medida que aumenta el número de familias desestructuradas, aumenta el desequilibrio personal y social que conlleva dicha situación, lo que a su vez es un agente que facilita la reproducción de nuevas familias desestructuradas, con lo que estaríamos ante una bola de nieve que aumenta sin cesar.
Hubo una vez una familia que, estando estructurada y teniendo la solidez necesaria, se propuso escapar de la amenaza que se cernía sobre ella a causa de la aguda crisis económica que en su tiempo sobrevino. De este modo, emigraron a un país extranjero donde las condiciones de vida eran mejores.
Al principio todo iba bien, pero de pronto la muerte arrebató al cabeza de familia. No obstante, la viuda y sus dos hijos intentaron rehacerse, casándose éstos con dos mujeres de la tierra que los había recibido. Cuando parecía que las circunstancias eran favorables, de nuevo la muerte hizo acto de presencia y se llevó a ambos hijos, con lo cual esta unidad familiar quedó constituida por tres personas, la suegra y dos nueras, que ya nada tenían en común, de modo que
si alguna vez hubo una familia que estuvo abocada a la desaparición total por la desintegración provocada por la falta de estructura fue ésta.
Y sin embargo, dos de estos tres miembros de esta frágil unidad familiar, más uno inesperado que se añadió posteriormente, no solo se constituyeron en una familia sólida, sino que llegaron a ser parte del linaje más importante que nunca haya habido ni habrá sobre la tierra.
¿Qué ocurrió para que pasaran de una perspectiva tan oscura a otra tan inspiradora? ¿Fue la casualidad, la buena suerte o las estrellas?
Creo que hay tres razones que explican un cambio tan grande.
1. La resolución de anteponer el bienestar ajeno al propio.La suegra procuró el bienestar de sus nueras y por eso les dijo que se buscaran un futuro mejor por su cuenta, ya que quedándose con ella solo tendrían incertidumbre e inseguridad. Una de las nueras le hizo caso, pensó en sí misma y se buscó un porvenir mejor. Pero la otra antepuso el bienestar de su suegra antes que el suyo propio y determinó quedarse con ella, aun al precio de lo más elevado, sacrificando así su juventud y sus expectativas humanas en aras de alguien que bien poco podía ofrecerle.
Lo mismo sucedió con el hombre que posteriormente se cruzó con esta mujer. Antes que pensar en sí mismo y en sus propios intereses personales, contrajo matrimonio con ella por un sentido de responsabilidad y una conciencia del deber, algo que a nosotros nos puede parecer estrambótico y hasta ridículo, pero lo cierto es que no actuó movido por una ganancia personal. Era un hombre rico que desposó a una mujer pobre, porque entendió que eso era lo que debía hacer.
2. Las existencia de leyes para la protección de la familia. En aquel tiempo había dos leyes protectoras de la unidad familiar. Una tenía que ver con el amparo dado a los menos favorecidos económicamente, al dejar que en la siega el rebusco de la mies quedara para su sustento. La otra era la institución del levirato, por la cual el cuñado de una viuda sin hijos debía tomarla como esposa para levantar descendencia al difunto y conservar de esta manera la identidad y linaje familiar.
3. La providencia gobernadora de Dios. Que no solo permitió y ordenó las contingencias negativas colectivas, como la crisis económica global, sino también las personales, como las muertes inesperadas. De igual modo, permitió y ordenó las contingencias positivas, como que aquella nuera fiel a su suegra fuera a rebuscar, sin ella saberlo, precisamente al campo del que era dueño el que posteriormente sería su marido, conociéndose ambos por esa circunstancia.
Anteponer el bien ajeno al propio e instituir leyes de protección para la familia, son elementos que están dentro de nuestro radio de acción… si queremos. El tercero, la providencia de Dios, está fuera de nuestro control, aunque en esta historia se confirma el dicho popular de que Dios escribe derecho con renglones torcidos.
Así fue como esta familia, abocada a la desaparición, se recuperó y fue ascendiente de David y de Jesucristo.
Me temo que el problema actualmente es que se antepone por principio el propio beneficio al ajeno, se elaboran leyes que facilitan la disolución de la familia y se niega no solo la providencia de Dios, sino a Dios mismo. Tiene que haber un cambio profundo de corazón y de legislación, si queremos que la marea de familias desestructuradas no solo sea frenada sino también rescatada, como sucedió con aquella familia de la que se nos narra su historia en el libro de Rut.
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