La subliminal idea que había por detrás era la siguiente: si los cristianos habíamos estado tan errados en cuanto a la figuración del aspecto externo de Jesús ¿no podríamos también estar igual de errados en cuanto a su significación personal? De la misma manera que habíamos idealizado su figura física, creando un Jesús distinto al real, es más que posible que también hubiéramos hecho lo mismo con su dimensión interior y espiritual, creando un Jesús falso.
Todo parecía perfecto, porque los nombres de la BBC y de la ciencia, dos nombres de peso donde los haya, estaban respaldando la propuesta. Pero algo no cuadraba en todo esto. Porque según ese método podríamos conocer por aproximación cómo fue Alejandro Magno, por poner un ejemplo. Bastaría encontrar un cráneo macedónico del siglo IV a. C. y con las técnicas digitales por ordenador ya sabríamos cómo fue el rostro de este personaje. Incluso por ese método podríamos saber hasta cómo fueron los rostros de su primo, de su abuelo y de su tío. De esta manera reconstruiríamos facialmente la Historia de la humanidad entera, convirtiendo cada cráneo en un rostro y luego poniéndole nombre. Ahí es nada; sabríamos cómo fue aproximadamente Abraham (a partir de un cráneo mesopotámico del tercer milenio a. C.), cómo fue Moisés (a partir de algún cráneo del siglo XVI a. C. hallado en la península del Sinaí), o cómo fue David (a partir de un cráneo hebreo del siglo XI a. C. encontrado en Israel).
Grandes misterios de la Historia quedarían así resueltos si simplemente fuéramos capaces de encontrar suficientes cráneos. Conoceríamos (siempre aproximadamente) el rostro de Cleopatra, que encandiló a Julio César y Marco Antonio, el de Mahoma, el de Atila, y hasta el del mismísimo Chindasvinto, un rey visigodo que reinó en España entre el año 642 y el 649.
Aunque me pregunto cómo a partir de un cráneo se puede saber si el individuo en cuestión tenía los ojos verdes, marrones o negros, los labios finos o gruesos, las orejas grandes o pequeñas o si era rubio o moreno. ¿Sólo con un cráneo es posible saber si alguien era agraciado físicamente o era un adefesio? Vamos a imaginar que dentro de dos mil años se encuentra un cráneo en España de nuestra época ¿se podrá pretender reconstruir fiablemente sólo a partir del mismo cómo era aproximadamente Alejandro Sanz? ¿y por qué no a partir de ese mismo cráneo deducir cómo era el rey Juan Carlos? ¿o Jesulín de Ubrique?
Algo no encaja en esta historia. Porque si el Jesús de la BBC necesariamente ha de tener el pelo crespo, corto y oscuro ya que así es como la técnica digital a partir de un cráneo lo ha dictaminado, entonces por la misma regla David debería también ser moreno, al ser antepasado directo de Jesús; pero sin embargo la Biblia afirma que era rubio(1). En fin, lo único definitivo en todo este montaje de la BBC sobre el rostro de Jesús es que alguien, bajo pretensiones científicas, nos ha querido tomar el pelo, da igual que el nuestro sea rubio o moreno. Al final lo que sí ha quedado claro es la verdadera cara amarillista de los responsables del documental de la BBC, a los cuales se les puede con justicia decir: ¡Qué cara más dura tenéis!
Pero ahora tenemos a la sensación del momento: la Piedra de Gabriel. El año pasado era el hallazgo del supuesto sepulcro de Jesús, al que James Cameron denominó "la historia arqueológica más importante del siglo", frase que de nuevo vuelve a ser sospechosamente amarillista, aunque viniendo de un cineasta buscador de éxito no es de extrañar. Sin embargo, la Piedra de Gabriel ha sido presentada por todo un profesor de Estudios Bíblicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Israel Knohl, quien ha afirmado que en dicha Piedra ha encontrado
´…una idea judía no reconocida anteriormente, que la sangre del Mesías es necesaria a fin de lograr la redención nacional.´ de ahí que
´…las ideas principales del mito de Jesús existían en el judaísmo.´
Es decir,
según Knohl el cristianismo extrajo sus creencias fundamentales sobre el Mesías del judaísmo. Y lo dice como si estuviera afirmando una verdad revolucionaria. Pero si eso ya lo dijo un destacado cristiano del siglo I(2). Efectivamente, la muerte y resurrección del Mesías ya estaban predichas en la enseñanza del Antiguo Testamento, que los cristianos consideran Palabra de Dios. ¿Cómo viene ahora este profesor universitario de Estudios Bíblicos a decirnos que la sangre del Mesías es una idea judía no reconocida anteriormente? ¿Sabe algo de Historia? ¿Habrá leído alguna vez el Nuevo Testamento?
Los primeros cristianos, que eran judíos, no necesitaron de la Piedra de Gabriel para recibir el conocimiento de que el Mesías moriría y se levantaría de los muertos, dado que tenían un testimonio mayor: el de las Escrituras que ellos conocían. Por eso, cuando Jesús murió y resucitó comprendieron que se trataba del cumplimiento de lo anunciado, no en la Piedra de Gabriel sino en la Ley y los Profetas; de ahí que su predicación en las sinagogas y ambientes judíos fuera siempre respaldada por esos textos sagrados, pues es harto dudoso que los judíos les hubieran creído de haber apelado a la autoridad de la Piedra de Gabriel.
(Continuará)
1) 1 Samuel 16:12; 17:42
2) Hechos 17:3
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