La última vez que la obra de Miller se representó en Madrid fue el año pasado en el teatro Español. ¿Tiene sentido la obra de Miller ahora y en España? Depende. En un sentido no, porque vivimos en un tipo de sociedad que está en las antípodas de la de Massachussets de 1692, al estar la religión en claro retroceso. Pero en otro sentido sí, porque seguir representando
Las brujas de Salem en un país occidental sirve a los intereses de aquellos que pretenden darle el tiro de gracia definitivo a todo lo que tenga que ver con Dios, personificado en aquellos fanatizados puritanos.
El mensaje subliminal de
Las brujas de Salem en nuestro contexto actual es doble y claro: Primero, ¡Ay de aquel (si es que queda alguno) que intente identificarse, aunque sea de lejos, con ideas puritanas! Segundo, la asociación puritanos-Dios vierte sobre el segundo la intolerancia de los primeros, de manera que la misma idea de Dios ya es sospechosa. Confieso que salí del teatro indignado, porque quienes hoy continuamente restriegan y recuerdan a los demás sus fracasos, son los mismos que carecen del más mínimo sentido de vergüenza y auto-crítica.
Porque
¿En qué filas militan hoy los que quieren imponer sus dogmas ideológicos a los demás? ¿Adónde hay que ir a buscar a los que usan ahora los grandes medios de comunicación para difundir sus credos? ¿Quiénes son los que hacen hoy de los niños objetos de inoculación filosófica interesada en la escuela? ¿Cuál es el paradero de los que legislan actualmente de acuerdo a parámetros doctrinarios? ¿Cuál es la identidad de los que se saltan ahora los más elementales principios naturales del Derecho? ¿Quiénes son los actuales censores-funcionarios que trabajan para el pensamiento único? ¿En qué campo están los que hoy llevan a los tribunales a quienes disienten de sus planteamientos?
En Bélgica el anciano cardenal Gustaaf Joos fue amenazado con un pleito en 2004 por hacer públicos sus pensamientos acerca de la homosexualidad y hace unas pocas semanas André-Mutien Léonard, obispo de la localidad belga de Namur, ha sido procesado por homofobia como resultado de unas declaraciones, hechas en abril de 2008, en las que decía que su posición sobre la homosexualidad era la misma que la del padre del psicoanálisis Sigmund Freud, esto es, que la homosexualidad tiene como causa una perturbación en el desarrollo psicológico.
´Sé muy bien que dentro de unos pocos años podré ser encarcelado por sostener esta posición, pero eso significará unas pequeñas vacaciones para mí.´ dijo el obispo en la entrevista.
Y es que el laicismo, el secularismo, el feminismo, el homosexualismo y algunos otros ismos, que buscan la erradicación o al menos la derrota del cristianismo, van camino de convertirse en los herederos de McCarthy, de manera que, si las cosas siguen su curso, habrá que esperar que en un futuro más o menos distante un nuevo Arthur Miller escriba un día sobre la ´caza de brujas´ que en la Europa del siglo XXI se desató contra los cristianos que no quisieron someterse al lavado de cerebro doctrinal.
Job se preguntó a sí mismo por el paradero de la sabiduría(1)
, no siendo ocioso preguntarse hoy por el paradero de la tolerancia. De manera que, parafraseando a Job, podemos decir ¿De dónde, pues, vendrá la tolerancia? Creo que la respuesta a esa pregunta es la misma que para la sabiduría:
´Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar´(2) Muchos se burlarán al leer que la tolerancia verdadera está en Dios, pero hay razones de peso para estimar que ésa es la verdad sobre dicha cuestión. Pero ¿y la quema de brujas puritana? ¿No desmiente de manera rotunda esa afirmación? Ardua tarea tenemos los cristianos por no haber sido reflejo de lo que Dios es y haber dado ocasión a sus enemigos de vituperar su nombre, como hiciera Israel(3).
Con todo, y a pesar de nuestros fracasos, el origen de la tolerancia está en Dios. Porque ¿cabe más tolerancia que la que supone soportar al transgresor, sobrellevar al rebelde y mostrar benevolencia hacia el renegado? Una de las expresiones con las que se describe el carácter de Dios en el Antiguo Testamento (¡atención, el Antiguo Testamento! al que algunos gustan de calificar como la cima de la intolerancia) es
´lento para la ira´(4). Ahora bien, ser lento para la ira ante la provocación y el desafío requiere, primero, grandes dosis de dominio propio y segundo no menos grandes de longanimidad, para no responder de manera inmediata y recíproca a la ofensa recibida.
Precisamente esa cualidad de Dios fue la que exasperó al profeta Jonás, quien ya sospechaba que le daría una oportunidad a Nínive para que se arrepintiera y por ello quiso escapar a Tarsis, a fin de no participar en lo que para él era un escándalo de proporciones insoportables, esto es, que Dios no iba a descargar su mano implacable sobre aquella ciudad responsable de tantos crímenes(5). Aquí
contrasta la prontitud para la ira del ser humano con la lentitud para la ira de Dios. Una lentitud que no hay que confundir con desidia ni con impotencia, sino que es la tolerancia misma. Una tolerancia que prolongó la existencia de Nínive más allá de lo que los patrones humanos de tolerancia podían soportar. Una tolerancia que es la razón por la que nuestras Nínives modernas todavía siguen en pie.
1) Job 28:12,20
2) Job 28:23
3) Romanos 2:24
4) Éxodo 34:6; Números 14:18; Nehemías 9:17; Salmos 86:15; 103:8; 145:8; Joel 2:13; Nahúm 1:3
5) Jonás 4:2
Si quieres comentar o