Es un mal necesario y un trago amargo que hay que pasar y que no queda más remedio que soportar. El alumno va al examen atiborrado de todos esos datos, sujetos con alfileres en su cabeza; datos que una vez aprobado el examen se olvidarán con la misma rapidez con la que se han aprendido. De lo que se trata es de cubrir el expediente.
Si la Historia solo fuera un cúmulo de fechas, nombres y lugares imposibles de memorizar, entonces tendríamos todo el derecho a pensar que estamos ante un trámite insufrible; pero en realidad es una gran maestra de la cual podemos extraer grandes lecciones para nuestro beneficio.
En ese sentido, los relatos que nos narran los libros de los Macabeos tienen plena vigencia en nuestros días, hasta el punto de que parecen que la Historia fuera cíclica. Pero aunque sabemos que no es cíclica sino lineal, pues avanza hacia un punto que Dios ha predeterminado, hay al mismo tiempo lugar para concebirla como repetitiva, si bien con otros protagonistas, pues no en vano
´nada hay nuevo debajo del sol.´
Las vigentes lecciones de Macabeos serían muchas, pero yo entresaco algunas:
- La existencia de un mundo globalizado, donde la cultura, las creencias y el modo de vida eran el resultado unificador de ese movimiento al que se denomina helenismo. Esa globalización del pensamiento tendía a definir lo que era políticamente correcto, de manera que cualquiera que se atreviera a desafiar esos planteamientos sería conceptuado como bárbaro, toda vez que la modernidad y la vanguardia estarían asociadas a lo helénico. Ahora bien, el calificativo bárbaro era el peor que se podría aplicar a cualquiera en aquel entonces, algo similar a lo que actualmente sucede con el de fundamentalista, pues mediante el mismo se colocaba a la persona fuera del círculo de lo elevado y educado, que supuestamente era la marca del helenismo.
Es interesante la evolución semántica de la palabra bárbaro, que comenzó siendo una denominación peyorativa para el habla de los extranjeros, pues en su sentido etimológico significaba tartamudear, para a continuación convertirse en una alusión negativa a su origen étnico no griego y acabando por ser una descripción degradante de la persona en sí, al ser equivalente de salvaje, cruel e incivilizado. Así pues, lo que empezó siendo una descalificación por el idioma, acabó por ser una descalificación de la persona en su totalidad. He ahí un proceso de perversión conceptual de todo lo que no se sujetara a lo helénico. Es decir, con el concepto de bárbaro, estamos ante la creación de un epíteto que tiene toda la fuerza denigrante posible, lo cual es fundamental para que exista una dictadura del pensamiento único en la que toda disidencia quede definitivamente infamada.
No será la última vez en la Historia en la que lo políticamente correcto fabrica un calificativo con una fuerte carga negativa, aplicado a todos los que no quieran someterse a su hegemonía. Lo sorprendente, en el caso del helenismo, es que quienes eso hicieron, fueron los que supuestamente poseían la cultura, la tolerancia y el refinamiento. Lo cual nos enseña algo muy importante: tras ese barniz de cultura y tolerancia, puede esconderse la mayor parcialidad, estrechez, ignorancia y prejuicios que se puedan imaginar, hasta el punto de que hay que preguntarse quiénes eran los verdaderos bárbaros. Y es que los helenistas de ayer (lo más selecto de entonces) bien podrían ser perfectamente calificados ahora como auténticos xenófobos (lo más vulgar de hoy).
- Lo políticamente correcto necesita de agentes propagadores de su pensamiento. De hecho, toda dictadura ideológica necesita una máquina propagandística si quiere que la homogeneización que busca tenga éxito. Eso sucederá con el helenismo, donde las élites intelectuales, la creación de grandes centros del saber (un saber heleno-céntrico), el impulso procedente de los gobernantes de turno y los medios creados para la difusión entre las clases populares de lo helénico, como eran los teatros, foros, gimnasios y efebías, van a ser las herramientas mediante las cuales lo políticamente correcto se va a ir imponiendo paulatinamente.
Hoy lo políticamente correcto se difunde a través de los medios de comunicación, en cuyos puestos de decisión encontramos a los forjadores de los nuevos conceptos a implantar; conceptos por medio de los cuales se transmite la escala de valores del pensamiento único. Muchos profesionales de la comunicación en realidad no son sino meros propagandistas del mismo, siendo dichos medios grandes empresas encargadas de su difusión, a la vez que se ignora, ridiculiza o deforma a los que se salen del guión.
- Pero para que el pensamiento único llegue a ser tal, es vital captar a las nuevas generaciones. En ese aspecto, la importancia de la educación de los niños y jóvenes es clave en ese proceso. Por eso los helenistas pusieron todo su cuidado en la paideia, es decir, la educación, característica que distinguía a los griegos de los bárbaros. Si la batalla de la educación se perdía, el pensamiento único tenía sus días contados; de ahí que la educación sea, ayer como hoy, piedra de toque por la que se dilucida el futuro a tantos niveles, lo cual es razón suficiente para convertirla en objetivo prioritario del programa de implantación del pensamiento único.
Por eso los judíos que querían ser fieles a sus creencias, percibieron que lo que se hacía en los gimnasios con sus hijos no era un simple adiestramiento neutral sin mayor trascendencia, sino la implementación de todo un sistema ideológico cuyo propósito final era que dejaran su judaísmo para convertirlos en helenistas con todas las de la ley.
Si quieres comentar o