Por supuesto no voy a negar la pertinencia que tiene reconocer al investigador, al deportista o al literato más destacado. Sin embargo, me parece que dado el estado de cosas al que estamos llegando bien se podría pensar en instituir un Premio al Sentido Común. Es más, yo diría que se hace urgente la creación de tal Premio antes de que tal cualidad desaparezca de entre los habitantes de la tierra. Porque así como las últimas décadas han contemplado la imparable desaparición de miles de especies animales y vegetales, estando todas ellas abocadas a la desaparición en un plazo no demasiado largo, el Sentido Común lleva el mismo ritmo vertiginoso, o tal vez superior, de extinción.
La expresión ´sentido común´ hace referencia a algo que es patrimonio de muchos, de la mayoría. Un sentir, un pensar que es global y generalizado, independientemente del color de la piel, de la lengua que se hable o de las creencias que se tengan. Se trata de verdades que, para utilizar una expresión de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, son ´evidentes por sí mismas´ y por lo tanto no necesitan demostración; en otras palabras, que son de sentido común. Pero Jefferson, autor de esa Declaración de Independencia, no podía intuir, él que vivió a caballo entre los siglos XVIII y XIX, que llegado el siglo XXI lo que para él y la gente de su tiempo era ´self-evident´ ya no lo sería, porque el sentido común es, cada día que pasa, menos común hasta el punto de que podríamos denominarlo ´sentido fuera de lo común´, porque lo común ahora es lo esperpéntico y estrambótico. Y es que el mundo ha enloquecido hasta tales extremos, que ya no están libres de esta locura colectiva ni siquiera los que supuestamente deberían ser guías de la humanidad. Pensadores, gobernantes, teólogos y científicos parecen estar ellos mismos a la cabeza de esta falta de cabeza que nos lleva a la catástrofe.
¿Qué quieres cambiar tu identidad y en vez de ser hombre ser mujer o viceversa? Se hace una ley a tal efecto que facilite el trámite, sin necesidad siquiera de operación de cambio de sexo. ¿Que el divorcio es una plaga cada vez más insostenible? Ayudamos a incrementar el número de divorcios para estar a la cabeza de Europa. ¿Que vivimos en un país donde la lluvia escasea? Construimos cada vez más urbanizaciones con piscinas privadas y hacemos muchos campos de golf. ¿Qué hay que proteger a los niños de influencias dañinas? Permitimos a los nudistas salir a la calle donde y cuando quieran y hasta bañarse en las playas de los no nudistas. ¿Que tenemos muchas horas de sol al año? No se obliga a los constructores a poner paneles solares en los edificios de nueva construcción. ¿Qué quieres casarte con alguien del mismo sexo? Redefinimos el matrimonio y de paso nos auto valoramos como progresistas.
Menos mal que todavía quedan unas pocas personas que tienen Sentido Común. Y en este artículo quiero hacer mención de una de ellas. No pertenece a la élite selecta y seguramente nunca recibirá ni el Premio Príncipe de Asturias ni el Nobel, pero yo lo propondría, si alguna vez se instituyera, como sólido candidato para el Premio al Sentido Común. Se trata del juez de menores Emilio Calatayud. Está destinado en Granada y su nombre ha aparecido en los medios por las condenas insólitas con las que ha castigado a algunos de los delincuentes a los que ha tenido que juzgar. Jóvenes que infringen las leyes de tráfico han de acompañar a las patrullas que vigilan las carreteras; ´niños bien´ han de servir a indigentes; un adolescente analfabeto ha tenido que aprender a leer… Y cosas por el estilo.
Pero
el sentido común de Emilio Calatayud no reside tanto en sus inusuales condenas, sino en sus ideas, en sus conceptos. En una entrevista que el diario El País le realizó el año pasado, el entrevistador no salía de su asombro ante las respuestas llenas de sentido común y sensatez que este juez de menores iba desgranando. Y es que ese periodista, Juan Cruz, afín con la línea que defiende el medio para el que trabaja, se siente en la obligación de avisar a sus lectores en el encabezamiento de la entrevista de que van a leer ´opiniones polémicas´, no parando durante la misma de reconvenir, rectificar y reprochar al juez por tales opiniones. ¿Cuáles son esas opiniones? Veamos algunas de ellas:
Pregunta: ¿Cómo tratamos a los menores?
Respuesta: Los menores son muy buena gente. Pero nos hemos equivocado con ellos. Hemos pasado de un Estado dictatorial a un Estado democrático, y en materia de menores no tenemos término medio. ¡Ni en materia de menores ni en muchas cosas!... Les hemos dado muchos derechos, pero no les hemos trasladado deberes. Hemos perdido el principio de autoridad. ¡Hemos querido ser amigos de nuestros hijos!
P. ¿Y no se puede?
R. No, yo soy padre, y punto. Yo no soy ni colega ni amigo de mi hijo.
P. ¿Y qué es ser padre?
R. Amor, autoridad, respeto… Hemos sido esclavos de nuestros padres y hemos pasado a ser esclavos de nuestros hijos.
P. ¿Es consciente de que estas posiciones pueden ser tachadas de reaccionarias?
R. Muchos piensan lo que pienso yo, pero no lo dicen… Cuando castigo a mi hijo me quedo fastidiado, pero es necesario… Y cuando mi padre me daba tortas me decía: “¡A quien le duele es a mí!”
P. ¿Tortas?
R. Yo
cobré mucho; mi hijo ha
cobrado muchísimo menos, prácticamente nada…
P. ¿Condenaría a un padre porque su hijo cobró?
R. No. No si es con cariño, en plan educativo y en ejercicio de la paternidad.
P. Pero ¿cómo se puede pegar con cariño?
R. Han cambiado los tiempos, pero una bofetada a tiempo es una victoria...
P. Es ilegal dar azotes.
R. ¡Qué va a ser ilegal! ¡A veces es conveniente!
P. ¿Qué límites se han traspasado?
R. En la familia, los hijos no son conscientes del deber que tienen de obediencia y respeto a los padres, y de que además han de contribuir a llevar las cargas familiares. En la escuela, por ejemplo, se ha perdido el respeto a la autoridad moral del maestro… Hay que recuperar esa autoridad que tenía el maestro y hay que ayudar a los profesores. ¡Hay que recuperar la tarima! Los símbolos de autoridad son importantes. Estamos creando la sensación de que todo vale, y no todo vale. A los menores hay que decirles que no.´
Con este Sentido Común no creo que Emilio Calatayud llegue muy alto en el escalafón actual, dada la insensatez dominante, pero por lo menos es consolador comprobar que todavía quedan personas cuerdas.
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