Y es que se puede vivir aunque nos falten determinados órganos de nuestro cuerpo: riñones, ojos, estómago, brazos o piernas, pero es imposible vivir sin la presencia y el funcionamiento del corazón. En muchos sentidos, la calidad de vida está directamente relacionada con la calidad de nuestro corazón: Indefectiblemente, un corazón deteriorado lleva aparejada una maltrecha calidad de vida mientras que un corazón sano es fuente de salud y vigor.
Hace poco estuve alojado en la habitación de huéspedes de una familia cristiana y me llamó la atención el cartel que estaba clavado en la pared. Tenía un texto que decía lo siguiente:
‘Vigila tus pensamientos; se convierten en palabras.
Vigila tus palabras; se convierten en acciones.
Vigilia tus acciones; se convierten en hábitos.
Vigilia tus hábitos; se convierten en carácter.
Vigila tu carácter; se convierte en tu destino.’
(Frank Outlaw)
Verdaderamente la profundidad y concisión manifestados en esas sentencias eran admirables. ¡Cuántas cosas importantes se pueden decir con pocas palabras! El orden de las ideas allí contenidas, su lógica y progresión, su paralelismo, su reiteración sin ser redundante y su sobriedad, la convierten en una frase digna de ser colocada en lugares privados y públicos, para reflexión y meditación de grandes y chicos. Después descubrí que la frase está puesta en Internet en más de mil sitios.
Quise averiguar algo acerca de su autor, Frank Outlaw, pero no pude saber nada de su identidad. Lo cierto es que la sentencia resalta la importancia del corazón o de la mente como el motor determinante de la vida total de una persona. Es decir, de la misma manera que el corazón físico es determinante para nuestra existencia biológica, así ocurre también con otros aspectos de esa existencia: el moral, el social, el psicológico y el espiritual. Eso me hizo pensar en otra sentencia, aún más resumida y más antigua, que es la que encabeza este artículo. Hay varias lecciones en ese texto que me llaman la atención:
- Hay cosas que merecen la pena ser guardadas. Las cosas que guardamos son las que estimamos, de la misma forma que las cosas que tiramos son las que no queremos. Ahora bien, hay cosas en la vida muy importantes: Familia, amigos, trabajo, salud, bienestar, etc. por las cuales merece la pena no escatimar esfuerzos y hasta sacrificarse con tal de conservarlas.
- Pero hay una que resalta por encima de todas las demás. El texto de Proverbios, sin negar la importancia de esas cosas, viene a destacar una que está sobre todas ellas. Si esto es así, significa que requiere el máximo interés y que la prioridad debe ponerse en la conservación y el cuidado de la misma, pues de su estado depende el resto.
- La cosa a ser guardada por encima de las demás es el corazón. No se trata aquí del órgano físico sino de la sede de nuestra personalidad y asiento de nuestro entendimiento, voluntad y afectos. Allí tienen su morada el amor y el odio, la fe y la incredulidad, el heroísmo y la cobardía, la generosidad y la mezquindad, la bondad y la maldad; de manera que las grandes pasiones y fuerzas que mueven a los seres humanos, para bien o para mal, están alojadas allí. El engranaje que mueve nuestra relación con nosotros mismos, con nuestros semejantes y con nuestro Creador está allí situado. Es decir, estamos ante algo capaz de lo mejor y de lo peor, de ahí su suprema importancia. Factor determinante de nuestra marcha en esta vida y de nuestro lugar en la otra. No es extraño que Proverbios señale el corazón como lo más importante a cuidar y guardar.
- La razón para situar el corazón por encima de todas las demás cosas es que al igual que la clase de manantial define el tipo de agua, así la clase de corazón establece el género de vida que mana de él. De un corazón malo sólo puede fluir una existencia malvada y de un corazón bueno sólo nacer benevolencia.
Hacemos bien en cuidar nuestro corazón físico y tomar medidas para evitar riesgos innecesarios, pero me temo que no somos igual de diligentes a la hora de examinar el estado del otro corazón y menos de tomar medidas al respecto.
Me temo que estemos exponiendo diariamente ese otro corazón a toda suerte de enemigos y peligros mortales que pueden acarrearnos terribles consecuencias. Sí, cuida tu corazón pues en ello te va la vida.
Si quieres comentar o