El sueño de Hawking era encontrar la teoría que diera explicación al origen del universo : una teoría que unificara la relatividad y la mecánica quántica, pues ni la gravedad descrita por la relatividad ni las interacciones de las partículas subatómicas descritas por la mecánica cuántica pueden explicar la estructura del universo en el instante de su nacimiento; una teoría que explicara por qué, en el principio de todo, había ligeramente más materia que anti-materia, lo que permitió el comienzo del universo de materia en el que ahora vivimos; una teoría que permitiera unificar las cuatro fuerzas fundamentales: gravitatoria, electromagnética, nuclear débil y nuclear fuerte, antes de los primeros 10 -43 segundos de existencia del universo.
Todavía en una conferencia celebrada en la Universidad de Toronto en abril de 1998 Hawking pensaba que podría dar con el quid de la cuestión y emplazaba a su audiencia a esperar 20 años para encontrar la respuesta. Sin embargo, en marzo de 2005 hacía estas declaraciones desde su sede en la Universidad de Cambridge:
‘Mucha gente, y yo incluido, creíamos que pronto descubriríamos la teoría definitiva que nos permitiría predecir cualquier cosa del universo… Pero es posible que nunca lleguemos al final de nuestra búsqueda.'No sólo Hawking tiene preguntas; todo ser humano también se las hace porque la vida es un continuo enigma que a cada paso nos asalta con sus interrogantes. Ahora bien, hay preguntas que podemos permitirnos el lujo de pasar por la vida sin encontrar respuestas a las mismas porque en definitiva no son vitales, pero hay una a la cual hemos de hallar contestación y es la pregunta que palpita en el texto bíblico de abajo y que podríamos sintetizar de esta manera: ¿Quién es este hombre?
La identidad de Jesús y las consecuencias que eso conlleva es la cuestión por antonomasia que toda persona ha de resolver antes de abandonar este mundo si quiere hacerlo de forma segura. En el pasaje hallamos tres intentos, fallidos, de dar respuesta a la gran pregunta. Son fallidos porque las fuentes a las que se va a inquirir son equivocadas, y eso que son fuentes consideradas, entonces y hoy, como fiables cual ninguna otra. Y sin embargo, yerran estrepitosamente cuando tratan de dar la solución a este interrogante.
1.- ¿Qué dicen los expertos? ‘¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo? .
' El discurso de los expertos es, para muchos, la palabra que garantiza la veracidad sobre la cuestión a dilucidar. Esto es lo que importa: lo que dicen los entendidos en la materia, de manera que si ellos dictaminan que este hombre es un farsante seguramente lo será, pero si ellos opinan otra cosa sobre él éso será lo que tenga peso. Pero ¡ay! en esta vital cuestión los expertos andan tan errados, o más, de lo que puedan estar los ignorantes. Además, ellos están movidos, igual que los demás, por intereses, envidias y pasiones inconfesables. Su preferencia no es la Verdad sino la búsqueda de su propia gloria. Por eso acudir a los expertos, ayer como hoy, para resolver esta cuestión puede ser muy decepcionante.
2.- ¿Qué dice el sentido común? ‘ …
éste, sabemos de dónde es.' El sentido común, tan fiable en tantos aspectos prácticos y cotidianos de la vida, se muestra insuficiente a la hora de responder a la pregunta ¿quién es este hombre? El sentido común les dijo a los contemporáneos de Jesús quién era él: el hijo del carpintero, pues ¿acaso no se había criado entre ellos y lo habían visto crecer? La evidencia tangible gritaba a los cuatro puntos cardinales que la identidad de aquel hombre no podía ser otra sino la que emanaba de lo que los sentidos y la experiencia les decían. De ahí el rotundo ‘sabemos' que emplean para resolver la incógnita. Pero ¿de verdad sabían?...
3.- ¿Qué dice la creencia popular? ‘…
mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.' La
vox populi , la democracia, tan valiosa en tantos aspectos puede ser muy engañosa en éste.
Vox populi era en aquel tiempo que el Mesías, cuando apareciera, sería de un origen tan misterioso que nadie podría relacionarlo con ningún lugar físico. Cómo tal idea había llegado a esparcirse y a ser de dominio público no está determinado del todo, pero eso es lo que muchos creían. Y ya se sabe, si algo es creído por la mayoría debe ser verdadero porque después de todo los números son un argumento muy contundente ¿o tal vez no?...
Las tres vacas sagradas de ayer y de hoy: los expertos, el sentido común y la creencia popular, no nos dan la verdadera respuesta a la pregunta. Y no nos la dan porque ellas mismas están confundidas y en la oscuridad y, por lo tanto, necesitadas de iluminación. Entonces ¿quién nos la puede dar?
Bueno,
¿por qué no le preguntamos directamente al interesado, esto es, a Jesús mismo para ver lo que él tiene que decirnos al respecto? Después de todo, si los demás tienen derecho a opinar sobre él, hemos de concederle también a él el derecho de que se exprese sobre sí mismo. Entonces, ¿quién eres tú, Jesús? Y aquí es donde viene su sorprendente respuesta que puede resumirse así:
- La identidad de su origen. ‘…de él procedo…' Si procede de Dios (literalmente de él procedo debía de traducirse de él soy ) es que estamos ante el Hijo unigénito de Dios, quien por tal razón está por encima de todas las criaturas y al mismo nivel que Dios.
- La identidad de su misión. ‘…él me envió…' Si ha sido enviado por Dios significa que él tiene las credenciales que garantizan que estamos frente al Salvador auténtico. El Hombre con mayúscula.
- El cambio de papeles. '… a quien vosotros no conocéis. Pero yo le conozco…' Todas las cábalas que sobre él se hacen son producto de la ignorancia y todos los que conjeturan son unos ignorantes. En cambio, él es el que tiene el conocimiento pleno y verdadero, por lo tanto a ellos no les corresponde emitir pronunciamientos temerarios sino dejar que sea él quien les enseñe.
Dos reacciones contrapuestas se producen entre sus oyentes al escuchar su declaración: en unos de rechazo y en otros de aceptación, sin que se dé una tercera posibilidad de inhibición. Hoy es lo mismo, porque la pregunta a la que hemos de responder -¿Quién es este hombre?- no permite escapatoria. No vayas a los expertos, porque creen que saben y no saben; no acudas al sentido común, porque es incompetente en esta materia; no recurras a la creencia popular, porque está llena de supersticiones e ideas humanas. Más bien, llégate a Jesús en los evangelios y pregúntale a él.
'Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle? Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo? Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió. Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?'
( Juan 7:25-31 )
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