El tiempo de la canción

¿Qué hago aquí?... Por unos momentos sintió el deseo de salir corriendo de aquel lugar que tanto pavor le causaba. Pero sabía que tenía la responsabilidad de salir al frente y hacer lo que se había comprometido a hacer.

El murmullo se calmó. Entre bambalinas pudo ver como el presentador tomaba el micrófono y daba la bienvenida a los asistentes.

Echó en sus manos el vaho de su boca, y movió los dedos de forma rápida para que se calentaran.

No era el momento de hacerse preguntas y mucho menos de intentar buscar respuestas. Debía posicionarse frente al público y hacer lo que artísticamente mejor sabía hacer, tocar el piano.

Tronó un aplauso y tras unos segundos de interminable silencio oyó su nombre.

Le molestaba el ligero vestido negro, parecía estar hecho de un material pesado. Cuando alcanzó el centro del escenario, agradeció el deslumbramiento del los focos, gracias al resplandor la sala quedaba totalmente oscuras y de no ser por alguna inoportuna tos, pensaría que allí no había nadie más que ella cara a una gran luz.

Sentada al piano, dejó caer sus manos sobre las teclas y éstas emitieron lo que sería el preludio de una actuación sublime.

Acariciando el instrumento consiguió esparcir al aire notas revestidas de una notable elegancia. Hizo que los aplausos estallaran antes de tiempo y pensó que nadie en aquel lugar podía imaginar el dolor que le producía estar allí.

Tocó cada partitura con la solvencia de quién lleva demasiado tiempo trabajando duro, formándose a base de horas y horas de ensayos.

Antes de finalizar y dispuesta a no ceder ante el deseo de algún bis, se detuvo ante el gran fanal de luz y emitió el breve discurso que tenía preparado.

- Esta será la última vez que toque en público.

Puede que mañana ni tan siquiera recuerde la razón de tanta devoción hacía la música. Sólo sé que mi tiempo musicalmente ha acabado, ya no deseo seguir deleitando oídos. Hoy es ése ultimo día, por ello deseo que cada nota deje en vosotros lo que la vida junto a ellas ha forjado en mí.

Es hora de descansar, de oír otras melodías. He alcanzado a entender que el tiempo de mi canción ha llegado y quiero recibirla en un estado de serenidad.

Gracias por cada silencio, ellos dejan un hueco para que mi música los llene.

Acto seguido, tocó la ultima pieza, un tema ejecutado con la perfección y distinción que artísticamente la definían. Tras una larga ovación, abandonó el escenario y emocionada puso fin a toda una carrera musical.

Era el momento de dejarse mecer por los sones de una nueva canción, una melodía a la que había dado la espalda y que durante muchos años la había perseguido arañando su presente.

Era el momento de oír, atender en silencio, meditar.

Tiempo de abandonar el cilicio y dejarse envolver por las notas de una nueva estación impregnada de insólitos instantes.