La cabaña es un libro que traspasa muchas barreras. En primer lugar comerciales, es una obra general, que va a dirigida a un público amplío. No está pensada para el lector cristiano, ni siquiera la gente interesada en cuestiones espirituales, o esotéricas, sino en cualquiera que lee una novela de misterio o un manual de
autoayuda. Es por eso que la publica
Espasa y ha sido número uno en Estados Unidos.
Es una obra que rompe además con el popular prejuicio que muchos tienen sobre la teología. Ya que se atreve a enfrentarse a las principales preguntas de la fe cristiana, desde una perspectiva doctrinal, que parte de una creencia ortodoxa trinitaria, pero se atreve incluso a especular sobre cuestiones tan complicadas como la relación entre la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre.
En tercer lugar, para muchos cristianos, no hay duda que también traspasa límites morales. Ya que en este contexto de ficción utiliza imágenes de Dios que escandalizarán a muchos creyentes, pudiendo ser fácilmente calificadas de irreverentes, e incluso blasfemas. Todo esto hace que éste no sea un libro apto para cualquier lector.
UNA LECTURA CONMOVEDORA
En mi caso, sin embargo tengo que reconocer que su lectura me ha conmovido profundamente. La experiencia de devastación espiritual que aquí se narra, creo que no es para analizarla fríamente, sino para leerla en momentos de crisis y confusión, con una actitud abierta, pero sobre todo con verdadera hambre y sed de Dios, así como una profunda conciencia de nuestra insatisfacción y fracaso.
En ese sentido tengo que confesar, que si no estuviera en el momento vital en que me encuentro, tal vez sería mucho más crítico con este libro. Me he sentido sin embargo identificado con el conflicto de amargura, culpa, e impotencia que presenta esta novela. No hace falta para ello haber pasado por una experiencia traumática, tan dramática como el personaje de esta historia, para verse también sumido en la parálisis emocional que produce esa Gran Tristeza.
Este es el libro de un hijo de misioneros evangélicos en Nueva Guinea Papúa, pero que dice haber pasado “de una infancia llena de abusos sexuales, abandonos y miedos nocturnos, a una adolescencia llena de conductas adictivas y secretos, y de ahí a una vida adulta dominada por las mentiras, un perfeccionismo enfermizo y una enorme vergüenza, todo ello girando alrededor del suicidio y la fuga, enmascarados, eso sí, tras una apariencia de suficiencia, salud y espiritualidad". Fuerte, ¿verdad?, pero real, como la vida misma…
LA GRAN TRISTEZA
La cabaña es la historia de un encuentro con Dios y el descubrimiento de su maravillosa gracia, en medio de la miseria de la Gran Tristeza que nos domina. Tiene tanta teología como un tratado sobre la Trinidad, pero no busca saber de Dios y profundizar en su naturaleza y atributos, sino conocerle a Él mismo con la sorpresa de enfrentarnos al gran Entrometido del que hablaba C. S. Lewis. Ya que “la gracia rara vez tiene sentido para quienes miran desde fuera”, dice el prólogo del libro.
Es inevitable que su argumento produzca una cierta incredulidad. Porque “¿quién no sería escéptico cuando un hombre asegura haber pasado un fin de semana entero con Dios, nada menos que en una cabaña?”, dice la primera frase de la novela.
La cabaña es un libro extraño, que nos introduce en una historia de misterio y crímenes, al estilo de un thriller convencional de la literatura de best-sellers, para darle la vuelta a un género, que parte de una nota sobrenatural como es un mensaje de Dios.
La trama recurre por lo tanto a una situación extrema, como es el asesinato de una hija por un criminal en serie, pero nos la presenta desde una perspectiva diferente, como es la confesión de un padre en primera persona, que no se ve libre de la oscuridad que lo rodea. Ésta irrumpe además en un contexto idílico como es una excursión en un maravilloso paraje natural de una familia tradicional cristiana americana, que esconde una realidad oculta. La tragedia se ve como así un castigo divino, pero se considera injusta, ante la inocencia de una niña, que recibe una muerte cruel.
PROBLEMAS TEOLÓGICOS
El aspecto más chocante del libro, son sin lugar a dudas las manifestaciones antropomórficas de Dios que encontramos en esta cabaña. No sólo aparece aquí una representación de la humanidad de Jesús (cuya imagen es condenada en el cristianismo protestante, según la interpretación tradicional de los Diez Mandamientos), sino también un Dios Padre convertido en una matrona afroamericana o un Espíritu Santo con nombre de deidad hindú. Si eres capaz de superar estos obstáculos, descubrirás unos sorprendentes diálogos de enorme profundidad teológica...
La mayor parte de lo que se dice en este libro, está de acuerdo con la Biblia. La presentación de la Trinidad, se basa en una relación de amor personal, que coincide con el cuadro general de la Escritura. Ya que el amor no es un simple atributo de Dios, sino la revelación de la comunión plena que hay en el Dios trino. La aceptación del uso que Dios hace del sufrimiento es una profunda verdad bíblica, por la que aunque Dios no es autor del pecado, no se puede explicar el misterio del mal sólo por la libertad del hombre. La relación entre ley y gracia, no se basa tampoco en una contraposición entre Antiguo y Nuevo Testamento, ni entre el Dios de la ira y el Jesús de amor.
Hay sin embargo problemas en la afirmación de autolimitación del conocimiento de Dios Padre (Papa), a la luz de textos como
Mateo 6:8, donde se dice que el Padre sabe lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos. El comentario de Sarayu (El Espíritu Santo) de aprecio de la incertidumbre, suena más a la teología de la “apertura de Dios” de ciertos autores
post-evangélicos vinculados a la
iglesia emergente, que a la teología bíblica, que no enfrenta relación con conocimiento.
En una historia así, llama también la atención la completa ausencia a ninguna mención al poder espiritual de maldad de Satanás y sus demonios, que claramente enseña la Biblia. Tenemos un adversario espiritual, ante el que tenemos que estar alerta (
1 Pedro 5:8). Ya que “Satanás se disfraza de ángel de luz” (
2 Corintios 11:14). Es por eso que no debemos creer todo espíritu, sino probarlos, para ver si son de Dios (
1 Juan 4:1). Necesitamos discernimiento espiritual.
¿CRISTIANISMO SIN IGLESIA?
Varios comentaristas católicos han criticado la novela por su influencia protestante, en ver la Iglesia como una institución y sistema hecho por el hombre. Lo que Jesús dice en la novela sin embargo es que su Esposa es una Iglesia invisible, en el sentido de que “son personas y sus vidas, una comunidad viviente y en movimiento de todos aquellos que me aman, no edificios ni programas” (p. 187).
La Iglesia universal es más amplía que cualquier denominación eclesial, pero también más exclusiva que cualquier iglesia local. Ya que está formada sólo por aquellos que el Señor conoce.
Es cierto que en ese sentido hay un cierto peligro de universalismo en las palabras que se atribuyen a Jesús en la novela. El dice: “Quienes me aman proceden de todos los sistemas que existen. Son budistas mormones, musulmanes…, algunos son de izquierdas o de derechas y muchos no votan o no forman parte de ninguna institución religiosa. Tengo seguidores que fueron asesinos, y muchos que fueron santurrones. Algunos son banqueros y corredores de apuestas, españoles, americanos e iraquíes, judíos y palestinos. No tengo el menor deseo de volverlos cristianos, sino de acompañarlos en su transformación en hijos e hijas de Papá, mis hermanos y hermanas, mis Amados.” (p. 191)
A la pregunta de que logró Jesús en la cruz, Papa dice que “gracias a su muerte y resurrección, yo estoy ahora plenamente reconciliada con el mundo”. Como buen evangélico, el personaje de Mack puntualiza: “¿Con todo el mundo? Te refieres a quienes creen en ti, ¿verdad?”. La respuesta de Papa es algo ambigua. Dice “con todo el mundo”, pero también asegura que “la reconciliación es una calle de dos direcciones” (p. 203). Y aunque no hay ninguna referencia a la Gran Comisión, cuando a Jesús se le pregunta si “todos los caminos conducen a ti”, contesta: “No precisamente”. Ya que “la mayoría de los caminos no lleva a ninguna parte”. Lo que significa “que yo recorreré todos los caminos que sean necesarios para salir a tu encuentro” (p. 191), dice Jesús.
EL DESCUBRIMIENTO DE LA GRACIA
Papa dice: “Yo no humillo, no culpo ni condeno” (p. 235), pero el Espíritu Santo “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (
Juan 16:8). Lo que ocurre es que hay una “tristeza según Dios” que “produce arrepentimiento para salvación”, y hay otra “tristeza del mundo” que “produce muerte”, dice el apóstol Pablo a los Corintios (
2 Co. 7:10). Es esa culpa, suponemos, la que dice Papa que “jamás te ayudará a encontrar libertad en mí” (p. 197).
Este énfasis en la gracia le lleva a distinguir entre
responsabilidad y
expectativas (p. 215). Porque si en vez de disfrutar de la presencia de Dios, hay una lista de reglas y obligaciones que se espera que hagamos, se pierde el gozo de la relación. Aunque también es cierto que aunque Dios tiene un plan para nuestras vidas, por el que nos ama tal y como somos, nos ama demasiado para dejarnos así.
Efesios 2:8-10 manifiesta cómo esa gracia también transforma nuestra vida. La relación de Jesús con sus discípulos no es por eso pasiva (
Mateo 28:18-20;
Hechos 1:8).
Quien busque sin embargo en esta obra un tratado de teología sistemática o un libro devocional, para reconfortarnos con pensamientos amables de la vida espiritual, va totalmente desencaminado. Este es un libro para volcar toda nuestra frustración y desconfianza en ese Dios que no es ajeno a nuestro dolor, sino que lo ha sufrido en el misterio de su Encarnación. Hay que acercase a él con la necesidad desesperada de experimentar el amor de Dios como Padre, aunque se represente como una Madre. Se trata del calor de ese encuentro.
Si tu conciencia de culpa, te hace suspirar por el alivio de la aceptación de un Dios de gracia, que esté dispuesto a llevar tus cargas y abrazarte como un hijo, esta novela te ayudará. Es desde esa insatisfacción profunda del que percibe su continuo fracaso, que la lectura de estas páginas resulta realmente liberadora. Aquellos que sufren heridas profundas, recibirán este libro como un bálsamo, al evitar las respuestas fáciles para el problema del dolor, abriéndonos la visión a un Dios, cuyo propósito es mayor que todo nuestro sin sentido.
Un libro en definitiva, sólo para espíritus inquietos…
MULTIMEDIA
Pueden escuchar aquí una entrevista de Daniel Oval a José de Segovia titulada
La Cabaña (W.P. Young): encuentro con Dios (audio, 7 Mb).
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