En 1946, el régimen de Franco se enfrentaba con graves problemas económicos. Estados Unidos manifestó su voluntad de incluir España en el Plan Marshall. Sin embargo, la posibilidad se perdió y España retrasó más de una década su recuperación económica.
El Plan Marshall –cuyo aniversario se celebra esta semana- era un plan de reconstrucción de Europa con la ayuda de los Estados Unidos denominado así por el general norteamericano que lo ideó. Franco tenía interés en que España entrara en el Plan Marshall e invitó al senador norteamericano Alvin O´Konsky a “conocer la realidad de España”.
O´Konsky, favorablemente impresionado, el 30 de marzo de 1948 logró que la Cámara de representantes de Estados Unidos propusiera la inclusión de España en el Plan Marshall. También el presidente Truman era favorable y sólo puso como condición que se permitiera la libertad religiosa en España. No exigía que España dejara de ser un estado confesional católico ni tampoco que se reformara el Fuero de los españoles, pero sí que el artículo 6 del Fuero se interpretara de manera más generosa.
Al conocer la oferta americana, Franco dirigió un despacho a monseñor Tardini, secretario de Estado del Vaticano, para que la Santa Sede se pronunciara. Tardini tardó en responder al despacho de Franco cuatro años y lo hizo en el sentido de que el artículo 6 debía aplicarse en un sentido estricto ya que “constituye una grave obligación de conciencia con todas sus consecuencias”.
Ya antes los obispos españoles se habían manifestado frontalmente opuestos a la libertad religiosa. Así, en el invierno de 1948, el Plan Marshall no llegó a España con un trasfondo como el de la Declaración universal de Derechos Humanos cuyo artículo proclamaba la “libertad de cambiar de religión o creencia”.
En octubre de 1949, Truman decidió dar una nueva oportunidad al régimen de Franco y envió a un grupo de legisladores a España en viaje no oficial. Los norteamericanos visitaron varios lugares de culto protestante en España y llegaron a la conclusión de que no podía concederse a España el Plan Marshallaunque, a instancias de los protestantes españoles, recomendaron la apertura de relaciones diplomáticas.
El 14 de mayo de 1951, llegó a España un nuevo embajador, Stanton Griffith, que, al presentar credenciales, rechazó “la intolerancia religiosa en España. El 15 de octubre, Griffith presentó un memorandum volviendo a exigir la libertad religiosa. Fue inútil.
En 1952, España tuvo posibilidad de entrar en la NATO, pero la condición siguió siendo la libertad religiosa. Ante la negativa de Franco, el 7 de febrero Truman pronunció un famoso discurso en el que anunció que vetaba el ingreso de España en la NATO. Dos días después dimitió el embajador Griffith. Su cometido fundamental, según sus propias palabras, había sido lograr la libertad religiosa en España y, al fracasar, renunciaba a su cargo.
Griffith señaló que si España no estaba en la NATO ni en el Plan Marshall se debía a “las interminables demoras del Gobierno español en conceder la libertad religiosa”.
Según Griffith, “toda la política exterior de Truman hacia España gira exclusivamente en torno al problema protestante”.
Al final, España se había visto privada del tan necesitado Plan Marshall y tardaría más de una década en despegar. No era escasa pérdida por satisfacer una intolerancia religiosa que resultaría imposible de mantener tras el Vaticano II.
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