Así, el absurdo protestante llegaría al extremo de que alguien puede ser bueno en esta vida y condenarse porque no está predestinado y, a “contrario sensu”, salvarse pese a ser un malvado porque sí está predestinado. Debo decir en primer lugar que semejantes afirmaciones no tienen punto de contacto con la realidad. No sólo eso. Desgraciadamente, esa visión distorsionada incluso se ha filtrado en ciertos medios protestantes influidos – sin saberlo, eso sí – por la teología católica posterior al concilio de Trento y, muy especialmente, la jesuita. En las próximas entregas, sin ánimo de ser exhaustivo, intentaré mostrar lo que la Biblia y la Historia nos enseñan sobre la predestinación y cómo tanto en uno como en otro caso no existe punto de contacto con el mito católico arriba mencionado.
De entrada, remito a mis entregas anteriores sobre
la salvación por gracia para que se compruebe que el punto de partida de este mito – el bueno se salva, el malo se condena – no puede ser más falso desde una perspectiva bíblica. En realidad, desde la perspectiva bíblica, todos los hombres somos pecadores (
Romanos 3:9); la ley sólo sirve para cerrarnos la boca mostrando que somos pecadores (
Romanos 3:19) y
“por las obras de la ley nadie será justificado delante de él, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (
Romanos 3:20).
Si accedemos a la salvación es porque ésta es “por gracia, a través de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios, no por obras para que nadie se jacte” (Efesios 2: 8-9). La idea, por tanto, de que los protestantes creemos que alguien bueno se condena y alguien malo se condena sólo porque Dios predestina en uno u otro sentido es, por lo tanto, un disparate de dimensiones extraordinarias.
Dicho esto, y guste o no guste, la Biblia rezuma de referencias a la elección-predestinación. Cito tan sólo algunos botones de muestra en relación con cuatro de los términos que aparecen en el Nuevo Testamento.
1.- Eklektos (elegido):
Usando este término, el Nuevo Testamento señala que:
Hay más llamados que elegidos (
Mateo 22:14)
Los elegidos no podrán ser engañados por las fuerzas del mal (
Mateo 24:24)
Por causa de los elegidos se acortará la tribulación (
Marcos 13:20)
Los elegidos serán recogidos por Dios (
Mateo 24:31)
Dios hará justicia a Sus elegidos (
Lucas 18:7)
Nadie podrá acusar en el Juicio a los elegidos de Dios (
Romanos 8:23)
Lo que define a los creyentes es el haber sido elegidos (
I Pedro 2:9) y
Los verdaderos creyentes son llamados, elegidos y fieles (
Apocalipsis 17:14)
En
I Pedro 5:13 aparece un derivado de este término syneklektos que debe traducirse “elegidos juntamente con” o “co-elegidos”. De nuevo, es una referencia a los creyentes.
2.- Eklogue (elección):
Mediante este término, el Nuevo Testamento describe una circunstancia unida indisolublemente a la condición de los creyentes. Tanto que Pablo habla expresamente de LA elección (
Romanos 9:11;
11:5 y 7;
11:28;
I Tesalonicenses 1:4) y lo mismo encontramos en Pedro (
I Pedro 1:10)
3.- Eklégomai (elegir):
Utilizando este verbo, el Nuevo Testamento señala que:
Dios eligió a los que creen (
I Corintios 1:27-28) o
Dios eligió a los creyentes antes de la fundación del mundo (
Efesios 1:4)
4. Prooridso (predestinar):
Pues sí, aunque pueda sorprender a algunos, la palabra aparece en la Biblia y no es un invento de Calvino en pleno siglo XVI. Por añadidura, los textos al respecto son muy claros. Pablo afirma que fuimos predestinados por Dios para ser adoptados como hijos suyos (
Efesios 1:5) y para recibir la herencia (
Efesios 1:11) y, sobre todo, que
“a los que Dios predestinó, a ésos es a los que llamó; a los que llamó a ésos justificó y a los que justificó a ésos también glorificó” (
Romanos 8:30). El pasaje difícilmente puede ser más diáfano: Dios predestina, a los que ha predestinado después los justifica y, finalmente, los glorifica.
No resulta extraño que con este trasfondo Jesús afirmara que los discípulos no le habían elegido a El, sino El a sus discípulos (
Juan 15:16); que Lucas indicara que creyeron aquellos que
“estaban ordenados para vida eterna” (
Hechos 13:48); o que Pablo asegurara sin sombra de duda que
“Dios os ha escogido desde el principio para salvación” (
2 Tesalonicenses 2:13), texto este último que desmiente de raíz la afirmación de que la Biblia nunca habla de predestinación para salvación.
Aunque insisto que lo citado en esta entrega no es ni lejanamente una enumeración exhaustiva de textos de la Biblia, de los mencionados se puede ver con claridad que la doctrina de la elección o predestinación para salvación no es, en absoluto, un invento de Calvino (¡pobre Calvino!). A decir verdad, la encontramos en Pablo, en Pedro, en Juan y, por supuesto, en Jesús.
Adelanto que también estuvo muy clara durante siglos en el seno del cristianismo previo al concilio de Trento, pero de eso hablaremos, Dios mediante, en la próxima entrega.
Continuará: Predestinación (II): la Historia
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