Hace cinco temporadas, me encontraba a punto de salir de vacaciones cuando una de las redactoras de Federico Jiménez Losantos me llamó para pedirme que acudiera a verlo antes de marcharme. Lo hice pensando que se trataba de una despedida un poco más formal. ¡Cuál no sería mi sorpresa cuando me dijo que me iba a proponer para dirigir La Linterna! En ese mismo instante, yo sugerí a Federico cinco nombres distintos para que asumieran esa labor, pero los fue rechazando uno tras otro para indicar que o era yo el nuevo director o la casa dejaba que Apezarena, el entonces director del programa, siguiera desplomándose un año más.
Al escuchar aquellas palabras, le dije a Federico que era público y notorio que yo era evangélico y que no estaba seguro de que aquello encajaría en una cadena de radio que tenía como accionista mayoritario a la Conferencia episcopal. Sin embargo, Federico no le dio importancia y me instó a darle una respuesta afirmativa cuanto antes.
Bajé a mi casa orando en busca de la dirección del Señor. Al final, convencido de mis enormes limitaciones para el razonamiento sensato, acabé pidiéndole una señal. Si los directivos de COPE no ponían la menor objeción a mi fe y no me limitaban en absoluto en la dirección del programa, lo aceptaría. De lo contrario, pensara lo que pensara Federico, lo rechazaría y me dedicaría a lo que tenía planeado para ese curso: reducir mi presencia en medios, continuar aprendiendo chino (estoy muy interesado por el progreso del Evangelio en China) y ejercitarme en el pilotaje de avionetas.
No pusieron el menor inconveniente a mi condición de evangélico. Incluso llegué a enterarme de que personaje de bastante relevancia teológica y lector de mis libros había dicho que mi cristología era mucho más ortodoxa que la de buena parte de los teólogos católicos. Fuera como fuese, lo cierto es que comencé a trabajar en la casa con ilusión y también con la enorme seguridad de que no estaría en la cadena un día más de lo que el Señor quisiera, pero tampoco un día menos.
En términos generales, no puedo sino ver el balance de mi paso por COPE como extraordinariamente positivo. Cuando llegué ya llevaba varios años ganándome la vida como escritor e incluso había ganado algunos premios literarios, de manera que poco aportó en ese terreno mi paso por la casa. Sin embargo, desde sus micrófonos, he podido expresarme con una libertad que estoy seguro que no habría tenido en otras cadenas. La SER jamás me hubiera permitido decir una sola palabra en contra de la cultura de la muerte (aborto, eutanasia…) ni tampoco frente a las presiones del lobby gay. En Punto Radio, difícilmente, hubiera podido defender a las víctimas del 11-M y la continuación de las investigaciones sobre los atentados, cuando la línea editorial del grupo era aceptar la insostenible versión oficial cuya absoluta falsedad el tiempo ha dejado de manifiesto. En otros lugares, no se me habría consentido una postura crítica con Educación para la ciudadanía y menos ser tan directo en otras cuestiones de carácter ético que para mi eran irrenunciables o citar la Biblia.
Como ha dicho muy bien Federico,
“entre la libertad que nos dieron y la que nos tomamos”, en COPE pude hacer en estas cinco temporadas lo que nunca hubiera podido en cualquier otro sitio. Por todo ello, le estoy agradecido al Señor y, por supuesto, a los directivos de la casa.
Es verdad que, en términos comparativos, tanto Federico como yo hemos trabajado mucho más y cobrado muchísimo menos que nuestros homólogos de otras radios, pero nunca nos importó – rechazamos alguna oferta que consistía en multiplicar por veinte nuestro contrato en COPE – porque considerábamos que la defensa de la Verdad y de la Libertad estaba por delante.
También es verdad que no dejamos de recibir ataques, presiones, incluso algún intento de soborno de dentro y de fuera, pero tanto Federico como yo estábamos muy curtidos. Federico porque estuvo en la lucha anti-franquista y ya en la Transición fue objeto de un atentado terrorista perpetrado por nacionalistas catalanes que pudo haber acabado con su vida; y yo porque hace más de tres décadas que pertenezco a una minoría religiosa y sé lo que puede venirte desde fuera y desde dentro y como, no pocas veces, los ataques desde la “ortodoxia” están impulsados sólo por la envidia, la ambición y el interés personal. No iban a doblegarnos y no nos doblegaron.
Durante estos años, intenté hacerlo bien y hacer bien. Por eso, me esforcé en dar voz a pro-vida y homeschoolers, a los padres que defendían que sus hijos pudieran ser educados en su lengua y a las víctimas del terrorismo, a los que luchaban contra la prostitución y contra la corrupción, a los que pretendían dar testimonio de su fe frente a la ofensiva laicista y a los que pedían a gritos un micrófono que nadie les daba siquiera por unos minutos, a mayorías y a minorías como judíos y evangélicos.
Lo decía antes. Siempre procuré hacer bien y hacer el bien y por los testimonios que llegaron casi desde el primer día me consta que desde La Linterna no sólo se ayudó a la gente a bien vivir sino también a bien morir y que más de una persona murió con una oración en los labios precisamente porque había recibido la modesta luz que emanaba de La Linterna. Una y otra vez, di testimonio de Jesús –como en cualquier otra ocupación mía– y de ello me siento satisfecho porque nunca pontifiqué sino que sólo pretendí comunicar de manera sencilla como era mi Maestro y como la Biblia ofrecía una esperanza a todo el mundo.
Ya dije que “ni un minuto más, pero tampoco uno menos”. Llegado el momento –el que Dios ha querido, no me cabe la menor duda– sonó el final de mi tiempo en la COPE. No lo lamento, porque sé que parto hacia un nuevo destino y, como soldado al servicio del Señor, sólo espero recibir órdenes para cumplir lo mejor posible con mi deber. Tampoco lo miro con nostalgia porque también sé que, como dijo Jesús, el que empuja el arado no debe volver la vista atrás.
A partir de septiembre, estaré dirigiendo un nuevo programa nocturno en esRadio, programa cuyas dos últimas horas serán televisadas además de radiadas. Desde allí espero seguir sirviendo a mi prójimo en general, a mis hermanos en Cristo y al Señor. Lo demás, sinceramente, carece de relevancia.
MULTIMEDIA
Video titulado
“César Vidal se va a esRadio”, en una entrevista a C. Vidal en Libertad digital (19 Mb).
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