Naturalmente, a pesar de sus contradicciones y de sus distintas versiones difícilmente conciliables, la Hipótesis documentaria pretende sustentarse en una serie de argumentos que intentaré recoger en esta entrega.
Adelantemos que esos argumentos son de manera muy acusada hijos de su tiempo.
1.- Un punto de vista natural y evolucionista frente a un enfoque sobrenatural. En primer lugar, la Hipótesis documentaria parte de un esquema evolucionista de la Historia de las religiones. Empezando por el animismo y siguiendo por el politeísmo, la religión, por definición, sólo puede aparecer en clave monoteísta en un momento determinado de la Historia, pero no antes. En ese sentido, referencias de carácter monoteísta como las contenidas en el Pentateuco no pueden ser contemporáneas a los hechos narrados y, por definición, deben ser fruto de una evolución posterior. Lo mismo podría decirse de buena parte de la enseñanza moral del Pentateuco como la prohibición de dar culto a las imágenes (
Éxodo 20, 4 ss). La aparición de la filosofía hegeliana – que presentaba un enfoque evolucionista de la Historia basado en la contraposición de tesis y antítesis - y la sociología de la religión del s. XIX contribuyeron enormemente a sustentar este punto de vista y a dotar en apariencia a la Hipótesis documentaria de una pátina de seriedad científica.
2.- Superioridad de la crítica literaria sobre los hallazgos arqueológicos. La Hipótesis documentaria se fue desarrollando además en una época caracterizada por una práctica de la crítica literaria entusiasmada con la idea de descuartizar las fuentes históricas a la búsqueda de sucesivos estratos de tradición en ellas. Ese comportamiento – que afectó también a fuentes clásicas como las obras de Homero y al Nuevo Testamento – vino favorecido por el hecho de que la arqueología estaba en sus inicios y no se contrastaban las suposiciones documentarias con lo que iba apareciendo gracias a la piqueta del investigador. Una vez que, con posterioridad, la arqueología fue desarrollándose, pocos parecieron sentirse inclinados a aceptar la idea de que los hallazgos arqueológicos pudieran cuestionar sus presuposiciones literarias. La verdad oficial estaba ya establecida y no iba a permitirse que la cuestionara el que andaba buscando bajo tierra vestigios del pasado.
Partiendo de esa base, los partidarios de la Hipótesis documentaria pudieron afirmar – y siguen haciéndolo – que Moisés no pudo haber escrito el Pentateuco porque Israel no podía conocer la Escritura en esa época o que los relatos sobre los patriarcas estaban llenos de inexactitudes históricas.
Las consecuencias directas de este enfoque son, se mire como se mire, son fundamentalmente tres:
1.- El Pentateuco (y seguramente buena parte del Antiguo Testamento) carece de carácter histórico. Semejante afirmación choca con las propias declaraciones del Antiguo Testamento por no decir con las de Jesús y sus discípulos, pero aún así son admitidas en centros que se definen como cristianos recurriendo a tesis como las de los géneros literarios muy popular, por ejemplo, en ámbitos católicos. Así, la información contenida en Génesis o Éxodo podría carecer de base real, pero eso, supuestamente, no tendría importancia porque la manera de expresión de los distintos autores del Pentateuco habría sido la saga, la leyenda etiológica, etc.
2.- La religión de Israel sería de origen tan natural como la de cualquier otro pueblo. Naturalmente, esa conclusión es negada – aunque no siempre - por los profesores de facultades y seminarios que tienen un carácter confesional e incluso se recurre a artificios como el de indicar que a fin de cuentas la Providencia se adapta a los medios naturales. Resulta, sin embargo, discutible que Dios tenga que amoldarse a un supuesto modelo evolutivo de la religión y, de hecho, existen bastantes razones para pensar lo contrario, pero sobre ese tema volveremos más adelante y
3.- El Pentateuco – y con él la Historia y la religión de Israel – es un fraude. Como puede suponerse es dudoso que el profesor de un seminario acepte esta conclusión de manera tan tajante (aunque algunos lo hacen. He sido testigo de ello), pero la verdad es que no resulta fácil saber cómo se puede eludir llegar a ese punto. Si, efectivamente, Moisés no escribió el Pentateuco y durante siglos distintos personajes fueron escribiendo textos que le atribuyeron y que cosieron hasta dar lugar a una obra cuya autoría le adjudicaron falsamente nos encontraríamos no con un fraude sino con una cadena de fraudes verdaderamente espectacular, fraude, por otro lado, al que se habría sumado el mismo Jesús.
Como tendremos ocasión de empezar a ver en la siguiente entrega
los pilares básicos de la Hipótesis documentaria resultan, a pesar de su peso en distintos centros docentes, insostenibles.
Continuará
LA HIPÓTESIS DOCUMENTARIA (III): las respuestas
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