A decir verdad, Jesús deja bien de manifiesto que la certeza absoluta de todos los casos sólo se tendrá el día del juicio. Pronunciar juicios sobre la autenticidad de una fe resulta por ello especialmente difícil y más cuando no sabemos si la persona sustenta una fe falsa o simplemente pasa por una fase de entenebrecimiento espiritual.
A pesar de todo lo anterior, la Biblia sí indica que esa persecución se produce, que sus causas son relativamente fáciles de identificar y que esas causas – otra cosa son las personas – sí se sustentan en la falsedad.
I.- La falsedad de negar la salvación por la gracia de Dios: Por ejemplo, la persecución procedente de gente cuya fe es, en realidad, falsa se dirige no pocas veces contra el Evangelio de la salvación por gracia que encontramos en la Biblia. En
Gálatas 2:11 ss, Pablo relata la tribulación que significó para él contemplar que había personas que pretendían que la salvación no era por gracia a través de la fe, sino mediante las obras de la fe. Semejante pesar derivó hacia la indignación cuando contempló que el propio Pedro se dejaba llevar por esa gente y, finalmente, no tuvo más remedio que reprenderlo en público. El pasaje tiene una notable metahistoria. Por ejemplo, ha sido costumbre en ámbitos protestantes citarlo como una prueba de que el papa – que pretende ser sucesor de Pedro – podía equivocarse y que era lícito oponerse a él. No voy a detenerme yo ahora en esa cuestión, pero sí desearía invitar a los lectores a fijarse bien en el episodio. La fe de Pedro era real y auténtica. A decir verdad, Pablo sólo tuvo que recordarle que su conducta era mala porque con ella pasaba por alto que
“un hombre no es justificado por las obras de la ley sino a través de la fe en Jesús el mesías, de manera que podemos ser justificados por la fe en el mesías y no por las obras de la ley, puesto que por las obras de la ley nadie será justificado” (
Gálatas 2:16). Sin embargo, al mismo tiempo, Pablo podía indicar que había otros que sí entraban en la categoría de
“falsos hermanos” (
Gálatas 2:4) que se habían introducido para crear esclavitud y que tajantemente negaban la salvación por gracia.
II.- La falsedad de negar la divinidad de Jesús, el mesías: el segundo motivo a partir del cual puede desencadenarse la persecución por razón de fe falsa es la negativa a contemplar a Jesús tal y como lo describen las Escrituras. No deja de ser revelador que Juan pueda iniciar su carta primera señalando que escuchó, vio, miró y palpó con las manos a Jesús (
I Juan 1:1-2) y, a la vez, subraye que el anticristo, el que se opone totalmente a la enseñanza de Jesús, es el que niega que éste es el Hijo de Dios encarnado (
I Juan 4:1-3). Entendámonos bien: no un hijo de Dios ni un ser creado ni algo aparente. Sino el Hijo de Dios con mayúsculas, aquel que al proclamarse de esa manera
“se hacía igual a Dios” (
Juan 5:18). Cualquier otra “presentación” de Jesús es susceptible de acabar derivando en una persecución de los creyentes verdaderos y lo hará, sustancialmente, porque es falsa y…
III.- La falsedad de negar la enseñanza moral de Jesús: Si alguien persigue a un creyente porque este cree en la salvación por gracia o porque cree en la plena divinidad de Cristo podemos dar casi por seguro que su conducta arranca de una fe falsa. Sin embargo, la persecución no se relaciona sólo con cuestiones que podríamos denominar teológicas sino también éticas. Al respecto, Pablo es tajante al señalar que un creyente no debería asociarse con personas que diciendo ser creyentes actúan de forma sistemática de determinadas maneras. Éstas aparecen señaladas en diferentes sumarios como el contenido en
I Corintios 6:9-10 donde se incluye en esa categoría a
“los fornicarios, los idólatras, los adúlteros, los afeminados, los que se acuestan con hombres, los ladrones, los avaros, los borrachos, los maldicientes, los estafadores”... ya que ninguno de los que practican sistemáticamente ese tipo de conducta
“heredará el Reino de Dios”. No sólo eso. Aquellos que persiguen a otros creyentes por oponerse a esos comportamientos –y los casos son más comunes de lo que puede parecer a primera vista- caminan, quizá sin saberlo, en el terreno de una fe que es falsa.
¿Qué debe hacerse en casos como los citados? De ello me ocuparé precisamente en el último estudio dedicado a la persecución.
Continuará
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