Publicada en su web,
Educar en Valores ofrece a los profesores "recursos documentales", orientaciones y enfoques didácticos que abarcan el índice de contenidos de EpC.
Al abordar el tema de la homosexualidad, entre otros recursos didácticos, el Ministerio recomienda a los profesores que programen en clase la lectura de
Alí Baba y los 40 maricones. La obra aparece descrita en la Guía difundida por el Gobierno como "un divertido cómic con las diferentes peripecias de la vida cotidiana que les suceden a los inquilinos de una casa, en su mayoría gays, en la Barcelona actual”.
Se oculta, sin embargo, que el texto incluye escenas de zoofilia con un asno o presenta la duda de un homosexual entre acostarse con un moro y contagiarse de ladillas o privarse del ayuntamiento sexual y salvarse del contagio. Igualmente, se aconseja a padres y maestros que vean junto a los niños documentales como
Guía gay para el sexo seguro, de producción británica, u
Homosexualidad: la libertad de amar, de TVE.
También se incluye como material didácticamente relevante
Safer Sexy. The Guide to gay, una "guía gay con artísticas fotografías sobre sexo seguro".
Todo esto ya resulta bastante grave, pero es sólo uno de los aspectos contenidos en la guía del Ministerio. Por ejemplo, la eutanasia aparece descrita como un derecho – ¡no existe un solo texto jurídico que lo considere tal! – y así se inculcará a los niños. Y por si lo anterior fuera poco, cuestiones como la paz, la justicia, la violencia o la Transición española son examinadas de una manera dogmática, ramplona y discutible, pero eso sí, siguiendo de manera milimétrica la visión ideológica del presente gobierno.
Al examinar la guía impulsada por el Ministerio de Educación no me queda la menor duda de que la asignatura de EpC tan sólo pretende el lavado de cerebro de los estudiantes españoles.
Se trata de un lavado de cerebro con finalidades como crear una generación entregada a los deseos del lobby gay desde los tres años de edad, educada en una cultura de la muerte que presenta la eutanasia – y no sólo la eutanasia - como un derecho y crecida en una cosmovisión radicalmente falsa de problemas enormemente complejos.
Me comentaba ayer un prestigioso magistrado que al observar la guía no podía evitar la sensación de estar contemplando un plan diabólico cuya finalidad es arrastrar a nuestra sociedad a la disolución moral absoluta en unos términos que recordaban el Apocalipsis.
Con profundo dolor, debo reconocer que sus palabras no me parecen exageradas. Por eso – y porque tengo una hija de catorce años - he decidido objetar frente a la asignatura de educación para la ciudadanía.
Oro porque muchos padres, creyentes o no, den un paso semejante. Y es que no alcanzo a ver otra salida coherente si no se desea que los hijos sean educados en la idea de que es normal mantener relaciones sexuales con un asno, o en la de que la eutanasia es un derecho, o en la de que es deseable que un adulto se acueste con un niño.
La semana que viene, Dios mediante, seguiré refiriéndome a la teología de la liberación. De momento, me conformo con que mis hermanos sepan lo que el Ministerio de Educación reserva para sus hijos. A ver si nos enteramos…
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