Evangélicos ante la enseñanza

De entrada, la enseñanza de la religión – la católica o cualquier otra – no es obligatoria en nuestra legislación educativa. Sí existe una obligación por parte del Estado de ofrecer esa posibilidad a los padres que, obviamente, la orientarán según sus deseos o bien rechazándola o bien aceptándola según su confesión religiosa concreta.

Personalmente, la propuesta que en su día llevó a cabo el PP de ofrecer además una alternativa para los que desearan estudiar la religión desde una perspectiva no confesional me pareció muy inteligente, pero comprendo que haya gente que la rechace en la idea de que el fenómeno religioso no debe ser estudiado en las aulas y sí el filosófico, el artístico o el histórico.

En segundo lugar, en vez de embarcarnos en ese buque siniestro que es el laicismo, creo que tendríamos que intentar garantizar unas condiciones dignas para los profesores de religión evangélica y para su enseñanza. Podrá discutirse el camino que hay que seguir – personalmente, yo soy partidario de dar un mayor peso a las iglesias locales y no a organizaciones para o supraeclesiales - pero lo que admite poca discusión es que los resultados hasta la fecha han sido muy pobres. Vamos, que no nos estamos luciendo precisamente en el terreno de los frutos reales.

Finalmente, resulta urgente adoptar una postura clara frente a la asignatura de Educación para la ciudadanía. De manera bien significativa, la única nación de la Unión Europea que tiene algo parecido es Rumanía y eso como resabio de la dictadura de Ceaucescu o sea de todo un modelo de democracia.

Quizá la asignatura podría ser tolerable si se limitara a proporcionar unas nociones, por ejemplo, acerca del ordenamiento jurídico español, de la Carta de las Naciones Unidas o de las convenciones internacionales sobre Derechos Humanos. El problema es que la asignatura constituye un peligrosísimo intento de adoctrinamiento que empezará a los tres años de edad y concluirá al final del bachillerato.

Ese adoctrinamiento entra en aspectos que deberían ser inviolables para un gobernante como es la moral privada. Basta ver el proyecto de desarrollo de la asignatura que ha realizado, por ejemplo, la Junta de Andalucía para ver como aparece, entre otros temas espinosos, la aceptación como derecho humano indiscutible del matrimonio de homosexuales.

Por si fuera poco, la asignatura, a diferencia de la religión, puede, caso de ser suspendida, tener nefastas consecuencias para los currículo escolares, la obtención de becas, etc.

A lo mejor algunos piensan que la solución es decir bobadas sobre la enseñanza de la religión católica, no conseguir resultados tangibles sobre la de religión evangélica y callarse ante un atropello tan perverso como el de la asignatura de educación para la ciudadanía. Si es así, sólo darían muestra de que no se enteran y de que merecen aparecer en esos programas repletos de disparates que tanto abundan en televisión. Pero de televisión hablaré otro día.

Continuará

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	1		El IVA y el FM de las iglesias
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