Dejaba pendiente el otro día la cuestión de una radio que pudiera emitir programas evangélicos y señalaba que, a pesar de todos los disparates que se vienen diciendo y cometiendo desde hace años al respecto, sí existe posibilidad de contar con ella... si se conoce la ley y se tiene visión.
Permítaseme indicar, primero, los caminos que no nos llevarán a ningún sitio y luego los que pueden conducirnos en alguna dirección positiva.
1.- La ilegalidad. Lamentablemente, la vía de la ilegalidad – alegalidad dirían los cursis que además no desean ver la verdad – ha sido la seguida por no pocos hermanos a la hora de poner a funcionar una emisora de radio. Que ese camino de la ilegalidad ha sido también transitado por grupos vecinales, anarquistas, antisistema y un largo etcétera es innegable, pero no por eso deja de ser ilegal.
Defender esa vía no resulta, a mi juicio, tolerable para un creyente, de la misma manera que no puede alegar que roba porque muchos otros lo hacen y porque, a diferencia de ellos, va a destinar el fruto de sus hurtos a la predicación del Evangelio, o de la misma forma que no se puede tener sin asegurar a los hermanos que trabajan para una ONG evangélica señalando que lo mismo pasa en otros sitios y además aquí la causa es mejor.
El hecho de que esa situación se haya perpetuado además durante años no le resta gravedad sino que, por el contrario, se la añade.
De manera realista, debemos aceptar que, más tarde o más temprano, todas esas emisoras se cerrarán y que es justo que así suceda. ¿O es que como creyentes pretendemos que podemos desobedecer la ley y que existen conductas que nos permiten quebrantarla? La insistencia al respecto – no digamos ya episodios como los de algunos festivales de recogida de dinero para mantener en pie algo que choca frontalmente con la legislación – constituye, a mi juicio, no tanto una muestra de fe como de empecinamiento no siempre espiritual. Quizá por ello no debería sorprender el destino que, al fin y a la postre, han tenido algunas de estas emisoras.
Agradezcamos, pues, a Dios lo bueno que haya podido derivar de ellas en algún momento y olvidémonos de un camino que nunca debió ser transitado por creyentes que tienen que ser, por definición, respetuosos con la legalidad.
2.- El alquiler. Otra vía, totalmente legal y aceptable, es la de alquilar espacios.
Así se ha hecho en el pasado de manera muy digna incluso en la época de Franco. No son muchas las posibilidades, pero siguen existiendo radios que aceptan estos contratos y podría resultar una manera de dar testimonio desde la radio – insistamos en ello - de manera legal y digna. Es cierto que un enfoque así no es barato y que tampoco permitiría mucho lugar a los personalismos que, lamentablemente, son tan comunes en el mundo evangélico. Sin embargo, la puerta está abierta y siempre será mejor que la de infringir la ley.
3.- La radio digital. Posiblemente sea esta la opción más prometedora de cara al futuro siempre que se esté dispuesto a incluir en el esfuerzo la unidad cristiana, la humildad denominacional y personal y, sobre todo, la visión de futuro.
Subrayo estos aspectos porque creo que sin ellos nunca vamos a llevar a cabo nada medianamente digno que sirva para algo más que para satisfacción carnal de unos cuantos.
Pero volvamos a la radio digital. El sistema de concesiones tiene los días técnica – que no políticamente - contados y de ahí la política seguida por el ex.ministro Montilla durante los últimos años. Mantener la eficacia política de un sistema de concesiones de frecuencias controlado por el poder será imposible en el momento en que entre en funcionamiento la radio digital.
A partir de ese momento, una cadena con una sola frecuencia podrá emitir desde cualquier punto del territorio nacional – o desde el extranjero – y podrá ser escuchada con una nitidez que ahora mismo no tienen todas las emisoras locales. La oportunidad que se abrirá entonces para el pueblo evangélico – a no mucho tardar en términos de años – será extraordinaria siempre que la sepamos aprovechar de la mejor manera y no la dilapidemos como otras.
Dicho sea con todo el amor del mundo, en estas cuestiones sería importante que nos enteráramos de lo que verdaderamente pasa. Por ello seguiremos refiriéndonos a otras no menos importantes en el siguiente artículo.
Continuará
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