La enseñanza herética que se filtra en las páginas del “Código real” debe no poco a la teología del adventismo. Si, por un lado, no ha tenido empacho en falsear texto tras texto de la Biblia para afirmar que estamos bajo la ley o que la salvación es por obras; por otro, comparte también sus tesis aniquilacionistas y sobre el sueño de las almas.
De manera bien significativa, “traduce” determinados pasajes de la misma manera que la Biblia de los Testigos de Jehová, la Versión del Nuevo Mundo, o que alguna revisión adventista de la Reina-Valera.
Por ejemplo, en Lucas – convertido en Hilel en el Código real – 23, 43, el texto original afirma: “Y le dijo: en verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Las palabras de Jesús son un anuncio al ladrón arrepentido de que ese mismo día se encontrará con él en el Paraíso. Como el texto no encaja con la teología adventista y de los testigos de Jehová habitualmente ambas sectas lo han vertido: verdaderamente te digo hoy estarás conmigo en el paraíso. Ni que decir tiene que se trata de una traducción imposible gramaticalmente (¿cuándo se va a hacer una afirmación presente salvo en el día de hoy? ¿se puede decir “verdaderamente te digo la semana que viene”) y disparatada teológicamente. Pues bien el Código real va en la misma línea y traduce: “De cierto te digo hoy que estarás conmigo en el Gad Edem”.
La Biblia enseña, por supuesto, que los muertos en Cristo ya están ante él y no, como afirma el adventismo, en un estado de adormecimiento. Por ejemplo, en Apocalipsis 6, 9-10, leemos que Juan vio “las almas de los que habían sido asesinados por la palabra de Dios y por el testimonio que tenían y clamaban a gran voz diciendo: ¿Hasta cuándo, oh soberano santo y verdadero, no juzgas...?”. Es obvio que las almas que vio Juan estaban conscientes y se dirigían a Dios. Pues bien el Código real vuelve a pervertir el texto diciendo: “Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar del sacrificio las vidas de los que habían sido asesinados por causa de la Torah de Dios y por causa de la solemne confesión que profesaban y clamarán a gran voz diciendo...”. Las almas de los muertos se han convertido en vidas, un término más ambiguo, y el clamor actual se transforma en un clamor que tendrá lugar en el futuro. Para remate la palabra de Dios se convierte en la Torah dentro de la visión legalista propia del “Código real”. Difícilmente se puede torcer más un texto para que diga lo contrario de lo que expresa en el original.
Y si pésima es la traducción del “Código real”, no menos lamentables son las notas. Por ejemplo, en 2 Corintios 12, 1 ss, el apóstol Pablo relata cómo fue arrebatado al tercer cielo, al paraíso donde tuvo una experiencia espiritual inefable. Pues bien la nota del Código real explica lo siguiente sobre el paraíso que traduce como Gad Edem: “El Gad Edem es el paraíso (seno de Abraham) ubicado ahora en el tercer cielo, de siete en total y es conocido en el Judaísmo como un lugar y estado donde reposan los espíritus de los tzadikim (justos piadosos que han muerto) los cuales, cada cierto tiempo, son despertados y consolados por Mashiaj mismo y el profeta Elyahu”. El comentario no tiene desperdicio. No sólo el autor atribuye al judaísmo conceptos ajenos, no sólo identifica el concepto de tzadik judío – por cierto muy tardío - con otro diferente sino que además nos cuenta que los justos están dormidos en el Paraíso y, de vez en cuando, el mesías y el profeta Elías los despiertan. ¡Ahí es nada!
La verdad es que resulta difícil expresar un cúmulo mayor de dislates teológicos en menos líneas y lo peor es que el autor – o autores del desaguisado – pretenden que se trata de una versión mucho mejor del Nuevo Testamento de las que disponemos. Ya hemos visto que, teológicamente, no pasa de ser una burda falsificación.
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