Empujados al desierto por una disputa con las autoridades del Templo, los sectarios
marcharon al desierto, posiblemente, para cumplir la Torah tal y como ellos creían que debía ser obedecida y a la espera de una consumación escatológica del mundo que no se produjo tan pronto como pensaban. Quizá el grupo se hubiera disuelto de no haber hecho acto de presencia un personaje al que los documentos de la secta denominan el "Maestro de Justicia". Este imprimió al movimiento una dirección característica que no tendió tanto a mirar hacia atrás - cuando se separaron del sistema de culto de Jerusalén - como hacia adelante.
El cuartel general de la secta
estaba en Jirbet Qumran y allí permanecería durante algo más de dos siglos con un lapso de unos treinta años que el lugar estuvo abandonado (del 31-37 a. de C. al 4 a. de C. aproximadamente).
La secta estaba
organizada según una jerarquía muy estricta en la que había sacerdotes, levitas, ancianos y los simples monjes. Aunque se reunían en asambleas comunitarias o sesiones de los ha-rabbim (los muchos), lo cierto es que el gobierno efectivo formado por tres sacerdotes y doce laícos. Aparte existían los cargos de mebaqqer (inspector) para controlar diversas áreas de la comunidad y sobre los distintos mebaqquerim, hallamos la figura del paqid (inspector jefe).
Los baños rituales tenían una enorme importancia en la disciplina del grupo ya que aparecían ligados a ideas de
pureza ritual. Los restos encontrados en excavaciones evidencian, de hecho, un cuidado escrupuloso en la conservación del agua, algo admirable en el medio desértico donde habitaban.
Las sanciones en el seno de la comunidad eran muy severas e iban desde la reducción de la ración alimenticia a la expulsión en unas condiciones que implicaban casi la muerte segura. La propiedad era comunitaria pero no parece que existan reglas que impongan el celibato obligatorio. De hecho, se han encontrado sepulturas de mujeres y niños en la zona.
Su separación del sistema de sacrificios del Templo era total -lo que encaja mal con la descripción que nos ha llegado de los esenios- y, de hecho, se esperaba una consumación de los tiempos en que los "Hijos de la Luz" (los miembros de la secta) vencerían a los "Hijos de las Tinieblas", instaurándose luego un sacerdocio restaurado.
En cuanto a sus creencias, prescindiendo del acento exclusivista propio de la secta, coincidían en buena medida con la teología de los fariseos.
También ellos creían en la inmortalidad del alma y en la resurrección, en la existencia de ángeles y de demonios, en el infierno, en una confrontación escatológica final y en la venida del Mesías. Para ser exactos de dos mesías, uno de los cuales debía morir. Recientemente R. Eisenman ha desafiado este punto de vista insistiendo en que se trata sólo de un mesías (The Dead Sea Scrolls Uncovered, 1993, pgs. 19 ss) pero sus argumentos no terminan de resultar convincentes.
La identificación de los sectarios de Qumran ha sido objeto de frecuentes controversias en las últimas décadas (para un examen de las mismas remitimos a los lectores a nuestro trabajo sobre los orígenes de la secta) pero la postura que los identifica con los esenios es, hoy por hoy, mayoritaria. Tal punto de vista resulta, a nuestro juicio, excesivamente optimista. Sin duda, las similitudes son notables: el periodo de prueba, los juramentos de iniciación, lo estricto de la disciplina, los baños rituales, la comida en común, la organización de tipo de jerárquico, el honor rendido a los sacerdotes, la comunidad de bienes, la rigurosidad del cumplimiento del sábado y el legalismo considerable en la moral religiosa, etc.
Con todo, estas similitudes no nos proporcionan una identificación completa. Así existen discrepancias en cuanto a la frecuencia y el significado de los baños ceremoniales, la duración del periodo de prueba, la doctrina relacionada con los sacrificios, la actitud hacia el gobierno y la utilización de la fuerza, la existencia de matrimonios en Qumran.
Se ha argumentado que éstos podrían ser los esenios que se casaban de los que habla Josefo, pero no debemos olvidar que éstos eran algo muy excepcional por cuanto tanto Josefo como Plinio y Filón insisten en el carácter de celibato que caracterizaba su vida.â, etc, y éstas obligan a negar la identidad entre ambos grupos.
¿Cuál sería entonces la solución del enigma? Una posibilidad sería la de reconocer que existían diversos grupos en la zona del desierto con parecidos entre si, aunque no todos eran esenios. De hecho, el mismo Josefo estuvo un tiempo con un maestro de esas características (Vida II, 11) que practicaba también los baños rituales pero que no era esenio.
Otra explicación probable es la de que el término "esenios" tenga que ser entendido en un sentido amplio como el utilizado por Hipólito y que los sectarios de Qumran se identifiquen con una de las cuatro divisiones del movimiento. Con todo, la noticia es tardía y poco clara y no nos permite llegar a conclusiones seguras.
Mientras no contemos con una documentación adicional que nos permita decidir en un sentido definitivo,
deberíamos conformarnos con afirmar que los sectarios de Qumran fueron un movimiento que quizá, y sólo quizá, pueda identificarse con los esenios, aunque las diferencias existentes con éstos, hacen más prudente considerarlos sólo como un grupo parecido pero no idéntico de los varios que poblaban el desierto de Judea.
(*) Al respecto ver: J. A. Fitzmyer, The Dead Sea Scrolls: Major Publications and Tools for Study, Missoula, 1977; G. Vermes, The Dead Sea Scrolls, Filadelfia, 1981; P. R. Davies, Qumran, Guildford, 1982; M. Delcor y F. García Martinez, Literatura esenia de Qumran, Madrid, 1982; P. R. Callaway, The History of the Qumran Community, Sheffield, 1988; C. Vidal Manzanares, "El origen de la secta del Mar Muerto a la luz de 4QMMT" en ETF, II-3, 1990, pgs. 233-250.
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