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Matamoros y las libertades en España (4)
 

Cartas a la reina y Gobierno de España por Matamoros

Prácticamente toda la Europa protestante se dirigió a España urgiendo que dejase de perseguir a los cristianos evangélicos y aplicase los principios de la libertad religiosa.
ORBAYU AUTOR Manuel de León 15 DE ABRIL DE 2013 22:00 h

Ya comentamos en el anterior artículo que una comisión representando a muchos países europeos (25 miembros, personajes de la mayor categoría, o conocidos por su sabiduría o posición social), fue a Madrid para defender a los protestantes ante el Gobierno y la reina de España.

También iniciamos a exponer las cartas dirigidas a la reina de España y al Gobierno desde diferentes movimientos protestantes europeos, después que Matamoros fuese condenado por motivos de su fe a nueve años de presidio,

Continuamos aquí la relación de cartas y documentos presentados.

PETICIÓN DIRIGIDA POR LA SOCIEDAD DE AMIGOS A MARÍA ISABEL LUISA, REINA DE LAS ESPAÑAS
«Sentimos cuán delicada cosa es aproximarnos a tu real presencia, é interceder en favor de tus propios súbditos: pero sabiendo que para el cristiano, todo cristiano es hermano, osamos hacerlo con toda humanidad en favor de algunos hermanos nuestros en Cristo, presos en España por causas de conciencia.

»La Sociedad de Amigos tiene dicho, como verdad de la mayor importancia, que la fe religiosa es asunto entre Dios, creador omnipotente, y las almas que él ha creado, y que por lo tanto el hombre es responsable por su fe a Dios solamente. Verdad que nuestros padres sostuvieron en medio de muchas persecuciones, particularmente al fin del siglo XVII; pero ahora se reconoce dicha verdad, gracias a Dios no solo en el imperio británico, sino en casi todas las naciones civilizadas del mundo, con los mejores efectos, no solo para los gobernantes sino para los gobernados.

»De la autoridad de nuestro Señor Jesucristo no se puede apelar, y con todo respeto creemos poder decir que su mandamiento tiene tanta fuerza para el príncipe como para el pueblo, y que tan claramente manda a los soberanos dejar a sus súbditos la libertad de conciencia, como a los súbditos la obediencia en las cosas seculares.

»EI enseñó a sus discípulos a sufrir con paciencia por amor suyo ; pero nunca a que en su nombre hiciesen sufrir a otros. »Esto él lo ha para siempre condenado en las memorables palabras que dijo a sus discípulos, cuando querían llamar el fuego del cielo sobre los que Do querían recibirle :« No sabéis qué clase de espíritu soy: porque el Hijo del hombre vino, no para destrozarla vida de los hombres, sino para salvarlos.»

»Y como nos dice su apóstol Pedro: «Cristo nos ha dejado un ejemplo que seguir en sus pasos.»

»Mucho nos ha alegrado la extraordinaria resurrección de España, su nueva prosperidad material; pero con dolor profundo hemos sabido que el espíritu de persecución religiosa se ha mostrado otra vez en su seno, contra Manuel Matamoros, José Alhama, Miguel Trigo y otros, todos españoles, encarcelados en Granada y algunos de ellos condenados a sufrir muchos años de presidio, por haber adorado a Dios, públicamente, y por haber profesado la fe cristiana segun su conciencia.

»Puede que hayan infringido alguna prescripción expresa de la ley vigente en España, así como Daniel suspendió una ley positiva de los Medos y de los Persas, rezando con las ventanas abiertas hacia Jerusalén; pero no pudiendo decirse mas contra ellos que contra él, siendo la causa de su persecución, su fidelidad hacia la que creen ley de Dios, pedimos con el mayor respeto a la Reina, que abra las puertas de la cárcel y que deje salir a los religiosos encarcelados, librándoles de todas las consecuencias de la persecución que han sufrido.
»No hay nada que pueda hace lucir una corona, tanto como el uso de su prerrogativa de perdonar, según los preceptos de Cristo, que es Rey de reyes, y Señor de señores.

»No hablamos en beneficio de ninguna secta ; solo pedimos gracia para nuestros hermanos en Cristo, que sufren cautivos bajo un gobierno católico, apostólico, romano, del mismo modo que antes pedimos en favor de católicos, apostólicos, romanos, a un rey protestante en cuyos dominios sufrían la persecución por ser católicos, y de la que ya se encuentran libres.

»Mucho nos satisface saber que el fin que nos proponemos ha encontrado amigos, no solo en Prusia, Suiza, Gran Bretaña, Norte del América, y otras naciones protestantes, sino que los ha encontrado también en Francia y en Austria; y creemos que terminando la persecución religiosa, la Reina de España, no solo merecerá, sino que alcanzará la gratitud y el aprecio de todos los gobiernos ilustrados del mundo, sin distinción de religiones ni creencias.

»Quisiéramos apelar, y lo hacemos llenos de confianza, a las páginas de la historia, para probar que los países que han gozado de la libertad religiosa son los que han alcanzado mayor prosperidad, y que los reyes que han protegido los fueros de la conciencia han alcanzado grandísima preeminencia sobre los que los han oprimido.

»Que el Todopoderoso, que rige el cielo y la tierra, te bendiga ¡oh Reina! y a los súbditos de tus extensos dominios.

»La gracia de Dios prevalezca en los corazones de la Soberana y de su pueblo hasta hacer que España sirva de prueba a las naciones que la rodean de esta verdad, que nada enaltece a una nación tanto como la rectitud de su política, y que cuando seas llamada a deponer la corona y a comparecer ante el recto Juez, seas por la gracia de Jesucristo nuestro Redentor, gracia de la cual tiene tanta necesidad la reina sobre su trono como el mas humilde de sus súbditos, admitida en su reino eterno...

»Firmado en... y por una asamblea de la mencionada corporación representativa de la Sociedad de Amigos congregada en Londres, hoy 3 del cuarto mes de 1863,-Ricman Godlee.»

SÚPLICA DE LA ALIANZA EVANGÉLICA DE LA GRAN BRETAÑA
«Señora: .
»Los abajo firmados somos diputados por nuestros correligionarios de la Gran Bretaña é Irlanda con objeto de pedir la gracia de V. M. para algunos de nuestros hermanos cristianos, súbditos de V. M., condenados a presidio y otras penas por haber profesado creencias religiosas semejantes a las nuestras.

»En casi todos los países regidos por príncipes cristianos está hoy legalmente admitido que profesar creencias religiosas diferentes de la del Estado no es un crimen. Y este ilustrado principio no solo está en armonía con el Evangelio que todos profesan, sino que tiende a asegurar la paz y la estabilidad de las naciones que lo practican. Y a nosotros nos cabe la satisfacción de decir a V. M. que no hace mucho tiempo fundados en este principio pedimos con buenos resultados, en unión con muchos cristianos de varios países de Europa y América, la libertad de varios católicos, apostólicos, romanos de Suecia condenados por una ley antigua a ser expulsados de su patria por haber abandonado la religión protestante para convertirse a la católica. Apelamos a la justicia, a la inteligencia y a la humanidad del rey de Suecia, y S. M. no solo perdonó a los que habían abandonado la religión del Estado para profesar otra, sino que aconsejó a sus ministros suprimieran ley tan injusta; y tenemos la mayor satisfacción en poder añadir que el justo deseo del rey se cumplió, y que los mismos católicos suecos, viven ya practicando su religión sin temor de verse molestados ni perseguidos.

»Por todo lo cual humildemente suplicamos a V. M. conceda a nuestros correligionarios en España la misma remisión de la pena que se dio por intercesión nuestra en Suecia a las personas que según la ley habían cometido el crimen de profesar la misma religión que V. M. profesa.

»No es necesario recordar a V. M. que en nuestro país los miembros de la Iglesia de Roma gozan de la misma libertad para profesar su religión que nosotros mismos, y que están igualmente protegidos por la ley que los que profesan la religión del Estado.

»Poniendo nuestra humilde petición a los pies del trono de V. M. no pedimos para los que gimen en las cárceles de España mas que lo que está plenamente concedido a los súbditos católicos romanos de la corona Británica y a todos los que tienen la misma fe, cualquiera que sea la parte del mundo de donde vengan para vivir bajo su protección.

»Nuestra súplica, pues, se reduce a pedir a V. M. tenga a bien usar de su real prerrogativa para levantar por completo las penas impuestas a las personas objeto de nuestra súplica.

»Si V. M. presta oído benévolo a nuestra demanda, nos atrevemos a creer que tal acto de clemencia realzaría la honra del reinado de V. M., satisfaría a la conciencia y le traería a V.M. la gratitud de muchos de sus súbditos aumentando el respeto de ilustrados príncipes, al mismo tiempo que daría inexplicable satisfacción a todas las gentes animadas de rectos pensamientos en toda la cristiandad.»

Firmado por todos los miembros de la Diputación.

PETICIÓN DE LAS IGLESIAS EVANGÉLICAS DE AUSTRIA A S. M. CATÓLICA ISABEL II REINA DE ESPAÑA
«Señora:

»Cristianos evangélicos de diversas tierras, aunque sostenidos por una fé común en el Redentor, que olvida y promete olvido, nos acercamos al trono de V. M. con la mas profunda reverencia. Cada día comparecen ante su Soberana muchos españoles pidiendo gracia; pero en el caso presente son extranjeros los que se acercan suplicantes í una Reina extranjera, y con ellos nos presentamos nosotros como representantes de las Iglesias evangélicas del imperio Austríaco, confiando anticipadamente en que V, M oirá con benevolencia nuestro cristiano deseo.

»He aquí la causa por que damos este paso; algunos individuos súbditos españoles profesan una fe semejante a la nuestra, transgrediendo las leyes de España. Con la sanción de estas leyes aplicadas por los tribunales de justicia, han sido condenados a muchos años de prisión y otras graves penas La ley ha pronunciado su sentencia, y no puede hacer nada mas. La ejecución de la sentencia, que es inminente, causa profunda aflicción a muchas personas tanto protestantes como católicas. Movidas por cristiana simpatía contemplamos el desgraciado porvenir de esos que son legalmente culpables, pero desgraciados cristianos. En vano es pensar en prestarles socorro a ellos, y a nosotros solo nos queda una última esperanza.

»Por encima de la ley y de sus juicios se levanta la prerrogativa de gracia, atributo de la Majestad. El Señor garantiza a los reyes la dulce prerrogativa del perdón, con el fin de que ellos hagan lo que la ley no puede; para que ellos salven cuando la ley mata. Con una sola palabra vuestra Majestad puede impedir la ejecución de la ley, rescatar a los pobres presos de la miseria sufrida ya durante años, y devolverles la libertad librándolos de sufrimientos tan pesados como severos. Con un fiatáe vuestra Majestad, miles de cristianos se verán libres de amargo disgusto y sentirán piadosa alegría.

»Nosotros pedimos a vuestra Majestad esta palabra de gracia, y la pedimos obedeciendo la mas dulce palabra de Jesús, como creyentes en el Señor Jesucristo, que lleno de fe en su amor hasta la muerte, nos mandó suplicáramos a Dios y a los hombres por nuestros hermanos. Lo hacemos confiando en Dios, quien tiene en sus manos el corazón de los reyes, y confiados en los piadosos y benévolos sentimientos de vuestra Majestad, que con su real oficio se siente llamada a mitigar penas y difundir paz. Y por último nos induce a presentar esta petición la gratitud que debemos a Dios que nos ha concedido esta gracia, como ciudadanos austríacos.
»Su imperial, real, apostólica Majestad, nuestro gracioso Soberano, a pesar de ser católico , inspirado por su benevolencia , ha publicado un decreto , declarando iguales en derechos para practicar su culto a todas las comuniones cristianas en su imperio; él Dos ha conferido a todos sus súbditos no católicos la libertad y el derecho de amar y confesar públicamente nuestra fé cristiana y de ejercerla en todos los asuntos eclesiásticos.

»Nosotros bendecimos a Dios por tan alto privilegio: y oramos como leales y agradecidos vasallos porque la bendición divina caiga sobre nuestro católico emperador; y lo mismo hacemos por vuestra Majestad católica; todos los domingos oramos por todos los soberanos. Y si vuestra Majestad tuviere a bien por amor de Dios acceder a nuestra plegaria, ¡con cuánto agradecimiento y regocijo, nosotros, y muchos otros, pediríamos a Dios la salvación de vuestra Majestad!»

Esta petición estaba firmada por muchos nobles de Austria y Hungría; por los profesores protestantes de la Universidad y academia de ciencias de Viena; por el clero de las iglesias reformadas de Viena, y por 104 pastores de las congregaciones protestantes de Austria, Hungría, Gallacia, Transilvania y Bohemia. El magnífico volumen en que iba la petición contenía mas de 4,000 firmas, representando mas de 2.000,000 de cristianos del imperio austríaco.

Por muy parecida a la precedente no reproducimos la petición de los protestantes de Baviera; pero la de los Principados Danubianos dirigida a las Cortes es notable entre todas y dice así:

PETICIÓN DE LOS PRINCIPADOS DANUBIANOS A LAS CORTES
«A las honorables Cortes de la Nación Española.

»¡Cortes! Nos dirigimos a vosotras en el nombre de AQUEL que dijo: «Os doy un nuevo mandamiento, y es que os améis unos a otros,» (San Juan, XIII, 34). Vosotros sois ciudadanos de una nación, sobre cuyos hijos la gracia de Dios derramó los mas ricos dones materiales y espirituales. Sobre vuestra tierra maternal, Dios ha colocado un sol, que se eleva con gloriosa belleza, esparciendo luz y abundancia; y el nombre de vuestra nación está escrito en las páginas de la historia con indelebles caracteres de grandes hazañas.

»Pero, a pesar de lo mucho que reconocemos el radiante nombre de la nación española, la verdad nos obliga a ser sinceros, porque es duro tener que oponerse a Dios; y por esta razón, nosotros que vivimos en el Oriente de Europa, nos vemos obligados, en nombre de la Humanidad, a aconsejar, y nuestro amor cristiano nos compele a unir con el consejo un recuerdo del gran día del juicio; porque escrito está «que el que blasfeme contra el Espíritu Santo , no será nunca olvidado , y está en peligro de condenación eterna.» — (San Marcos, III, 29.)

»¡ Cortes! en vuestro seno hay corazones que se acusan recíprocamente cuando pasan en revista las severas leyes de España, que han marcado vuestra historia con ríos de sangre. ¡ Hombres honrados! adelantaos , y dad al mayor legislador y juez el honor de amar al Padre en el Hijo. Nuestro querido Redentor Jesucristo dijo: «Si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres;» y su Apóstol añadió: « Porque la Ley del espíritu de vida en Jesucristo me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.» ¡Oh! que estas sagradas palabras penetren en vuestras almas como celeste luz; que sean para vosotros como el Ángel de la Resurrección, cuyo rostro era como el relámpago, y que borre vuestra ley de muerte para los mártires de la fe.

»Librad a Matamoros, a Alhama y a todos los que están sufriendo las penas del martirio por sus creencias.

»En verdad que no sabéis lo que hacéis con ellos; y si los miráis como criminales, desterradlos hacia el Oriente : os lo suplicamos desde lo mas profundo de nuestros corazones.

»Cortes: Los mártires arriba mencionados son una prueba de que la verdadera sabiduría y su poder en España no desaparecerá jamás: no os ceguéis vosotros mismos contra tal conocimiento y resistencia para sufrir. ¡Oh Cortes ! en vuestra mano está elevar a España a una altura a do nunca llegó. Os bastará decir una sola palabra no mas; y España tendrá noble y magnánimamente libertad religiosa.

»El mundo os cree magnánimos, y lo sois en verdad. Sedlo, pues: haced que el eco repita por el universo: ¡ España se ha regenerado!

»Pensad en el regocijo que causará de uno al otro extremo del mundo, el que declaréis que de hoy en adelante nadie será castigado por su fe religiosa, y que este acto de misericordia lo selle la libertad de Matamoros y de los otros condenados.

»¡Oh, Tierra! ¡Tierra! ¡Tierra! oye la palabra del Señor.— Bucarest, marzo 27, 1863.
»Firmado por los pastores y anexos de las Congregaciones luteranas y reformadas, y por los agentes y misioneros de varias sociedades religiosas británicas en los Principados Danubianos.»
 

 


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