El éxito alcanzado por El Alba según Vilar parece considerabley ya en el número 2 el editorialista lo expresa así:"No puede ser más lisonjera la acogida que ha merecido el primer número de nuestro modesto periódico. De todas partes recibimos pruebas de simpatía y ofrecimientos de apoyo, y muy especialmente nuestros amigos de Escocia se han hecho acreedores a toda nuestra gratitud por la generosidad de sus esfuerzos. No citamos individualmente todos los casos, porque en la mayor parte de ellos se nos ha recomendado la reserva, y porque en todos reina un espíritu evangélico que solo aspira a que se consiga el bien, aparte de toda cuestión de amor propio personal; pero a todos enviamos la expresión cordial de nuestras sinceras gracias".
La prensa protestante de Gran Bretaña se había hecho eco de la favorable acogidacomo el
Evangelical Christendom y la difusión en España hizo que se tuviera que hacer reimpresión del primer número del que se distribuyeron 10.000 ejemplares. Parece que era tal la penetración en la sociedad española que leemos en
Román Catholicism in Spain. By an old resident[i]:”Una de estas publicaciones, titulada
"El Alba", que se publica en períodos indeterminados, se encuentra favorecida en todas las clases de la sociedad española, de manera que sus editores están constantemente recibiendo cartas de aliento a perseverar, como los que ya se ha aludido, desde muchas ciudades de la Península, así como sus reiteradas demandas de suministros de la obra.
"El Alba", se lee públicamente en el cuerpo de guardia de la milicia nacional de Madrid, y, se dice, se ha reimpreso en las imprentas de la capital a expensas de los jornaleros, sin el menor obstáculo.”
Dice J.B. Vilar también al respecto: “Consciente la
"Spanish Evangelization Society" de Edimburgo de las posibilidades que se abrían en España a sus trabajos de propaganda con la difusión del flamante periódico, entrado el año 55 tomó a su cargo la responsabilidad financiera, la edición y la distribución de la revista, recurrió a la estereotipia y reprodujo los tres números iniciales, de los que en pocos meses fueron puestos en circulación 28.000 ejemplares, llamados a llegar a los puntos más recónditos de España. En años posteriores prosiguió esta labor difusora con igual intensidad, de forma que
El Alba fue sin duda la revista protestante en lengua española de máxima resonancia con anterioridad al Sexenio revolucionario, no tanto por su profundidad teológica y calidad literaria -por debajo de los magazines auspiciados por Calderón-, como por su difusión, duración e influencia”. Evidentemente esta difusión tan masiva no dejó indiferente al catolicismo que se levanto en público clamor contra la circulación de un periódico extranjero atentatorio contra las leyes vigentes de la Constitución de 1845 y sobre las creencias del pueblo español. Una pastoral de noviembre de 1855 del obispo de Cádiz y que recogía La Esperanza decía de
El Alba: “periódico que se publica en Londres pero en español y para españoles", que"... insulta descaradamente lo más sagrado de nuestras creencias", y cuyo nombre es "...expresivo de la esperanza que abrigan sus editores, y de que muy pronto brillará en el cénit de nuestro pueblo el infausto meteoro de la seducción protestante...". Apercibía finalmente al clero y fieles de que la revista en cuestión "... se introduce furtivamente en las casas y talleres, según nos informan, por agentes ocultos de la herejía; y que los números y ejemplares que de cualquier modo hubieren llegado a nuestro poder, los entreguéis igualmente a nuestros párrocos o en nuestra secretaría episcopal".(Idem J. B. Vilar)
No fue solo el obispo de Cádiz el que clamaba por la supresión de esta revista, sino también los de Orihuela y Cartagena que también habían detectado la difusión de El Alba en sus diócesis, y por todas partes de España parecía circular la revista. Una orden ministerial de 17 de febrero de 1856 prohibiría la circulación de esta revista en todo el territorio nacional y en otra orden posterior se refería a"... todo escrito que tienda a propagar doctrinas contrarias a los sagrados dogmas de nuestra fe católica".
El Alba católicade Madrid también salió al paso de esta inundación de revistas extendidas por todo el país, haciéndolo con toda clase de calificativos en nada agradables. Decía: “Entre esta clase de perniciosos folletos que sin cesar vomita la prensa británica -denunciará, combativa, la flamante gaceta católica''- se halla una revista titulada el Alba, que se llamaría mejor la oscuridad. En ella se encuentra un artículo redactado en estilo vulgar, con la pretensión de combatir la verdad histórica del establecimiento del Pontificado en Roma. Nada sólido, como es consiguiente, se aduce en él, resaltando por todas partes la impericia o la mala fe de su redactor. Contra las reglas de la lógica, se vale principalmente de argumentos negativos, empleados con siniestra intención. Sin duda, dicho folleto no merece que se le concedan los honores de la impugnación; pero siquiera para darle a su autor una lección de historia, porque obra de misericordia es enseñar al que no sabe, consagramos cuatro palabras a este objeto".
El obispo de Barcelona, José Domingo Costa y Borrás,publicaba en 1856 un libro titulado
“Observaciones sobre el presente y el porvenir de la Iglesia en España”[ii].La obra dividida en cinco cartas de análisis de la cuestión religiosa en España, podría considerarse apologética en algunas partes frente a los
clásicos temas que eran expuestos por el protestantismo en todos los tratados y folletos: la Biblia, la infalibilidad del Papal, la iglesia y sus sacerdotes, si la iglesia está en el Estado, etc.
En lo tocante a la prensa y a la revista El Alba nos aporta estos datos:
· La prensa religiosa de la corte se quejó a principios de 1837 de la multitud de Biblias que circulaban, y luego se averiguó en dónde estaba el centro, y quién era su agente principal. En 1839 se atrevió Mr. Rule a abrir su escuela en Cádiz, según es público. En 1840 Mr. Lion, emisario también de los metodistas o puritanos, se dejó ver en el mismo punto. Por aquel tiempo se habló de doscientos propagandistasdestinados a España. En 1841 indicó la prensa el proyecto de introducir cien mil Biblias. En un periódico de Barcelona del citado año 1841 se anunciaba la venta de Biblias por el caballero que había recibido el encargo de la sociedad de Londres, y las expendió en 1835,36,37,38. Agreguemos a esto los dos proyectos de ley insertos en la
Gaceta de 1.' y 21 de enero de 1842, derogatorios, aquel de la disciplina eclesiástica, y el segundo del dogma, que es el paso inmediato y obligado.
· Los escritos y otros medios para sostener y difundir ese espíritu no se han escaseado, y aun poco ha hemos visto el
proyecto de una
constitución eclesiástica, publicado en español en Gibraltar;
la reacción y la revolución, la cuestión pontificia, el dogma nuevo, etc. En Madrid ha asomado, sin rebozo, un titulado
Obispo, con ideas de imprimir sus Biblias; un
Pastor en Sevilla, y algún otro en Cádiz, Granada y Málaga, en busca de
rebaño; coincidiendo todo con la publicación del periódico
El Alba, escrito en español, que se remite aquí desde Londres, y la distribución de
liturgias y devocionarios de la misma secta. Parece, pues, que mas amenazada está la generación actual de lo que da ya tan sensibles y marcadas señales de vida; que tiene en su favor simpatías de una parte de la prensa y la protección de un reino de influencia, que aquello que a duras penas reúne una que otra de tales circunstancias. Si no hay mas distancia del Protestantismo al indiferentismo y a la incredulidad, que la que media entre un principio y sus consecuencias, la prudencia aconseja dirigirnos preferentemente contra el primero, en especial si se halla organizado y nos va asediando, como aquí sucede. El punto de partida para precipitarse hasta el abismo, es la doctrina errónea de los Protestantes”.
Nos asaltan varias preguntas sobre si realmente creía este obispo que el protestantismo conducía a la incredulidad cuando se presentaba el Evangelio con los menos añadidos posibles.
Pero para el que pretende hacer historia no podemos dejar de preguntarnos si realmente veía, Costa y Borrás, “amenazada la nación”; si eran tales las simpatías del pueblo y de la prensa como para necesitar, la poderosa iglesia católica, protección del dogma.
En una exhortación de este obispo de Barcelona arremeterá contra esta prensa y en concreto con El Tribuno
[iii]:
“El Tribuno nos inculpa porque diz que atacamos el libre albedrío, y luego se ratifica en que la moral de los Protestantes es idéntica a la nuestra. En la última Pastoral afirmamos que hacíamos mucho favor con decir que este Señor no sabia lo que era la moral de los Protestantes, ni la de los Católicos, Apostólicos, Romanos. Podía habernos agradecido este servicio; pero siendo, como es, reincidente, merece ya otro correctivo. Será el siguiente: Si
El Tribuno insiste en asegurar que la moral de los Protestantes es idéntica a la de los Católicos,
El Tribuno tendrá por buena la moral de los Protestantes, porque es católico... Ahora bien. Si
El Tribuno tiene por buena la moral de los Protestantes,
El Tribuno es quien ataca y niega el libre albedrío, porque los Protestantes lo atacan y lo niegan. Quien niega y ataca el libre albedrío, destruye la Religión; luego el Tribuno destruye la Religión”. Evidentemente si hubiese seguido haciendo silogismos posiblemente también tendría la culpa el perro del hortelano.
Juan B. Vilar nos aporta otras intervenciones de clérigos sobre la revista el Alba como la del obispo don Félix Herrero, antiguo militante carlista, advirtiendo a los católicos sobre “el detestable periódico”, “tan despreciable cono es por su estilo, patrañas y mentiras, puede ser perjudicial a las gentes sencillas y a los poco instruidos”. En 1859 en Vilanova i la Geltrú habían sido interceptado un lote de publicaciones protestantes, interviniendo el obispo de Barcelona que se dirigió esta vez al ministro de Gracia y Justicia haciendo constar que el capitán del bergantín inglés “Supply”, David Evans, había distribuido gratis gran número de libros y tratados protestantes. Se dictó orden de búsqueda y captura pero no pudo ser hallado, siendo condenado en rebeldía a pena de nueve años y seis meses de prisión mayor y pago de las costas y gastos de juicio. El intentar cambiar la religión de España le había hecho culpable por solo predicar el Evangelio desde la literatura.
[i]Este “viejo residente”parece ser José Joaquín de Mora
[ii]Observaciones sobre el presente y el porvenir de la Iglesia en España Autor José Domingo Costa y Borrás. Editor Pablo Riera, 1856
[iii]Exhortación pastoral que el Excmo. e Ilmo. S. D. D. ...: Obispo de Barcelona dirige a sus diocesanos Autor José Domingo Costa y Borrás Editor Imp. de Pablo Riera, 1853
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