Claro que era muy distinta de la coyuntura de movilización antiluterana la de 1478, en la que resultó condenada la heterodoxia de Osma como «un hecho aislado», «voz perdida de los wiclefitas y hussitas en España...; le elogiaba años después Antonio de Nebrija». Añado yo que no recayó sobre él nota infamante.”
Algunos han estudiado la historia del milenarismo y del mesianismo hispánico de finales de la Edad Media, si bien aún no existe ninguna síntesis general. Las visionarias de mitad del XV y todo el XVI, que desde la contemplación del nuevo mundo, veían, desde esa expectación mesiánica que también difundían los franciscanos, la restauración de Jerusalén, un rey universal y una restauración de las cosas antiguas. Pero además enjuiciaron a la Iglesia de su tiempo personajes como María de Ajofrín (1489). María de Santo Domingo (1486-1524) y Juana de la Cruz(1481-1534) QUE son las precursoras tanto de Teresa de Ávila (1515-1582) como de Lucrecia de León.
Dirá Adeline Rucquoi “Vencedores de los musulmanes en su propio territorio, llamados a luchar contra los turcos en el Mediterráneo y a defender la Iglesia, muchos españoles vieron en el Nuevo Mundo el paraíso terrenal, signo de la recompensa suprema que les deparaba Dios”. Sin embargo si detrás del milenarismo y de actitudes mesiánicas no vemos la angustia y la preocupación por el final de los tiempos de las visionarias, esta se encuentra –dirá Adeline- probablemente detrás de un fenómeno menos visible y menos fácil de descifrar por ser más difundido en la sociedad y no pertenecer al solo campo de las mentalidades religiosas: el tema del pecado y de la salvación. Fue ésa una cuestión crucial que recorrió toda la Cristiandad, originando angustias existenciales, melancolía y mentalidad obsidional.
En su magistral estudio del sentimiento de culpa que invadió Occidente entre los siglos XIII y XVIII, Jean Delumeau mostró precisamente como la obsesión por el pecado, la certidumbre de su omnipresencia y las dudas acerca de la salvación conformaron las mentalidades religiosas europeas a lo largo de los siglos XV y XVI y suscitaron tanto una "pastoral del miedo" como la creación de instrumentos de lucha contra el demonio e instituciones destinadas a "dar seguridad".
También Pedro de Osma está en la línea heterodoxa de los herejes de Durango en cuanto se distancia de la escolástica introduciendo aquellas inquietudes reprimidas y nunca confesadas.
Los de Durango en 1442 y Osma en 1478 trasmiten el eco de una España que se abre y atreve a decir que la confesión no es un sacramento sino una imposición humana. Juan López de Salamanca acusará a Osma de valdense, movimiento del siglo XIII que se unió a la Reforma en el siglo XVI. Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo conseguiría una bula del papa Sixto IV para procesarle.
De inmediato se cerraron las aulas donde él enseñaba, quemaron su cátedra y sus escritos, siendo este “contagio” trasmitido a su discípulo Antonio Nebrija y sospecharían de Fray Luis de León, del Tostado y el Brocense.
Sin embargo el clamor de reforma daría los primeros pasos para cuestionar la doctrina de la Iglesia romana y comenzaría a andar en el siglo XVI en la figura de Martín Lutero. También debemos comentar antes de considerar su doctrina que la iglesia española al menos tenía tres obispos ejemplares y poseía los elementos necesarios para reprimir las herejías desde los tribunales de los obispos sin necesitar ninguna organización extra-episcopal como la Inquisición y menos aún el brazo secular, como así lo interpreta la gran obra de Netanyahu.
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