Escribiría varios folletos de defensa y, al cabo de dos años, el nuevo obispo de Londres nombraría unos árbitros que oyesen a ambas partes, siendo al fin absuelto, pudiendo predicar y no teniendo que hacer ninguna retractación.
Marcharía por este tiempo a Alemania, publicaría las
Actas del Consistorio (
Acta consistorii Ecclesiae Londino-Gallicae, cum responso Antonii Corrani (1571) y
volvería a Inglaterra entrando en contacto con Jhon Thorie, quien le publicaría su famosa “The spanisch Grammer (Londres 1590) una versión para ingleses que ya había hecho para franceses, de la gramática española. Al final iba un diccionario que podría considerarse el primer diccionario de inglés- español.
Corro también dio unas lecciones sobre Romanos(1), haciéndolas dialogadas, en las que San Pablo dialogaba con un romano sobre la justificación. Tuvo tal éxito este trabajo que le valió una cátedra en Oxford (1573) y en este mismo año publicaría una traducción, en elegante latín, de Eclesiastés, con paráfrasis y notas.
“Como el autor se proponía obispar por méritos de tal libro, puso empeño en mostrarse hábil escriturario, docto en hebreo y griego, ameno escritor latino y razonable filósofo, y se precia de haber consultado para su interpretación más de quince versiones en diferentes lenguas. Considera el Eclesiastés como un tratado acerca del
sumo bien muy superior a cuanto especularon los filósofos y le divide en dos artes.
Muestra en la primera que no está la felicidad en la sabiduría o ciencia mundana, ni en el deleite, ni en los honores y riquezas. Prueba en la segunda que sólo consiste el sumo bien en el santo temor de Dios, de donde nacen la sabiduría, la justicia, la igualdad de ánimo y la esperanza de la vida futura. La paráfrasis está en forma oratoria y al margen va la traducción.” (Menéndez y Pelayo, 2007, pág. 780) Evangelizó a los españoles allí donde estuvo y también enseñó por 20 libras al año en Inns of Court y tuvo una familia que poco sabemos de ella. Sabemos que la mujer de Corro también fue excluida de la Cena del Señor en Londres, al ser su esposo el ministro al que acusaban los franceses. Volvería Cousin nuevamente a la polémica con Corro y sería este absuelto por el nuevo obispo, publicando las “
Acta consistorii Ecclesiae Londino-Gallicae, cum responso Antonii Corrani”(1571) en Alemania, ejemplar muy raro que solo poseía Usoz i Rio.
“
En 1581 obtuvo una prebenda de la Iglesia de Inglaterra, donde terminó sus días como anglicano, tras su paso por el calvinismo. Por una carta fechada en 1583 se sabe que en esa fecha continuaba en Oxford. Al final de sus días, trabajó en nuevas ediciones de sus obras; en 1591 editó una revisión del
Dialogo de las cosas ocurridas en Roma de Alfonso de Valdés. Corro falleció en Londres en 1591 y fue sepultado en la iglesia de Saint Andrew´s.”(2) Publicaría en Londres el resto de sus trabajos:
Tableau de L´oeuure de Dieu (1569);
Dialogus Theologicus (1574), fruto de sus predicaciones sobre la
Epístola de San Pablo a los Romanos;
Sapientissimi regis Salomonis (1579), paráfrasis y comentario al
Eclesiastés.
Cuando sacó impreso el Tabealu de l´oevre de Dieu (Tabla de la obra de Dios) suscitó enseguida la polémica, porque parecía estar llena la obra de ataques a cristología y a la predestinación ortodoxa. Lo que parecen entender los teólogos, es que Corro mitigó la visión calvinista de la elección y condenación, pero estaba muy alejado el texto de la interpretación que darían De la Forest y otros que lo acusaron de herejía. La causa de este nuevo desencuentro teológico, parece ser, como tantas veces les ocurrió a los reformadores españoles expatriados, que no hacía referencia la obra de Corro a ninguna Confesión de Fe, ni Catecismo autorizado.
“Dada la vida de Corro y la tendencia de los españoles a tener en gran estima si individualidad, no es extraordinario que para aquellos afectados por la Reforma, con ideas tan remotas como las de Miguel de Servet o las de Juan Pérez, la doctrina de la predestinación y en especial la de la reprobación, eran difíciles de asimilar” (Hauben, 1978, pág. 94) Estas cuestiones alargadas en el tiempo, hicieron amontonar calificativos que hacían referencia no solo a lo desagradable de su “espíritu” y los bruscos “tratos”, sino que llegaron a acusarlo de “ambición”. Sin embargo después de tantas discusiones a las que Corro nunca dejó de enfrentar, siempre saldría absuelto. “Corro explicó a los interlocutores (del Tableau) que había recurrido a 1566 artículos de fe sobre la predestinación, la libre voluntad, etc…del jefe zwingliano, Bullinguer” para guiarse en la preparación del Tableau. Tiene interés el que cite con aprobación un pasaje de la obra de un seguidor danés de Melanchthon, Hemmigius. Cousín en cuyo relato, carente de objetividad sobre estos acontecimientos debemos apoyarnos, escribió despectivamente que, a pesar de la defensa del grupo de las fuerzas anti-Tabeau, Corro es absuelto por el silencio de los obispos” (Hauben, 1978, pág. 105)
“Altercados fútiles” le parecerán a Corro estas luchas teológicas, pero también siente una profunda hostilidad hacia lo español. Sofisticados y hostiles inquisidores, llamará a los hostigadores franceses. Todo ello serían pasos que le conducirían al anglicanismo, pues las iras de los puritanos parecidas a los calvinistas y sus antiguas conexiones en Inglaterra, no le daban tiempo para una búsqueda objetiva de la verdad.
1) En 1574 publicaría el “Dialogus theolicus” basado en estas conferencias. Algunos que le habían escuchado, como William Barlow, dirán que Corro “era ilustrado y elocuente, pero algunos hombre de mérito tienen dudas de él.”
2) http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_del_Corro
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