En Castilla ya habían aparecido algunos signos de idénticas inquietudes que las europeas durante todo el siglo XV. Reformas como la de Villareces de la Orden franciscana, se plasma en las “Satisfacciones” que junto con las de su discípulo fray Lope de Salazar y Salinas formarán la punta del icebergs de una espiritualidad que considerará Melquiades Andrés, mas fervorosa e intima, mas del corazón que de la razón y alejada de los centros universitarios y de la ciencia bíblica. Dirá Andrés: "El desprecio inicial por la ciencia puramente académica es característico de muchos movimientos reformistas. Ellos son herederos y a la vez portadores cualificados de la oposición entre teología escolástica y mística, entre acción y contemplación [ ... ]. Villacreces parte de ese desprecio inicial por la ciencia para el estado franciscano de vida".
Sin
embargo a principios del siglo XVI se insistirá más en la preparación intelectual y la teología bíblica que en los libros de espiritualidad mística. Las traducciones erasmistas inundan la Península y desde 1525 aparecerán libros como el de Luis Vives “
Instrucción de la mujer christiana” o la de Alejo Venegas publicada en 1537 “
Agonía del tránsito a la muerte con los avisos y consuelos que cerca d´lla son provechosos” sobre la que Sorraya Almansa(2) dice: “La conclusión final es que Venegas fue un autor cultivado, con un claro afán pedagógico como se demuestra en todos los datos que expone para apoyar la explicación. Es también clara la lección moral que se deduce en el glosario; no en vano se refiere a una finalidad espiritual como es la
Praeparatio ad mortem. La noble empresa de acercar las doctrinas espirituales al pueblo llano le otorga sin discusión alguna el distintivo de humanista cristiano: un hombre cultivado que contribuyó a la expansión del romance y a una reciente disciplina lexicográfica.”
Serán también los erasmistas que, en numerosa representación, aportarán a la espiritualidad el elemento intelectual que la mística y las “betas revelanderas” le negó. Pero además de los humanistas biblistas, se entremezclaban los espirituales de tendencias múltiples, que unas veces rozaban la ortodoxia y otras la traspasaban rotundamente.
Un ejemplo podía ser el de Francisco de los Ángeles Quiñones, que por los años 1523- al 1528 será Ministro General de la orden franciscana, que era un amante de las letras a diferencia de los años anteriores en los que había un desprecio inicial por la ciencia para el estado de la vida espiritual francisca, pero que según Vázquez Janeiro ya los frailes reformados por Quiñones "consideraban que para ser perfectos religiosos y servir de edificación al clero y al pueblo se necesitaba sí una vida santa, pero hermanada con una competente formación intelectual, como prescribían las leyes de la Orden".
Pese a su interés intelectual aparecerá mezclado Quiñones con la beata y visionaria Francisca Hernández, hospedada en Valladolid en casa de los Cazalla, Pedro y su esposa Leonor Vivero, en cuyo círculo espiritual estaban los iluminados erasmizantes y luteranos, Tobar, Juan del Castillo, Miguel Eguia, Diego López Husillos o fray Gil López de Bejar. Según Selke también recibía visitas Francisca del duque de Albuquerque, el marqués de Pliego (hijo del marqués de Villena), Bernardino Pimentel y según el testimonio de Leonor de Vivero también Quiñones: “"e muchas vezes conversava e veya a el el de los Angeles, que agora es cardenal [es decir, Quiñones, el general de los franciscanos, que luego fue cardenal de la Santa Cruz], y otras vezes por no yr el a do la dicha Francisca Hernandez, la llevaron a San Francisco de Valladolid, y estava en el confesionario ... desde la mañana fasta medio día ... e yva atapada porque no la conosciesen los frayles del monasterio", [ ... ] "desta villa de Valladolid de todas las ordenes veya entrar e comunicar con la dicha ..., muchos frayles; especialmente se acuerda de fray Fernando de Pantoja ..., fray Francisco Muñotello e fray Francisco de Gomarra, e otro que llaman Paradines, e otros muchos frayles de sant Francisco".
Pero aún hay más de las paradojas del intelectual Quiñones. Según se relata en el proceso de fray Francisco Ortiz, nos dice A. Selke que “Fray Ortiz se defiende, en su proceso, contra el cargo de insubordinación alegando que el padre de los Angeles [Francisco Quiñones], gran admirador de la beata [ ... ] no sólo le había dado licencia para visitarla, sino que le exhortó “a veda todos los días" “cuando fuera posible".
El convento de San Francisco de Valladolid refleja también las profundas convulsiones espirituales del XVI. Por un lado algunos frailes fueron castigados con reclusión y cadenas por mantener relaciones con la beata como fray Diego, muy devoto de ella y a la que consideraba una santa. Por otro Quiñones (en 1529 ya era cardenal), que empeñado en espiritualidades más sólidas y trascendentes, también tenía veneración a una beata, embaucadora y peligrosa.
1) Carro De Las Donas (Valladolid, 1542): Estudio Preliminar Y Edición Anotada. Carmen Clausell Nácher
2) Aportación De Alejo Venegas A La Lexicografía Áurea. Soraya Almansa Ibáñez
Universidad De Jaén
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