“En la parte que sigue - explicará espléndidamente Bazán - Mella resuelve la contradicción inicial a la que habíamos aludido, a través de la
doctrina de la revelación progresiva: “También debe recordar oh señor Vuestra Alteza que nuestro Señor Dios no hizo sus obras en un solo día cuyas obras hasta el presente no conocemos que son completas sino que en diversos tiempos hizo diversas obras progresando mediante sus santos siervos como manifiestamente aparece por las distinciones de los tiempos y de las obras más excelentes hechas maravillosamente en aquellos tiempos”.
Justifica sus palabras indicando cómo la creación no tuvo lugar en un día, como con Noé liberó a los elegidos, con Abraham y la circuncisión señaló al pueblo elegido, con Moisés los salvó, con Josué lo introdujo en la tierra de promisión, etc. Por tanto, las grandes obras no fueron todas “hechas en un solo día ni en un solo año ni en un solo tiempo así pues el que tales y tan grandes cosas hizo en diferentes tiempos o cuando a El le placiera hacer obras semejantes o mayores y especialmente con el Espíritu de Jesucristo muestra claramente en los corazones y en las inteligencias de sus siervos en los tiempos presentes que la gracia ha sido repuesta y reservada en la final bendición y consolación de sus elegidos”. Si en el pasado Dios se habían manifestado a través de gentes humildes desde todos los puntos de vista, “de igual modo en el presente es poderoso para declarar por medio de sus siervos humildes, pobres de ciencia y de mundana filosofía, los profundos misterios de las diversas escrituras las cuales hasta ahora permanecen cerradas a aquellos que parece que son prudentes y sabios a sus ojos”. Así, pues, Dios “por medio de nosotros [da] el agua viva de la espiritual doctrina desde el cielo [Espíritu Santo] con el cual será renovada la faz de la tierra y vivan en el espíritu todos los que hasta este momento morían en la carne”. Por tanto, la progresiva revelación de la doctrina culmina en fray Alfonso y sus hermanos de secta, que transmiten y revelan por su boca el mensaje de Dios, al igual que en otros tiempos esa misión recayó en otros.
Fray Alfonso de Mella - seguirá diciendo Bazán-, proclama el final de la Historia; las sucesivas etapas por las que debía pasar la Humanidad hasta alcanzar un estado de perfección, felicidad, armonía y libertad, habían finalizado, es decir, estaban en el final de los tiempos: “
Todas las cosas que han sido dichas como todas las otras cosas que se contienen en las Sagradas Escrituras, les sucedía entonces a ellos en figura (I Cor. 10:11) y fueron escritas para nuestra corrección que vivimos en el final de aquellos tiempos los cuales reinas pero no a partir de Dios, que quieren que su justicia no esté sometida a la justicia de Dios, cuyo fin es la muerte y la perdición, los cuales con sus cuerdas poco firmes piensan que pueden detener la verdad, Jesucristo, a fin de que no salga del sepulcro de la antigua escritura abierto por la nueva escritura, en el tercer día que es del Espíritu Santo, el cual nos declara todas las cosas que primeramente habíamos oído en proverbios y nos conduce del fuego de la servidumbre legal de los hombres a la perfecta libertad de la ley divina, porque como está escrito en los apóstoles: “Donde hay espíritu del Señor allí está la libertad” (II Cor. 3:17)”.
Estamos ante una teología del progreso humano en tres tiempos: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo o Edad de la “perfecta libertad”. Dice Bazán: “Se ha pasado de una escatología, según la cual el mundo no es eterno y tras él se produciría el Juicio Final e individual, donde los justos serían premiados con su vida eterna en el paraíso y donde la perfección y la felicidad llenarían a los que allí se encontraran, a una milenarismo donde la salvación es colectiva y la vida de perfección no tiene lugar en el más allá, sino en la tierra”. Sin embargo Mella no habla de milenarismo ni de salvación colectiva, sino de la libertad de los hijos de Dios que ya no están sujetos por la Ley sino bajo la gracia.
Esta visión – seguirá diciendo Iñaki Bazán- de la Historia de fray Alfonso como si fuera un despliegue sucesivo de las tres personas de la Trinidad, entronca con el pensamiento del abad calabrés Joaquín da Fiore (1132-1202).
Finaliza la carta aludiendo a la fe sarracena, con ciertas alabanzas -quizás por eso algunos autores han considerado que Mella se convirtió al islamismo-, y solicitando de nuevo que tuviera lugar la confrontación de ideas entre él y sus seguidores con los “celadores de la santa ley de la fe”.(2)
El pensamiento de Mella que se evidencia a través de su carta puede resumirse en dos ideas: 1ª se debe seguir revelando el contenido de las Sagradas Escrituras –progresiva revelación de la fe- y ellos habían sido elegidos por Dios para esta misión; y 2ª el discurso histórico de las tres edades, que se encuentra en línea con los planteamientos de Joaquín da Fiore, según la cual, la Edad del Espíritu Santo es la Edad de la perfecta libertad.”
1) Es indicativo de buen conocimiento bíblico de Mella, que no solo traduce bien sino que le da el sentido preciso a 1ª Cort 3:19” Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios, pues está escrito: El prende a los sabios en la astucia de ellos. Iñaki Bazán añadirá también” Mella fundamenta estas palabras en el espíritu de Pentecostés (Hch. 2), gracias al cual los apóstoles adquirieron la sabiduría necesaria para realizar la misión de difundir la palabra de Dios, por lo que el monarca no debía menospreciar a Mella y a los suyos.
2) Insistimos que “celadores de la santa ley de la fe” el “por gracia sois salvos por la fe” de Efesios 2 tienen el mismo sentido de “salvación por gracia”
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