El
Iesvs Christ gvre iavnaren Testamentv Berria. ( ). Matth. XVII. Haur da ene Seme maitea, ceinetan neure asteguinona hartzen baitut, huni beha çaquizquiote, que encargó y sufragó el Sínodo de la iglesia Reformada en 1565, como proyecto expreso de la reina Navarra y soberana de Béarn, Juana de Albret, supone en primer lugar un valor cultural en el que se reconoce a la lengua vasca dentro del País Vasco (
Euskal Herria para Lizárraga) con la función de ser el elemento definitorio y agrupador de las políticas nacionalistas, como lo fueron el castellano o el francés.
Por otra parte, el concurso de tres modalidades del vascuence, el suletino y labortano de los colaboradores, y el bajo-navarro del propio Lizárraga, -según la historiadora Guadalupe Rubio-, supone el “empeño de buscar una lengua común por encima de las divergencias dialectales” y además culta, del que resulta una
obra de sorprendente perfección, escrita en un “idioma normalizado y de gran categoría literaria” que, a su vez, evidencia, por un lado, que la traducción tenía el apoyo de “cierta tradición del cultivo de la lengua” y por otro, que la opción de Lizarraga por el labortano como modalidad fundamental del texto, en el que entreveran abundantes bajonavarrismos e incluye un pequeño vocabulario suletino a tres columnas en apéndice, obedece a la finalidad misma del encargo sinodal y a la necesidad de la lengua vasca de vertebrarse en torno a su forma más cultivada e influyente, cual era entonces el labortano en Ultrapuertos, para que pudiera servir eficazmente a dicha finalidad”.
Parece ser que, según la aportación de Jean de Jaurgain, también colaboraron con Lizarraga, otros cuatro clérigos vascos reformados, Tartas, Tardets, Landetcheverry y La Rive o Etcheverry, los dos primeros suletinos y los dos restantes labortinos. En el Sínodo de Pau de 15 de diciembre de 1574 se dice que entre los presentes estaban Tartas, ministro de St. Palays, Tardestz de Ostobatz, y el Sr. Landecheverry. Los hijos de estos fueron encomendados a estudiar la lengua vasca durante un año y después fueron examinados y sostenidos con los Fondos eclesiásticos de la Baja Navarra y ser educados en el Colegio de Lescar con lecturas de este traducido. Lo que queda claro es que esta preocupación por la lengua vasca hace que Lizarraga aparezca como dirá Olaizaola “como piedra angular de la literatura vasca y un gigante solitario sin precedentes” “Lizarraga es para el Euskera como Olivetán para el Francés, como Shakespeare para el Inglés, como San Jerónimo para el Latín, como Salette para el Bearnés, como Lutero para el Alemán”.
Poco sabemos en cambio de la vida de Lizarraga. Sabemos que vivió hasta la edad de 96 años, que en 1559 profesó la fe evangélica abrazando la Reforma y que ya en 1563 estaba en Laburdi y sería invitado al Sínodo Reformado de Pau de ese año y ordenado pastor en Pau en Abril de 1567. La Reina Juana de Albret le llamaría para la traducción del Nuevo Testamento y para otras traducciones de las obras de Calvino. Se sabe que conocía además del euskera, el francés, el castellano, el griego y el latín, traduciendo directamente del griego el Nuevo Testamento y acompañándose de la versión latina de Erasmo. Es interesante saber, para descartar el mito de la insignificancia de la Reforma en España, que no fue la Reina de Navara la que pago todos los gastos de la traducción, sino que, según figuran en las Actas de los Sínodos, fueron las iglesias protestantes, con el Consejo eclesiástico, las que nutrieron con sus aportaciones los gastos de traducción, revisión y publicación de todas las obras traducidas por Juan de Lizarraga.
En el
Nuevo Testamento además de los veintisiete libros que lo componen, se le añadía seguidamente la “
Confesión de fe de las Iglesias Reformadas” de Calvino. También venia la
Liturgia en la que se explicaban las definiciones y descripciones de lo que debe saber el cristiano y un
Calendario lunar para saber cuando era Pascua y tener conocimiento de las fiestas y domingos. Así mismo se incluía el
Catecismo de la Doctrina de la Reforma ginebrina compuesto en 1542, con estudios para todos los domingos del año. Registra Lizarraga su
Testamentu Berria en el lunes 24 de septiembre de 1571, siendo consciente de la importancia histórica de su publicación.
Hemos de destacar también otro gran gramático y protestante vasco, Jacques de Bela nacido en 1586 y fallecido en 1667 a los 81 años, doctor en Derecho y abogado en la Corte de Lichare, Zuberoa, casado con una mujer católica que le hizo la vida imposible por su intransigencia. Elaboró Bela un diccionario y una gramática vasca y se conocen unos enormes manuscritos de cuestiones teológicas, morales, médicas y científicas “Tablettes” y también varias obras de Derecho. Entre sus escritos aparecen datos históricos de Lizarraga y otros reformadores protestantes, diciendo de Lizarraga que había sido sacerdote católico, sabio y piadoso y que algunos otros protestantes, entre ellos sus colaboradores, fueron sacerdotes antes de abrazar la Reforma.
1) Juan María de Olaizola Iguñiz. “La historia del protestantismo en el País Vasco” El Reino de Navarra en la encrucijada de su historia. Pamiela argilataletxea. Pamplona 1993
2) Guadalupe Rubio de Urquia. Historiadora. “El patrominio bibliográfico vasco”
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