No podremos estar de acuerdo con ciertas prácticas o formas de entender la vida, la familia, la sociedad, pero siempre hemos de saber diferenciar esto de la persona
Se que voy a escribir sobre un asunto delicado, pero antes de hacerlo quiero que quede muy claro que mi reflexión no va contra nadie, es más, la escribo desde el más absoluto respeto a todas las personas, pues no podía ser de otra forma pues cada una de ellas está hecha a imagen de Dios y como cristiano que soy las amo a todas, aunque a veces no comparta actitudes, hechos o pensamientos de muchas de ellas, como me imagino que os pasará a todos vosotros, pero eso no significa ningún tipo de animadversión o prejuicio hacia nadie.
Durante la semana pasada, como muy bien sabéis, ha tenido lugar en Madrid la celebración mundial del llamado “Día Internacional del Orgullo Gay”. Madrid se ha llenado de eventos para llevar a cabo dicha celebración. Las instituciones públicas se han volcado para su celebración y muchas instituciones privadas también.
Cada uno puede celebrar lo que quiera, pero ello no convierte en natural lo que no es natural. Si fuera natural, ¿por qué tanta exaltación y celebración? Es cierto que se celebra el día de la madre, del padre, de la mujer trabajadora etc., pero en esas celebraciones no se exalta ni se celebra la condición de mujer o de hombre, sino de una cualidad de los mismos: la maternidad, la paternidad, el trabajo. ¿Por qué? Porque lo que es natural no se celebra ni se exalta, sino que se admite como una realidad que está ahí y que no necesita que nadie la reconozca como tal. Y este es el quid de la cuestión: Que se pretende que toda la sociedad admita lo que una parte importante de ella no ve como natural y de ahí todas estas exaltaciones y toda la elaboración de leyes de ideología de género, que se han elaborado y se están elaborando, con el único objetivo de que todos, sin excepción alguna, aceptemos por la fuerza lo que no nos parece natural.
Nosotros los cristianos no estamos de acuerdo con que nadie persiga, ni se ría, ni menosprecie, ni discrimine a otros por su condición sexual. Que quede claro que los cristianos nunca podremos amparar actitudes homófobas, como tampoco ampararemos actitudes xenófobas, racistas o sexistas, pues esas actitudes van en contra del amor y del respeto que nuestro Señor Jesucristo nos enseñó hacia todos sin exclusión alguna.
Nosotros no podremos estar de acuerdo con ciertas prácticas o con ciertas formas de entender la vida, la familia, la sociedad, pero siempre hemos de saber diferenciar esto de la persona y a esta nos ha llamado Dios a querer, a ayudar y a servir independientemente de su condición o pensamiento, pues cada una es una criatura suya.
Pero dicho lo anterior también nosotros, los cristianos, queremos que se nos respete en nuestras creencias y como no, en un estado democrático del que tanto presumimos, en nuestras opiniones. Queremos expresarnos libremente y poder decir en lo que no estamos de acuerdo, lo que no nos parece natural, queremos poder decir que nuestro entendimiento del matrimonio es el de un hombre y una mujer, queremos poder decir que el mejor hogar para un niño es el constituido por una mujer y un hombre, y todo ello sin ser criminalizados y perseguidos por no estar de acuerdo con lo que hoy se considera “políticamente correcto”.
No queremos entrar en la línea del pensamiento único que se está imponiendo por las buenas y por las malas, y al igual que no queremos que se obligue a nadie a ser cristiano, tampoco queremos que se nos obligue a nosotros a entrar en ese pensamiento único, pues violenta fuertemente nuestras creencias personales y nuestra fe cristiana, queremos vivir, y dejar vivir a todos, en la libertad con que Dios nos hizo y que Cristo reafirmó con su rescate en la Cruz.
Termino reafirmándome en lo que dice el libro del Génesis en cuanto a la creación de la persona humana por Dios: “Varón y hembra los creó”. Sólo dos géneros, no una variedad de ellos, ni una indiferenciación de ellos. Esta es mi opinión, permitidme que la exprese, en ella creo, pero ello no me impide amar a los que crean otras cosas distintas al respecto.
Con amor y esperanza.
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