“Vote por sus valores”

¿Hillary o Trump? Guía para la participación política evangélica latina en los Estados Unidos

“Vote Por Sus Valores” es usualmente el eslogan utilizado por los partidos y algunas iglesias para motivar el voto cristiano latino. A mi juicio, esto es una falacia política que se ha hecho más evidente en este nuevo ciclo eleccionario donde tanto Trump como Hillary se disputan la presidencia de los Estados Unidos. Entonces, ¿de eso se trata el voto, de votar por mis valores?

Lo que “vote por sus valores” sugiere es que una de las dos plataformas políticas en este país (Republicana o Demócrata) se asemeja más a los valores del Reino de Dios. Es de esta forma que el cristiano cae en la trampa de lo que yo llamo la “jerarquía de iniquidades”.

Bajo este marco interpretativo del voto, el creyente se ve forzado a evaluar si el aborto es más pecaminoso que la explotación de los pobres, o si la legalización del matrimonio homosexual tiene más peso que el discrimen contra las minorías raciales o viceversa. ¿Se imagina usted a Dios sopesando en una balanza las iniquidades humanas? Sin embargo, nosotros jugamos a la ruleta rusa ética, cuando decidimos escoger qué iniquidades son más permisibles en nuestra sociedad. No en balde muchos evangélicos latinos se están rompiendo la cabeza con este dilema. Sin lugar a duda, la idea de atribuirle valor moral a nuestro voto no trabajará ni con Trump ni con Clinton.

La ironía de todo este asunto es que, cuando jerarquizamos las iniquidades, nos convertimos en cómplices de las agendas falibles de los partidos que alegadamente se asemejan más a nuestras convicciones. Lo que comenzó como una forma de expresar valores morales termina siendo una cesión a una plataforma política corrupta.

Si la intención detrás del acto de participar en las elecciones es votar nuestros valores cristianos, me temo que aquellos que votamos siempre terminaremos tergiversando la esencia del Evangelio de Jesucristo.

Nunca habrá una plataforma política que se asemeje al estandarte del Reino de Dios. Hay que tener en cuenta que las similitudes entre los ideales políticos de un grupo con los valores del Reino constituyen una usurpación de la visión de Dios para la humanidad. Tampoco podemos ser tan ingenuos e ignorar que los partidos deliberadamente buscan crear estas convergencias morales en su intento de disuadir a aquellos que consideran dichos aspectos como indispensables a la hora de decidir por quién votar.

Es imprescindible recordar que la tarea de ‘amar a Dios con todo nuestro corazón y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos’ es reservada solo a la Iglesia de Jesucristo bajo la dirección sobrenatural del Espíritu Santo. El mandato de ‘amar nuestros enemigos y poner la otra mejilla’ ante el oprobio no puede ser recreado por ningún imperio, y mucho menos legislado por ningún partido político.

¿Quiere esto decir que no debemos ejercer el derecho al voto? ¿Entonces por qué ir a las urnas? ¿Cuál debe ser el propósito de la participación cristiana en unas elecciones políticas?

Estas preguntas deben hacernos reflexionar. Quizá en una próxima oportunidad tendremos ocasión de hacerlo.

Samuel L. Caraballo-Hernández – Esp. Ética Social - Boston, Massachusetts